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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Ojos de libertad.

Unas líneas a las corridas. Es viernes, tarde, la noche se presenta sin más. Una nueva rueda en el ciclo constante de los días y las noches. Unas líneas rápidas y urgentes. Palabras que se entremezclan con el sentir. Han sido semanas donde la desesperanza abre nuevas puertas. Cambios de figuritas, que algo dicen de la vieja consigna: figurita repetida. Casi como un dejavú, un gabinete que tiene aroma a naftalina y poco plantea de nuevas formas de habitar y construir la política. Aun más lejos del Buen Vivir, los enroques y jaque mate de funcionarios que no funcionan ponen de manifiesto algo que se evidencia desde hace una década: el déficit en la formación cultural y política de los referentes políticos de Argentina. Es una problemática que se multiplica en las distintas vertientes de un arco cada vez menos angular de las ideologías vernáculas.

La formación política es un pendiente histórico desde la vuelta a la democracia. En particular, en las generaciones que crecimos con la Frenapo, la Carpa Blanca, la CTA y la irrupción del Movimiento Piquetero como nuevo sujeto histórico, que vino a debatirle al Movimiento Obrero una hegemonía que durante siglos ostentó en exclusividad. Este déficit no es exclusivo del peronismo en sus distintas vertientes, sino que es en general del campo popular. La posmodernidad y el individualismo campean en los sectores populares, mientras los grupos ilustrados de la pequeña burguesía nacional, lo que llamamos clase media, buscan tomar el timón de un barco que no les corresponde, con consignas adecuadas al manual de estilo de la agencia de publicidad.

Entre tanto, el cambio de gabinete pone nuevamente en escenario que hay que ser poderoso y millonario para pertenecer y ser eficiente. Hay que ser en masculino porque no hay lugar para el femenino. Lejos estamos de la aseveración de Alberto Fernández cuando sentenció, él, varón: que había terminado con el patriarcado. Juan Manzur es el ejemplo más claro del nuevo Gabinete. Además de ser un confeso anti-derecho y vulnerar los derechos básicos de las mujeres en Tucumán, resultado de sus vínculos con el Opus Dei, al igual que Julián Domínguez, y con los sectores más reaccionarios del Estado de Israel, muestra que más que formación política lo que se necesita es poder económico e influencias. Más de lo mismo. Esto manifiesta la debilidad política de todo el campo popular y las dificultades para articular una alternativa política, aunque también filosófica, cultural, artística, educativa, científica, económica y social. Claro que todas estas dimensiones tienen que estar en juego. Un movimiento interdisciplinario y transdisciplinario, que abra a nuevas perspectivas y nuevos horizontes. Nuevas formas que habiliten nuevas experiencias. Horizontes que puedan poner en tensión las férreas estructuras de la modernidad y el extractivismo, como método de re-colonización y saqueo de nuestros territorios, de nuestros cuerpos y de nuestras subjetividades.

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Paulo Freire dice en Acción Cultural para la Libertad que “La experiencia existencial es un todo. Al iluminar uno de sus ángulos y percibir la interrelación de este ángulo con los demás, los alumnos tienden a reemplazar la visión fragmentada de la realidad por una visión total”. La experiencia nos enfrenta ante la multiplicidad y la unidad de la complejidad que representa dicha multiplicidad. Los sistemas educativos de los estados-naciones como, así también, los medios de difusión masiva y la virtualidad de estos días, han puesto en estado de suspensión la experiencia directa, esta experiencia existencial que nos permite una “re-construcción de la realidad” dirá el propio Freire. La rebeldía se ha transformado en mediciones de última hora de la consultora de moda y en paquetes de medidas sociales, políticas y económicas acordes al movimiento del algoritmo.

José Martí, en su escrito sobre educación popular, distinguía entre formación y educación, la primera tenía una relación directa con la formación del espíritu y la educación con los conocimientos. En estos tiempos, la disociación es grande. Ni conocimientos ni experiencia del espíritu. La suspensión es del pensamiento crítico y del espíritu crítico, algo así como formatear los modelos educativos hegemónicos a la re-producción de eslabones que encadenan los sistemas de producción y consumo. Claro que nada nuevo es esto. Década tras década se profundiza este abismo. Las consecuencias: desesperanza y mayor fragmentación como horizonte, que lleva a una pérdida de contacto con la realidad y el presente. Un ser desituado que pierde interés en el encuentro cara a cara, como base ética de la construcción con otres. Freire habla de un “ser temporalizado y situado (…) que descubre que no sólo está en la realidad, sino que está con ella”. Ese carácter propio del ser es el intervenido desde el griterío diario desde el panel del programa de televisión del prime time. Esta característica del ser humano en tanto que ser relacional, tiene para Freire las connotaciones de “pluralidad, de criticidad, de consecuencia y temporalidad”. Esta pluralidad queda sometida al accionar de dispositivos de manipulaciones y controles que neutralizan este orden de lo relacional, a una burbuja que profundiza el sinsentido existencial propio de la posmodernidad.

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La formación política, al fin y al cabo, es una praxis. Una experiencias concreta que se objetiva a partir del encuentro con otredades, subjetividades que ponen de manifiesto las pluralidades que somos como humanidad y naturaleza. Una radicalidad de la criticidad, la cual permite el auto-conocimiento y el re-conocimiento de los límites. Re-conocer estos límites es la base para toda posibilidad de libertad. Una vez más, la dualidad se manifiesta. Para que la libertad se manifieste, el límite es el que abre camino hacia ella. En ese sentido, ocupar las calles para avanzar en derechos colectivos, es una forma de limitar el poder capitalista, para avanzar en una experiencia liberadora.

¿Por qué todas estas vueltas? Porque hace rato que en Argentina las calles han sido reflejo de esa atomización que reproduce la individualidad bajo una bandera. Las incursiones en el espacio público del Movimiento Obrero son añoranzas de tiempos remotos; mientras los Movimientos Sociales articulan para pedir a San Cayetano y a Francisco, algún milagro de último momento. Rosa de Luxemburgo nos recuerda que “quienes eligen el método de la reforma legislativa sin tener en cuenta la toma del poder político y la revolución social en oposición a ellas, no es porque elijan una vía más calma y lenta para lograr la misma finalidad, sino que optan por otra finalidad, otro objetivo. Apoyan cambios superficiales en la vieja sociedad, en vez de luchar para implantar una nueva una nueva. Las concepciones políticas del revisionismo son las mismas que sus teorías económicas, no significan la realización del socialismo sino la simple reforma del capitalismo; no se suprime el régimen del trabajador asalariado sino la disminución de la explotación; se atenúan los abusos del capitalismo en vez de eliminarlo”.

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Las palabras de la Rosa son claras y explican los cambios del gabinete en la últimas semanas. El capitalismo humanizado es un viro a la derecha que profundiza desigualdades y, muestra de paso, las dificultades en el gobierno nacional para lograr un recambio generacional. Un manotazo de ahogado que trae al escenario a Aníbal Fernández que, como bien lo ha manifestado Alberto Santillán, padre de Darío y Micaela Kosteki, hermana de Maxi, tendría que responder ante la justicia por las responsabilidades que le caben ante los asesinato de los dos piqueteros en lo que se conoce como la Masacre de Avellaneda durante el gobierno de Eduardo Duhalde. Aníbal Fernández y Juan Manzur expresan un retroceso más en políticas de ampliación de derechos y aseguran un marco de contención para los abusos del capitalismo, que denuncia Rosa de Luxemburgo, sigan vivos. Reformas que han llevado a dejar la calle y el encuentro cara a cara al pastor evangélico que recita el guión desde el micrófono de la radio o el set de filmación del canal de televisión, desde donde convocan a que el rebaño se haga presente casa por casa, cara con cara. Reformas que han abierto la puerta a Mauricio Macri y Javier Milei con sus verborragias de revoluciones de la alegría y la libertad. Formas de alimentar una derecha que golpea cada vez que la historia les da una oportunidad.

Se cumplieron 100 años del natalicio de Paulo Freire y las alas de libertad aun siguen vigentes. Una pedagogía de la libertad que hace de los entramados colectivos y las solidaridades una experiencia concreta desde abajo. Una con-vocación a recuperar las calles, los barrios y los espacios públicos para los pueblos. Una vuelta a re-conocernos en comunidad. Para ello es necesario volver a la fuente, a nuestras experiencias ancestrales: “lo que importa es que el profesor y alumnos se asuman como seres epistemológicamente curiosos”. Una epistemología de la vida que nos llame al misterio desconocido para que despierte en nosotres la curiosidad y la posibilidad de hacer una experiencia para una reflexión y una nueva experiencia. Al fin y al cabo, una mathesis de vida.

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