Este miércoles el gobierno argentino ha dado un paso más en su operación de castigo a un luchador popular como es el periodista Facundo Molares, que hasta hoy estaba detenido en una comisaría de Esquel, bajo custodia de la Policía Federal. Obedeciendo órdenes del Ministerio de Justicia a cargo de su titular Martín Soria, el Servicio Penitenciario Nacional le comunicó al Juez Guido Otranto, que «por razones de seguridad» debían trasladar a Facundo al tristemente célebre penal de Rawson.
El traslado se produjo de inmediato y ahora Molares, cuyo estado de salud es totalmente frágil, se encuentra en la Unidad 6 de una cárcel con fama de «trituradora» de presos, amén de que en su imaginario flota recuerdo de aquella histórica fuga que terminó en masacre.
Conclusión: Primero fue el Canciller Santiago Cafiero que no dudó en atender solícitamente la circular roja enviada por Interpol con una orden de captura internacional derivada del narcoterrorista Estado colombiano. Luego, tomó cartas en el asunto el jefe de Gobierno, Alberto Fernández, más tarde le llegó la orden a Aníbal Fernández, ministro de Seguridad, este le pasó el santo y seña al juez Otranto, quien ordenó la detención de Molares en Esquel, donde vive su familia, que dentro de esta desgraciada injusticia podían ir a visitarlo a la comisaría y atender sus necesidades médica. Finalmente, «por una decisión política que no da pie para ninguna duda», según explicó a nuestro medio, el presidente de la Gremial de Abogadxs, Eduardo Soares, el Servicio Penitenciario, dependiente directamente del Ministerio de Justicia, da un paso que es lo más parecido a una provocación a toda la militancia solidaria que se viene expresando en las calles, en las redes y donde sea necesario, exigiendo «Libertad para Facundo». Ese ministro ligado estrechamente a Cristina Kirchner decide que Facundo tiene que estar en el penal de Rawson, avalando, como ya lo hizo Aníbal Fernández, el discurso de Washington y Bogotá, que acusa a Facundo de terrorista por haber luchado por la libertad de Colombia en las filas de las FARC. Y si es un terrorista, es «un peligro para la seguridad». De allí que se la Unidad 6 el destino «ideal» para un «sujeto» como Facundo. La Unidad 6, la de los castigos corporales a los presos, la de los carceleros «bravos» y muchas cosas más de las que pueden dar testimonio todos los luchadores -y por supuesto también los presos sociales- que pasaron por ese penal.
Así están las cosas en un país que se jactaba de respetar los derechos humanos, donde al parecer la brújula apunta a la derecha cada vez más, y en donde parece estar de moda el ensañamiento con un rebelde como Facundo Molares, luchador internacionalista, a los que ninguno de estos funcionarios de «progresilandia» le llegan a la suela de sus zapatos.
