En
lo que en el futuro será aclamada como gran victoria del movimiento campesino,
en una lucha que ha durado un año/1, el primer ministro
Narendra Modi ha anunciado este viernes por la mañana la decisión de su
gobierno de revocar las tres leyes agrarias controvertidas. El gobierno de la
Unión ha sido hasta ahora implacable, con nada menos que el propio Modi
tachando a los campesinos en lucha de “andolan jeevi” (agitadores
profesionales) desde la tribuna del parlamento. La maquinaria de su partido, el
Bharatiya Janata Party (BJP), trató de convencer a la opinión pública de que la
movilización campesina estaba dirigida por separatistas jalistaníes y financiada
por grupos terroristas.
Sin embargo, el campesinado se mantuvo firme en su compromiso de luchar por la
revocación plena de las leyes agrarias, que considera favorables a las empresas
y perjudiciales para la gente campesina. Contrariamente a las afirmaciones del
gobierno de la Unión de que se consultó al sector agrícola antes de que se
promulgaran las leyes, los grupos de manifestantes recordaron al público que
las leyes se aprobaron primero mediante ordenanzas en junio de 2020, en
consonancia con lo que consideraban una imposición subrepticia de las nuevas
leyes. En cada fase de la movilización, el gobierno del BJP intentó aplastar el
movimiento campesino, siendo el episodio más espantoso el que se produjo en
Lakhimpur Kheri, en el Estado de Uttar Pradesh, donde un convoy de automóviles
en el que se hallaba supuestamente el hijo del ministro del Interior, Ajay
Mishra, arrolló a un grupo de agricultores que se manifestaban.
Durante la movilización han perdido la vida más de 600 personas implicadas. El
gobierno ha empleado su maquinaria policial para quebrar el movimiento. Las
poblaciones fronterizas de Singhu y Tikri, en la región de Delhi, donde se
habían concentrado los y las agricultoras, se convirtieron de hecho en
verdaderas prisiones al aire libre. Tras la marcha del Día de la República de
este año, la policía arremetió violentamente contra líderes campesinos. No
obstante, el movimiento se mantuvo firme en su decisión de seguir con la
movilización. Tal fue su determinación que la represión contra el líder del
sindicato Bharatiya Kisan, Rakesh Tikait, tras la marcha del Día de la
República en la población fronteriza de Ghazipur, en Delhi, dio un nuevo
aliento a la movilización, con manifestaciones en todo el Estado de Uttar
Pradesh en la antesala de las próximas elecciones.
La decisión del primer ministro de revocar las leyes demuestra que la
movilización campesina ha puesto de rodillas al gobierno de la Unión. Durante
los últimos siete años, este gobierno se ha ganado la reputación de despreciar
las movilizaciones populares. Incluso se desdeñaba el reconocimiento de las
reivindicaciones de grupos movilizados, considerándolo un signo de debilidad
para un gobierno obsesionado por proyectar una imagen de firmeza y solidez.
Esta práctica de hacerse el sordo ha llevado a menudo al gobierno de Modi a
inclinarse por la adopción de posturas autoritarias.
Por otro lado, el movimiento campesino evolucionó dinámicamente desde sus
mismos comienzos. A partir de una protesta que solo arraigó en el Estado de
Punyab se convirtió en un movimiento de todo el país, en el que las
organizaciones campesinas dejaron de lado sus diferencias y colaboraron en la
ofensiva contra el poderoso gobierno. Poco a poco, distintos líderes de varios
Estados se juntaron para formar un frente unido, superando en el camino
múltiples contradicciones entre castas y comunidades. Cada vez que el
movimiento encajaba un golpe, salió reforzado de la prueba. La consigna “Kisan
Mazdoor Ekta, Zindabaad” [Viva la unidad de campesinos y jornaleros] que estaba
presente en todas las manifestaciones, se convirtió asimismo en un llamamiento
de muchos campesinos que no habían tenido la oportunidad de participar
activamente en las movilizaciones.
En los últimos meses, la movilización campesina se transformó en un movimiento
político contra las tácticas de división del BJP. Contribuyó a rebajar las
tensiones entre jats y musulmanes, las dos comunidades desgarradas tras los
disturbios de 2013 en Muzaffarnagar, en el oeste de Uttar Pradesh. El
movimiento se convirtió en una plataforma de unificación de numerosas
comunidades. Anteriormente, los líderes campesinos habían protagonizado una
amplia campaña en Bengala Oriental como fuerza opuesta al BJP, contribuyendo
decisivamente a la humillante derrota del partido hinduista en el Estado. Hubo
ocasiones en que la gente ni siquiera dejó que los líderes del BJP hicieran
campaña en sus poblaciones. El movimiento propició asimismo el paso de algunos
dirigentes intermedios del BJP a otros partidos en varios Estados.
En todos los sentidos, el movimiento sentó un ejemplo y mostró el camino a
seguir para superar los intentos de algunos partidos políticos de polarizar la
sociedad según la pertenencia comunitaria. Tras los disturbios de
Muzaffarnagar, el BJP fue el único que se benefició de la hostilidad entre jats
y musulmanes. En Haryana, el partido hinduista lanzó a la comunidad dominante
de los jats contra otras minorías, en aplicación de un cínico método de
división con fines de ganancia electoral en la mayoría de los Estados.
Después de despreciar olímpicamente al movimiento campesino, el anuncio de Modi
de revocar las leyes agrarias también tiene un aire cínico. A pesar de haber
intentado aplastar el movimiento, el primer ministro ha hablado de hacer “todo
lo posible” por ayudar a los campesinos. Ha hablado del compromiso de su
gobierno con el bienestar de los y las agricultoras, pero al tiempo que ha
abandonado las leyes agrarias también ha insistido en hablar de su incapacidad
de “explicar la verdad” al campesinado.
Su decisión se produce a pocos meses vista de las cruciales elecciones
parlamentarias en el Estado más poblado de India, Uttar Pradesh, donde el BJP
busca repetir mandato, y en Punyab, donde ha perdido a su aliado decisivo –el
partido Shiromani Akali Dal (SAD)– durante el movimiento campesino. Ante las
sombrías perspectivas en ambos Estados, la decisión de Modi de revocar las
leyes agrarias parece deberse exclusivamente a un cálculo electoral.
La oposición ha consolidado su posición en ambos Estados, cabalgando la ola de
indignación contra el BJP entre las comunidades rurales. Numerosas encuestas
indican que el BJP puede sufrir fuertes pérdidas en la parte occidental de
Uttar Pradesh, su principal bastión en el Estado. Asimismo, en Punyab, la
iniciativa de Modi abre la posibilidad de reanudar la alianza entre el BJP y el
SAD (Badal), o de una asociación con el ex ministro principal del Partido del
Congreso, Amarinder Singh, quien había declarado que estaba dispuesto a
establecer una alianza preelectoral con el BJP si la Unión resolvía la cuestión
campesina.
La decisión de Modi proporciona al BJP cierto margen de maniobra en los
próximas elecciones. Lo que pretende es prevenir más perjuicios para el
partido. Puede que hubiera proyectado la medida como regalo al movimiento
campesino con motivo de la festividad del Guru Nanak, pero resulta difícil
ocultar que el movimiento campesino le había llevado a un punto en que no podía
haber tomado otra decisión. La victoria del movimiento campesino representa
asimismo la primera derrota real del gobierno de Modi en los últimos siete
años. En este sentido, constituye un hecho crucial en la historia política de
India.
Fuente: Viento Sur
