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¿Por qué está en llamas otra vez la Patagonia?

Hace tres semanas comenzó a arder la zona del lago Steffen y El Manso en la comarca andina y el fuego sigue siendo una amenaza. Quienes resisten en el territorio reclaman falta de recursos, prevención y abandono del Estado. ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Cómo se prende fuego otra vez el Sur?

La Patagonia está en llamas. En el lago Martin, en Río Negro, el fuego avanza sin control y podrían evacuar a las poblaciones cercanas. “Acá hay un montón de intereses económicos”, dicen.

Llueven cenizas. Quienes caminan por el lugar describen a la columna de humo como “la nube de un volcán”. Y el fuego crece, imparable. En estos momentos hay varios focos activos y miles de hectáreas de bosque quemado en una zona de alto valor biológico dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi. Los incendios se iniciaron el 7 de diciembre como resultado –según trascendió- de una tormenta eléctrica. Las zonas más afectadas, el lago Martin y el lago Steffen, entre las localidades de Bariloche y El Bolsón, en la provincia de Río Negro.

El fuego sube por las laderas de los cerros y entra en el valle. Avanza y amenaza a la flora, la fauna y a las comunas que habitan en las confluencias de los ríos El Manso y Villegas, donde gran parte de la gente vive de la tierra.Soledad, de la comunidad mapuche Huenchupan, recostada sobre el Río Villegas y con el riesgo del fuego cerca, le transmite a Cítrica sus sensaciones: “Extendemos nuestra ayuda a los vecinos que trabajan arduamente. Nosotros somos parte de la comunidad y nos esconden información. Si no estuviésemos en peligro las autoridades no vendrían casa por casa preguntando cuántos somos, o qué pertenencias nos interesa resguardar en caso de evacuación. Realmente estamos pasando una situación grave. Dejaron que el incendio se fuera de las manos. Están negociando con nosotros”.

Carolina Alac, vecina de El Manso, dice: “Los voluntarios se juntan a las seis de la mañana en la entrada de Villegas. Después durante el día no dejan pasar a nadie más, la realidad es que hay bastante riesgo de vida. Entonces se paró la convocatoria. Están controlando las cuadrillas. Por fin están acompañando las instituciones, están ayudando a los vecinos que hasta ahora se arreglaron solos”.

La postal apocalíptica, gris, se repite en distintos puntos del sur del país: también hay focos ígneos en Chubut (zona de Cushamen), Neuquén (Aluminé) y fueron controlados los incendios en Tierra del Fuego y Misiones, según el reporte oficial del Servicio Nacional del Manejo del Fuego (SNMF).

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Carolina Alac, en una entrevista con Radio FM Alas, resalta que lo único que los puede salvar es la lluvia. Pero luego recuerda que estamos en verano, que en La Patagonia no llueve hace meses y en el invierno prácticamente no hubo nieve. “Si para el Estado la prioridad es la vida, debieran prevenir el incendio antes de que esté descontrolado. Acá se juegan un montón de intereses económicos. Para ellos es insignificante que nosotros perdamos nuestras casas, que se nos mueran algunas personas, perdamos los animales. Hay un política de no prevención y no tiene que ver con la falta de recursos. Las decisiones de actuar oportunamente no son prioridad porque estos territorios están para otra cosa: para el sistema extractivista, los proyectos inmobiliarios y mineros. Ése es el objetivo mayor y a largo plazo.

No hay que darles tregua. Hay que exigirles. Hacerles sentir el enojo y la presión que tenemos. Esto va a seguir porque la cuestión climática está cambiando. Si no cambiamos esta realidad vamos a seguir viviendo esta tragedia”.

Incoherencias, invasión de pinos y falta de inversión

En marzo de este año te contamos lo que significó la reconstrucción de la Comarca Andina, después de los incendios en el paraje Las Golondrinas (Lago Puelo, Chubut), que arrasaron con más de 500 viviendas, tres vidas humanas y miles de hectáreas de bosques.

En esa oportunidad el trabajo comunitario y la solidaridad popular permitieron hacerle frente a una de las catástrofes más graves en la historia de la región. Lo cierto es que no son hechos aislados. No hay un año que pase sin que veamos a la Patagonia y a nuestros bosques arder y extinguirse. Según un informe del Ministerio de Ambiente, en 2021 en Argentina se perdieron 302.451 hectáreas como consecuencia de los incendios forestales.

Para Patricia Dambele, de la APDH Noroeste Chubut, lo que sucede con los incendios en territorio nacional tiene que ver con varios factores que confluyen, entre ellos la falta de prevención, inversión y coherencia al momento de tomar decisiones importantes por parte de las autoridades con el fin de cuidar el ambiente y brindar soluciones reales a la población.

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“En Chubut hay una desidia total de parte del Estado en todo lo que es público- señala Patricia-. Desde el sueldo de los estatales, los hospitales, el sistema de educación, el tendido eléctrico. Y muchos incendios, como recientemente el del cerro Currumahuida, arrancan por corto circuitos. No se prevé la cantidad de medios suficientes para que año tras año no tengamos estas desgracias. Es mucho más útil la prevención que el combate de los incendios. Hay una enorme pérdida de hectáreas de bosques por incendios y desde hace mucho tiempo se viene prometiendo que van a incrementar la cantidad de aviones hidrantes y no se hace: eso es una decisión política. Se habla de que estamos entrando en el combate del cambio climático, se habla de energías alternativas y no preservamos la mejor herramienta que tenemos para combatirlo: la masa verde que retiene humedad, agua y convierte el dióxido de carbono, principal gas de efecto invernadero, en oxígeno; eso se pierde con cada uno de estos incendios”.

“Estos incendios -en los lagos Martin y Steffen- son en un parque nacional. En los parques nacionales no está permitido que les pobladores puedan recoger las ramas caídas y secas para proveerse de leña durante el invierno, con la lógica de que es un ambiente que debe quedar en estado natural para que cada elemento siga su ritmo biológico. Pero al mismo tiempo con ese criterio se deja mucha cantidad de material combustible y cuando suceden estas desgracias el estrago que produce el incendio es mucho más grande”.Las plantaciones de monocultivo con fines productivos de la especie de Pino Ponderosa (es altamente inflamable, además seca los suelos y evita el crecimiento de otras especies de flora a su alrededor) en casi la totalidad del suelo patagónico –alrededor de 100 mil hectáreas-, complican el porvenir.

Los pobladores denuncian el impacto ambiental de este monocultivo que genera grandes ganancias a las empresas a costas del detrimento del bosque nativo, y a la Ley 2183 que autoriza a las petroleras a pagar en hectáreas forestadas las indemnizaciones por daños en el territorio.

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“Este criterio conservacionista no se sigue al pie de la letra, desde el sentido que no se combaten las especies foráneas: los parques nacionales están llenos de pinos y el pino es una bomba de tiempo, necesita de un manejo muy particular para minimizar los riesgos de incendios, y no se cuidan”, dice Patricia.

El gobierno nacional informó que en Río Negro se desplegaron 86 brigadistas nacionales, un avión hidrante anfibio, dos helicópteros con helibalde –el dispositivo cuelga bajo el casco del helicóptero y se descarga con más de mil litros de agua- pertenecientes al SNMF y un avión observador.

No obstante los recursos parecen insuficientes para tratar de arrancar el problema de raíz. A esto se le suma un servicio de manejo del fuego poco eficaz y transparente: “El manejo del fuego se hace de forma dividida –cuenta Patricia-. Los bomberos se ocupan del manejo en las zonas urbanas y el Servicio Nacional de Manejo del Fuego, el SPLIF en Río Negro y el Servicio Provincial en Chubut se encargan de la zona de bosques. Cuando el incendio es en interfase y les compete a ambos, aparecen las desinteligencias. En este caso interviene otro organismo: Parques Nacionales, quien solicita a la Nación los medios aéreos”.
Sentencia Patricia: “Hay una cuestión de egos bastante importante en quienes manejan estos servicios. A mí entender no coordinan como se debe. Hay brigadas de voluntaries que se capacitaron y autoequiparon. Colaboran muy bien cuando hay incendios. Sin embargo hay algunos organismos que se niegan a trabajar con estas personas voluntarias, eso evidencia que el foco no está puesto donde tiene que estar: en la preservación de la flora, la fauna, las personas. Cada vez es más complejo vivir en un ambiente saludable. Tiene que ver con los intereses económicos por sobre el interés humano y ambiental”.La extrema sequía, las altas temperaturas y la intensidad de los vientos evidencian la crisis climática a la que se enfrenta el planeta que habitamos, y al mismo tiempo dificultan la tarea de contener las llamas por parte de los cientos de bomberos voluntarios, brigadistas, baquianos, vecinos y vecinas que conocen el monte y ponen cuerpo en el territorio desde hace más de 20 días. Hacen cortafuegos y voltean árboles en altura para evitar que las llamas destruyan lo poco que tienen. Gana protagonismo la autogestión como medio de supervivencia, las donaciones con alimentos, herramientas y combustibles.

Asambleas socioambientales, organismos de derechos humanos y personas que militan por el cuidado de la naturaleza y la vida responsabilizan a los gobiernos provincial y nacional por haber actuado tarde, por no haber detectado el fuego a tiempo, cuando todavía no se había expandido con semejante voracidad. Demandan mayor intervención y recursos aéreos, como helicópteros y aviones hidrantes para fortalecer el combate aunque la nubosidad tape el ambiente. También exigen que reforesten las zonas afectadas con vegetación nativa.

Fuente: Revista Cítrica 

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