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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Las crisis son de nosotres el crecimiento es ajeno

Los primeros dos años del Gobierno del Frente de Todos, signados por la pandemia del COVID 19, mostraron desempeños completamente diferentes en cuanto al devenir del PBI nacional. Sin embargo, incluso en este periodo los sectores que han salido ganando y los que han salido perdiendo no se han modificado.

2020: Cuando caemos ¿Caemos todes?

El año 2020 fue uno de los peores años de la historia en lo que refiere a la economía Argentina. Por el lado más frío de los números destacan una caída del P.B.I. que alcanzó el 9,9% (la caída sumada de 2018 y 201 no llega al 6%), una inflación que, pese a haber sido tirada hacia abajo por la falta de consumo, alcanzó el 36,1%, lo que consolidó una caída del salario real promedio del 2,3%, una desocupación que alcanzó el 11% y una pobreza que llegó al 42% -la indigencia llegó al 10,5%. No obstante se pueda reconocer que en buena medida la pandemia de COVID 19 fue desencadenante de este desastre, lo cierto es que Argentina ya venía de años de profunda crisis y deterioro de las condiciones de vida que se manifestaron en el aumento constante de la pobreza y el desempleo desde fines de 2017, y en 4 años seguidos de deterioro del salario real -record absoluto para los gobiernos constitucionales. 

De cualquier manera, matices aparte, es indiscutible que el 2020 fue un año pésimo en términos económicos. Entonces ¿Perdimos todes?

Contra lo que se intenta imponer como sentido común, analizando el desempeño de algunos sectores salta la vista que no. En este sentido destacan empresas como Mercado Libre y Globant, que se apreciaron más del 100%, y Ternium, empresa del Grupo Techint que vio crecer su valor en un 32%. Se trata, en los primeros dos casos, de startups relacionadas con los servicios y la intermediación financiera, cuyo ámbito de desempeño excede ampliamente al territorio nacional. A su vez, en el caso de Ternium, es una empresa se enmarca en lo que se reconoce como ámbito privilegiado de acumulación -es decir que realiza su actividad bajo la protección y obtención de prebendas por parte del Estado. 

Ahora bien, independientemente de la valorización financiera, otras empresas obtuvieron enormes ganancias, gracias a la concentración y oligopolización del mercado alimenticio. Así tres de los grupos alimenticios más grandes del país, Molinos, Arcor y Ledesma volvieron a obtener importantes utilidades (1746 millones de pesos, 1229 millones de pesos y 5610 millones de pesos respectivamente) gracias a un aumento de precios que excedió ampliamente la inflación generada en el año 2020 y que pudo ser llevado adelante, merced al enorme poder de mercado que concentran. Finalmente a estas empresas se pueden agregar otras del sector energético como Tecpetrol -20.310 millones de pesos-, también del grupo Techint, y Pampa Energía -70 millones de pesos.

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2021: ¿Cuándo crecemos ganamos todes?

Está claro entonces que 2020 no fue un año pésimo para todes. Más aún, muchas de las grandes empresas ganadoras mencionadas mejoraron su desempeño respecto a lo que en algunos casos habían sido años de pérdidas durante el macrismo. Entonces ¿qué ocurrió en el 2021?

Huelga reconocer la existencia de un rebote propio del porrazo que nuestra economía se pegó en el 2020, lo cierto es que el 2021 fue un año excepcional en términos de crecimiento agregado de la actividad. De una parte se recuperó todo lo perdido en términos de P.B.I., mientras que de otra hay sectores productivos e incluso industrias que llegaron a recuperar parte de lo perdido en la recesión macrista.

Con todo, una vez más, entre las grandes ganadoras, aparecen las empresas de servicios tecnológicos -tanto comerciales como las llamadas FinTech- que incorporaron 6 nuevos unicornios -empresas del sector tecnológico que en un año o menos alcanzan el valor de US$1.000 millones-, merced al crecimiento de las inversiones de capital de riesgo en la región. A esto se suma un crecimiento interanual de facturación del 101% en el rubro del e-commerce. Aquí una vez más se destacan Mercado Libre (que alcanzó un valor de US$100.000 millones y que vio crecer su facturación en dólares en más del 60%) y Globant por medio de la compra de otras empresas que le abrieron nuevos mercados.

Otro de los sectores de enorme crecimiento en 2021 fue el primario exportador, con la soja a la cabeza. En este punto, el importante aumento del precio de este commoditie, permitió un ingreso extra de US$10.000 millones en el sector.

Finalmente, una vez más encontramos a las empresas alimenticias (Molinos con más de 2.000 millones de pesos de ganancia y Arcor con más de 15.000 millones) y a las que se desempeñan en ámbitos privilegiados de acumulación (Tecpetrol con 11.700 millones pesos, Ternium con 98576 millones, Pampa Energía con 309 millones y Aluar con 5194 millones de pesos de ganancia). 

Párrafo aparte dentro de las empresas que crecen en ámbitos favorecidos por el Estado merece Toyota. La sucursal argentina de la automotriz de origen Japonés, y principal exportadora en el rubro, cerró el año con niveles de exportación récord, en buena medida gracias a la reforma laboral de facto que acordó con el SMATA, y que le permitió agregar los sábados como día productivo. 

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Ahora bien, así como la consecuencias de la crisis no fueron iguales para todes, tampoco lo son las del crecimiento. A pesar de haber recuperado lo perdido en 2020, la pobreza no ha cedido. Más aún, según datos del INDEC, la disminución de la misma ha sido tan escasa que sigue ubicándose más de 5 puntos arriba de los alarmantes números que dejó el macrismo -40,6% frente a 35,5%. Lo mismo ha ocurrido con la indigencia, que era del 8% en 2019 y hoy alcanza el 10,7%.

Con todo, para entender mejor estos datos es fundamental complementarlos con la evolución del mercado laboral. Allí, se puede observar una importante caída de la tasa de desempleo, que para el 3º trimestre de 2021 se ubicó en un 8,2%, no sólo respecto al mismo periodo de 2020 (11,7%), sino incluso respecto a 2019 (9,7%). De este modo se reedita, en una dimensión sin precedentes, un fenómeno que, desde 1976 en adelante, se ha observado en diversas ocasiones en nuestro país: la existencia de personas pobres con empleo -incluso en algunos casos empleo formal.  

Aquí es fundamental observar el alto nivel de informalidad del mercado de trabajo nacional, (37%) cuya evolución salarial se sostiene constantemente por debajo de la inflación, pero, por sobre todo es esencial observar el deterioro en la distribución de lo producido. Así en el cuarto trimestre del 2021 la participación de les trabajadorxs en el producto alcanzó el 42,7% -si sólo se tiene en cuenta al sector privado la misma es de un 33,8%-. Se trata de la menor participación del trabajo en el ingreso en más de 10 años.

A modo de cierre

Independientemente de lo excepcional del contexto, el panorama descrito dista de ser novedoso. Periodos de crecimiento con aumento de la pobreza, como el ocurrido en la década del ´90, o incluso periodos, como la primera década del SXXI, en el que hubo gran crecimiento y disminución de la pobreza al tiempo que aumentaba la tasa de explotación -la productividad creció más que el salario-, evidencian que no es en el desempeño de la economía, sino en el modo de acumulación que asumió nuestro capitalismo dependiente, en donde se originan las causas del constante deterioro de las condiciones de vida del campo popular. Se trata de un modo de producción aperturista surgido con la dictadura del ´76 y que, no obstante matices entre políticas productivistas y otras más claramente neoliberales, se ha sostenido hasta el presente. En todos los casos, el mismo ha estado orientado fuertemente al mercado externo, en el que nuestro país se especializa en áreas en las que tiene ventajas comparativas estáticas -no las genera sino que vienen dadas en función de su geografía y recursos naturales-, cuyo carácter es primario y extractivo. Esto tiene múltiples consecuencias medioambientales y sobre los territorios explotados, pero también sobre el conjunto del mercado laboral: dado que lo que producen los principales capitales en nuestro país tiene por fin la exportación y no el consumo interno, el salario, antes que una condición fundamental para la reproducción ampliada del capital, es un costo más y como tal debe ser reducido lo más posible.

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Esto es esperable que se agudice con el acuerdo firmado con FMI. De una parte porque, más fuerte o más leve, dicho acuerdo necesariamente implicará un ajuste, que tanto empresarios como el propio Fondo intentarán hacer caer sobre la clase trabajadora. En segundo lugar, dado que la urgencia por la moneda extranjera hará aflorar numerosos proyectos extractivos para su obtención, y en los cuales es lógico esperar, como ocurre con Vaca Muerta y como ha ocurrido con Toyota, la imposición de modelos de precarización laboral, a fin de atraer inversiones. Finalmente, dado que la presencia de las revisiones trimestrales del FMI limitan el espectro de las políticas posibles a implementar, por lo que la posibilidad de un cambio estructural del modo de acumulación se vuelve casi utópica.

Para finalizar, cabe destacar que es cierto que, a lo largo de estos 40 años de gobiernos constitucionales, la situación no ha sido siempre igual. Es una realidad también que la institucionalización de medios de redistribución de la riqueza, como los planes para les trabajadorxs de la economía popular que otorga el Estado, son conquistas fundamentales y son también disputas necesarias que hay que seguir ampliando. Pero también es cierto que si, a pesar de la existencia de estos planes, la creación de empleo y los aumentos salariales, las grandes empresas han ganado mucho más que el resto de los actores sociales, la redistribución del ingreso no ha afectado a ese 1% de la población, cuya acumulación de riquezas hace imposible la vida digna del campo popular. Sin un enfrentamiento de frente contra ese sector; sin un enfrentamiento que incluya las vías institucionales pero que las exceda; que se dé en el marco de las paritarias, pero fundamentalmente por fuera de ellas; sin un enfrentamiento que visibilice y ponga en cuestión la vergonzosa acumulación de riqueza, sin la cual la pobreza no existiría, no se puede aspirar a más que a la existencia de una farsa de derrame, que no por ser inducido deja de ser tal. En todo caso se trata de una aspiración muy pequeña para un pueblo que pretenda vivir dignamente

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