Como en Córdoba, la Patagonia, el Delta.
Es el cambio climático, la sequía, la crisis hídrica, la desforestación, la contaminación, la degradación de los suelos, no es un accidente, ni es un imprevisto. Es la consecuencia del accionar predador de una civilización tan voraz como el fuego
Mientras se pagan, y se negocia como seguir pagando miles de millones de dólares, que fugaron las principales corporaciones y los socios del poder, faltan recursos básicos para contener y reducir los daños.
600.000 hectáreas, el 10% de la provincia está bajo fuego y el gobernador dice “que no se puede hacer nada” y el ministro de medio ambiente se dedica a twitear para lavarse las manos.
Es la agromafia, son los políticos cómplices parte del negocio, los funcionarios ineptos de los gobiernos tanto provinciales como nacionales, tan incapaces como venales. Que se vayan, demostraron que no les preocupa ni al pueblo, ni la naturaleza, la vida está muriendo sin remedio ante nuestros ojos.
¿Hasta cuándo? ¿O es que nos amansaron tanto que toleramos todo? ¿Naturalizamos el horror? ¿Aceptamos lo dado y nos resignamos? Estamos volviendo al medioevo, creyendo en el castigo divino, o que los dioses nos enviaron las plagas, como en Egipto.
No alcanza la queja virtual. Si no salimos ya a expresar nuestra rabia e indignación, si no asumimos ser parte, como en Chubut o Mar del Plata, seguirá pasando y no tendremos futuro, ni nosotros, ni nuestros hijos y nietos.