En
Argentina se viven momentos cruciales en las negociaciones con el FMI. El
gobierno de Alberto Fernandez busca refinanciar el préstamo de 45.000 millones
de dólares obtenido por el gobierno de Mauricio Macri en 2018, el préstamo más
grande que el organismo haya otorgado jamás en su historia y que todos los
analistas clasifican como impagable.
Charlamos con el exviceministro de Defensa de Grecia, Costas Isychos, sobre la
experiencia griega con el organismo. Desde el 2009, el país heleno vive bajo
los contínuos dictámenes del Fondo Monetario Internacional: la implementación
de los planes de ajuste impuestos han sumergido al país en uno de los procesos
más dramáticos de su historia.
– ¿Cómo es que Grecia llega a la crisis del 2011? Momento en que el sur de
Europa se sacudió con enormes movilizaciones y que pareciera ser como un punto
de inflexión en la historia reciente griega.
Costas Isychos: Primero de todo, Grecia acaba de celebrar el año pasado
sus 200 años de independencia. Este es un paralelo histórico con muchos países
de América Latina: en 1821 comenzó la Revolución griega contra el Imperio
Otomano y después de ocho años Grecia ya era un país independiente, entre
comillas, porque por supuesto durante muchos años grandes poderes tuvieron una
política neocolonial con Grecia. Durante estos 200 años de historia, el país
tuvo tres grandes quiebras. En ese sentido, lo que pasó en diciembre de 2009,
momento en el cual nos tenemos que situar para entender la situación con el
FMI, no fue algo nuevo.
Durante el 2009 Grecia firmó el primer acuerdo de ajuste con la Troika. Para
que se entienda, la Troika es un triunvirato que representa a la UE en las
relaciones con sus miembros y frente al exterior. Este triunvirato estaba
formado por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Todo el
proceso de la negociación del primer ajuste fue centralmente con el Banco
Central Europeo. El FMI entró en esta negociación como un manager porque no
tenía una gran deuda con Grecia.
– ¿De dónde venía la deuda con el Banco Central
Europeo?
Muchos de los Estados europeos, por medio del BCE, se volvieron prestamistas
con la entrada de Grecia a la moneda del euro al dejar la dracma, a principios
de la década del 90. Fue en esa época que el país empezó a perder mucha de su
soberanía económica. A la vez, entrando a la moneda única, mucha de nuestra
economía dejaría de manejarse desde Atenas y pasaría a estarlo desde Bruselas.
Al mismo tiempo, empezamos a endeudarnos por grandes compras de armamentos. Grecia es un país con un inmenso arsenal de armamentos, por las tensiones con nuestro vecino Turquía, que en los últimos 15 años se transformó en un productor de armas, cosa que Grecia no logró todavía. A este cuadro, se le suma una tercera cuestión: el endeudamiento de los bancos griegos con los bancos alemanes y los bancos franceses. Así que Grecia, de alguna manera, representaba una crisis económica que comenzaba en Alemania y en Francia.
Todo esto
explotó en el 2009, bajo el recién asumido gobierno socialdemócrata del PASOK, el cual
no pudo manejar esta situación. Tuvo una crisis política, como suele pasar con
todos los países que están bajo procesos de ajustes de tipo FMI.
Esta crisis política se extendió a la representación de partidos, que no
lograron salir de este proceso de ajustes implementados por el capital europeo.
El primer ajuste, acá voy a usar una expresión muy popular en Latinoamérica,
fue un robo a las jubilaciones. Ahí explotó una inmensa crisis. Para que tengan
una idea, la tasa de desempleo de los jóvenes menores de 35 años subió al 50%
en el 2010. Junto con España éramos los campeones del desempleo juvenil.
En este contexto, los partidos políticos empiezan a aparecer en la conciencia
de la gente como partidos dependientes del capital europeo y de la Troika.
Partidos que respondían a intereses fuera de los griegos. El país se sacude con
enormes movilizaciones y el descontento se vuelve cada vez más extendido. El 1
de mayo del 2011, el primer ministro George Papandreou anuncia otra ronda de ajustes, lo cual es respondido
inmediatamente con un aumento de las protestas, huelgas y tomas de los espacios
públicos. La movilización es tan contundente que Papandreou renuncia en
noviembre de ese año.
– ¿Es en ese contexto que surge Syriza?
Syriza se había fundado varios años antes, en el 2004. Pero ahí, entre el 2012
y 2013, comienza a crecer de manera vertiginosa, presentándose como una
oportunidad. Un partido de amplias izquierdas unitarias, que aglutinaba desde
el movimiento comunista hasta la socialdemocracia radical y contaba con mucha
presencia en las calles y en la juventud.
Finalmente, Syriza ganó las elecciones del 2015. Para ese momento estábamos ya
en el segundo ajuste, porque el primero “no alcanzaba”. Todo el establishment
conspira contra el nuevo gobierno. Inmediatamente empieza una intensa campaña
de miedo, que plantea que no hay alternativa más que seguir haciendo lo que se
venía haciendo: seguir con los planes de ajuste. Porque la otra alternativa era
la quiebra.
En ese momento, muchos espacios de la izquierda planteaban algo muy correcto,
en mi opinión, que era realizar una auditoría internacional sobre la deuda.
¿Por qué? Bueno, porque uno no puede pagar algo que no sabe de dónde vino.
Saber quién usó esa deuda y a quién benefició. Lamentablemente, estas respuestas
no se dieron.
Syriza, al poco tiempo de asumir, presionado por el establishment, abandona la
perspectiva de auditar la deuda y romper con la Troika. De alguna manera, asume
el discurso del establishment que plantea que no hay alternativa. Esto provoca
una crisis en la fuerza. El tercer memorándum de acuerdo se firma bajo el
gobierno de Syriza, dentro del cual en aquel tiempo yo era ministro alterno de
Defensa. Esto lleva a que, con el ministro de finanzas, Varoufakis, y otros
ministros más, renunciemos al gobierno: planteamos que no convalidábamos el
rumbo que se estaba adoptando, que no era para el cual habíamos sido electos.
También se retiraron de sus puestos casi 40 diputados. De esta manera, Syriza
perdió la mayoría en el Parlamento.
Teníamos a todos los medios de información contra nosotros, presentándonos como
traidores hacia la causa progresista. Aunque en realidad nosotros habíamos
salido porque el gobierno estaba adoptando una postura contraria a su programa
electoral.
Luego Syriza pierde las elecciones por haber participado con la derecha en nivel ideológico, compartiendo el mismo campo político, usando el argumento de que no hay otro camino, no hay otra alternativa.
– La sensación que queda es que, de alguna manera, Syriza tuvo su oportunidad y esta se termina revirtiendo de manera regresiva. Gana las elecciones del 2015 apalancada por todo el proceso de movilización social y toda esa ilusión y fuerza se va desmovilizando con su gobierno. Un gobierno que en nombre de una especie de “realismo político” manifiesta que “no hay alternativa”, lo cual conduce al reflujo y la desmovilización ¿Cómo ves esto?
– Es así como si estuvieras participando aquí, en esos años tan difíciles para la juventud y los movimientos sociales. En un país de 11 millones de habitantes, entre el 2012 y el 2015, la Plaza de la Constitución, donde está el Parlamento griego, tenía movilizaciones que llegaban casi a 700 mil. Una vez llegó a un millón de personas rodeando al Parlamento, pidiendo que se termine con la deuda, con las reglas de la Troika, y que el país siga otro camino. Que no iba a ser, por supuesto, un camino fácil. El pueblo lo sabía. Sabía que el paraíso no estaba en la esquina, que no se iba a solucionar todo. Era consciente de que había un chantaje de parte del establishment alemán en la Unión Europea, que nos pretendían sacar del euro, y que eso iba a tener grandes dificultades. Pero, también, estaba dispuesto a asumir ese enfrentamiento. Porque, en definitiva, la opción “realista” de seguir con los ajustes ya estaba de por sí generando enormes sufrimientos.
Syriza es chantajeada, de manera brutal. Y termina aceptando ese chantaje, lo cual la convierte en parte del establishment. Así se vuelve parte de un juego político donde se alterna entre la oposición al gobierno, y luego del gobierno a la oposición, esperando su turno. Y ser parte de ese juego político es renunciar a ser una fuerza que trata de cambiar el esquema social, político e ideológico del país.
Y ahí
viene la desmovilización. Hay un sentimiento extendido de profunda caída
anímica, sensible, individual y colectiva. Se vive como una traición de parte
del gobierno hacia los movimientos. Vos ves a gente joven que ya no cree en la
política, que no cree en alternativas.
Al aceptar el chantaje, tenemos que acomodarnos dentro del esquema y el
contexto de dependencia política e ideológica de la Troika, del establishment,
de la Unión Europea. Y señalo esto porque desgraciadamente lo viví como
ministro alterno de Defensa. En aquellos cinco meses que participé nunca
tuvimos participación directa con la OTAN o en los presupuestos de la Unión.
Todo eso lo congelamos y eso fue bueno para la economía. Hay que tener en
cuenta que tenemos nueve bases militares de la OTAN, una de ellas muy cerca del
Mar Negro, la base de Alexandroupolis, que utiliza la flota norteamericana, así
como también una base aérea para drones, para helicópteros, para aviones
norteamericanos y de la OTAN, que está a pocos minutos del sur de Rusia. La
ubicación de Grecia así como estas bases, hacen que tenga un rol estratégico
para el imperialismo, en su enfrentamiento con la Federación Rusa y con China.
Grecia jugó su papel de dependencia y esa dependencia aumentó.
– De alguna manera la ortodoxia económica a nivel internacional plantea que los planes de ajuste del Fondo Monetario, el Banco Mundial, etc., son planes técnicos, que no tienen ninguna orientación ideológica. Desde los movimientos sociales y el campo popular planteamos que esto no es así, que además de mantener una ideología detrás de la economía, estos organismos también funcionan como un ariete del imperialismo. Grecia es una puerta de dos mundos. ¿Cómo jugó esto en las negociaciones?
– Comparto
completamente la idea de que el neoliberalismo no es una filosofía económica solamente.
Es una filosofía dentro de la cual existen cuestiones que tienen que ver con la
geopolítica, con el mundo capitalista, con la globalización del mercado. Donde el FMI, la Troika y
esos organismos son herramientas imperialistas, con las cuales se usa el chantaje, económico y social,
para conducir a un país dentro de los intereses del capital concentrado. La
OTAN, por caso, es el arma de expansión de Washington, que es otra forma de
chantaje y de coacción.
Grecia está al lado del Medio Oriente, al lado del norte de África, con Libia,
Egipto y Marruecos muy cerca. Los aviones espías de Estados Unidos, que tienen
48 horas de autonomía en el aire, salen de la base de Suda en Creta para espiar
al sur de Rusia hasta Irán, y a veces llegan hasta el oeste de China. Así que
Grecia juega un lugar muy especial en lo geoestratégico y en lo militar de
parte de la OTAN en la región. Rol
estratégico que también tiene Turquía, quien no solamente es uno de los
principales actores de la OTAN en este momento, sino que además tiene un papel
importantísimo en los Cáucaso, en el espacio meta soviético, en el sur
de la Federación Rusa, en Kazajstán, en Azerbaiyán, en Georgia, etc..
Y esto es importante porque, para los EE.UU, los grandes peligros son Rusia y China. Así que el endeudamiento, la Troika, también cumple una función de debilitar cualquier autonomía de nuestro país, al que usan como una ficha en su tablero de disputas geopolíticas. A su vez, usaron esas herramientas de sometimiento para desplazarnos de un lugar central a la izquierda y al campo progresista. Para limitar las posibilidades de una alternativa política, distinta a las variables y la alternancia de la representación política del capital.
– Con motivo de la negociación del FMI con el gobierno argentino, la “prensa especializada” estuvo publicando una serie de artículos sobre las virtudes que supuso para Grecia seguir las ayudas e indicaciones del fondo, planteando que el país vive un momento de notables mejoras, tomando indicadores como el riesgo país o el valor de la deuda ¿Qué dirías al respecto?
– Mirá,
te voy a dar algunos ejemplos de esas mejoras de las que habla el
establishment. En Grecia, tenemos 600 mil jóvenes que emigraron del país.
Jóvenes bien formados en su mayoría. Estamos hablando de una emigración de 600
mil jóvenes en un país de 11 millones de habitantes. Jóvenes profesionales que
se van a trabajar al exterior para ayudar a sus familias con el ingreso de
dinero porque el ingreso no alcanza. Se habla mucho de la migración venezolana,
pero la prensa se olvidó de registrar la migración griega.
Grecia pasó de tener la tasa de suicidio más baja de Europa a la más alta. Las
enfermedades como la ansiedad y la depresión se dispararon. Y esto sin
mencionar el incremento de las adicciones a las drogas. Quizás estos sean
algunos indicadores que haya pasado por alto la prensa hegemónica.