El 10 de marzo en el marco de la protesta contra el nefasto acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, se produjo una gran manifestación de repudio y volaron algunas piedras. Como resultado de estos proyectiles se produjeron destrozos en el despacho de la Vicepresidenta. La interpretación de este hecho ha promovido disparatadas teorías conspirativas.
Quienes seguimos siendo optimista creemos, entre otras cosas, que alguna vez vamos a tener buenas facultades de periodismo. Si estos centros de estudios existieran, propondría que los docentes organizaran una clase con sus estudiantes en Plaza Congreso. La tarea sería: ir a la esquina de Hipólito Yrigoyen y Entre RÍos, caminar unos 20 metros hacia Rivadavia y detenerse. Allí los docentes harían a las los estudiantes la siguiente pregunta: ¿Si ustedes quisieran tirarle unas piedras al Congreso, a dónde apuntarían? Y lo que van a tener enfrente es el ala de Congreso, donde están las ventanas de los despachos atacados. No sólo enfrente, sino más cerca, porque el frente del edificio del Congreso tiene una forma de herradura donde los lados que dan a las esquinas de Hipolito Yrigoyen y Entre Ríos y Rivadavia y Entre Ríos están mucho más cerca de las rejas. A “tiro de piedra”. Una vez que hagan esa comprobación los docentes le darían para analizar lo publicado y mostrado por la prensa de derecha, en particular por la Nación Mas y por fuentes ligadas al kirchnerismo, en particular C5N. En los dos casos sostienen que quienes dirigieron las piedras a ese lugar lo hicieron porque se trató de una conspiración. Para la derecha, de grupos de la Cámpora para victimizar a Cristina. Para las fuentes oficialistas la conspiración habría sido creada por militantes o personas pagadas para atacar a Cristina. El tema de la clase de los estudiantes de periodismo sería: “Cómo se crea una fake news”.
Quienes no sean estudiantes de periodismo y quieran sacarse las dudas, simplemente hagan una excursión turística y visiten la Plaza del Congreso, detengase en en ese lugar y háganse la misma pregunta. Puedo asegurar que de la misma forma que quien decide tirarle piedras a un elefante que lo mira de frente le va a tirar a la cabeza y a la parte delantera y no a la cola, todos los que hagan esa prueba van a apuntar al sector del Congreso que fue apedreado. No hacerlo así, seria conspirativo
La
noticia del 10 de marzo fue que el gobierno, con el aporte contundente de los
votos de la derecha aprobó un acuerdo vergonzoso que legaliza la estafa de
Macri. Que se produjo una gran concentración de protesta, donde se produjeron
incidentes, y que el peronismo por primera vez en su historia no resistió en la
calle un acuerdo con el FMI. Quienes apelan a las teorías conspirativas, sobre
las piedras que cayeron en el despacho de Cristina, tienen un punto en común:
Piensan que están hablando con imbéciles. Dan la misma sensación que cuando
escuchamos a alguien del PRO diciéndonos que siempre han actuado con
responsabilidad en el tema de la deuda externa.
Después viene, todo lo demás. Basta ver una foto aérea de la plaza para
advertir que los partidos de izquierda ocupaban el sector que da a Avenida de
mayo y buena parte del centro de la Plaza. Los partidos de izquierda tienen
posición tomada con respecto a no involucrarse en acciones ofensivas como
pedradas, y una seguridad que impide que en su sector estos hechos se
produzcan. Por el contrario la llamada izquierda independiente, más fragmentada
y con características combativas contiene grupos mucho más proclives a realizar
esas acciones. En ese espacio político nadie va a impedir a un grupo que tire
piedras en un momento político en que están firmando un acuerdo nefasto con el
FMI. Su único reparo será que le avisen, para poder replegarse a tiempo. En ese
sector se vieron columnas importantes que se retiraban minutos antes que
empezaron los incidentes. Y desde esa zona de la plaza salieron las piedras y
las bombas de pinturas hacia el blanco más accesible.
El autor de la teoría de la conspiración contra la Vicepresidenta es Aníbal
Fernández que intenta fundamentar su teoría con el hecho que en el mismo lugar
se tiraron bombas de pintura roja, que serían las que habían identificado como
blanco el despacho de Cristina. Que en un escrache u otro acto e repudio
político o sindical se tiren bombitas con pintura, es mas viejo que el hilo
negro. Que esos proyectiles coloridos se hayan convertido en” marcadoras de
objetivos” es todo un hallazgo. Pero no nos sorprende, porque Aníbal Fernández
no es un improvisado en esto de descubrir conspiraciones. Era Secretario
General de la Presidencia de Eduardo Duhalde cuando se produjo la masacre de
Avellaneda el 26 de junio, de 2002. Fue uno de los mentores de la idea de que
ese día se preparaba una acción que se planteaba ocupar el Estado y también de
la explicación “se mataron entre ellos”, con que el gobierno intentó justificar
los asesinatos de Kosteki y Santillán. Alberto Santillán, padre de Darío que ha
promovido incansablemente que los responsables políticos de la masacre de
Avellaneda vayan a la cárcel ha sido concluyente con respecto a este personaje
“Aníbal Fernández no sólo no tendría que estar ahí, ocupando ese puesto, sino
que debería, cuanto menos, estar siendo investigado por la responsabilidad que
le cabe en la Masacre de Avellaneda”.
Los detenidos hasta el momento por los hechos del 10 de marzo confirman que no
se trató de una conspiración. Ocho de ellos son jóvenes de 20 años de promedio,
sin militancia política verificada, y seguramente con muchísima bronca como
muchos jóvenes de barrios populares a los que les han robado el futuro. También
ha sido detenido un militante del Movimiento Teresa Rodríguez. No sería raro
que en los próximos días la trama conspirativa termine apuntando contra alguna
organización piquetera, que sería tan responsable del supuesto atentado contra
Cristina, como fue Altamira y el PO de los saqueos durante la hiperinflación en
tiempos de Alfonsin. Más allá de la pertenencia ocasional a algún grupo
piquetero de la izquierda independiente, los jóvenes de los barrios populares,
como sujeto social van a reaparecer en distintas protestas en los próximos
años. Y lo van a hacer en forma más masiva y con la misma bronca, de la misma
manera que lo hicieron en Chile o en Colombia.
Frente a este fenómeno político que por ahora apenas despunta, resulta claro que
para el macrismo se trata de grupos subversivos que impugnan la
institucionalidad política vigente y su única respuesta es la profundización de
la represión.
En el caso del Frente de Todos, asumirse como víctimas de una conspiración
resulta más soportable que admitir que sus decisiones políticas están causando
malestar popular.
En esta semana, se tratará el acuerdo con el FMI en el Senado y aparece la
posibilidad de que los incidentes se repitan. Los diarios del día siguiente
tendrán dos títulos posibles: “Un Congreso fuertemente custodiado por vallas y
policías, aprobó el acuerdo con el FMI”, o “Se aprobó el acuerdo con el FMI,
con incidentes”. Los dos títulos nos recuerdan hechos y años donde, desde el
Congreso, se tomaban medidas antipopulares.
Fuente: Tramas
Llegué hasta la parte que dice que la izquierda partidaria no se involucra en acciones como las del Congreso, y que en cambio la izquierda “independiente” (nunca se sabe independiente de qué) es mas combativa. En primer lugar se puede hacer reformismo metralla en mano. En segundo lugar, desde el punto de vista de la nota habría que catalogar a Lenin de no combativo por haber frenado las jornadas de Julio. En tercer lugar no logro entender que tiene de revolucionario que un grupo (categoría insecto, piojo o más grande) escindido del movimiento de masas, de su estado de ánimo, conciencia-organizacion pretenda que las masas lo imiten cuál mono. Y último de las jornadas de diciembre de 2017, 4 de los presos son de dos organizaciones partidarias, 3 de ellos se bancaron el juicio, Arakaki del PO y Romero y Ruiz del PSTU. Saludos. Estaré atente haber si la próxima puedo llegar al final de la nota.