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Apuntes en torno a las elecciones colombianas

especial para ContrahegemoníaWeb

Introducción

El 13 de marzo anterior, en Colombia se celebraron dos tipos de elecciones: las “primarias” presidenciales y las elecciones legislativas que renovaban el Senado de la República (“Cámara alta”) y la Cámara de Representantes (“Cámara Baja”).

1. Primarias presidenciales

Estas elecciones “primarias” son una suerte de clasificatorias intrapartidarias para elegir los nombres de las candidaturas presidenciales que competirán el 29 de mayo en primera vuelta, y, de ser necesario, el 19 de junio en segunda vuelta o “ballotage”. No eran obligatorias ni para todas las internas partidarias (por ejemplo, el Centro Democrático de Álvaro Uribe Vélez hizo su clasificatoria previamente), ni para todas las personas que votaban.

En esta consulta participaron 15 personas distribuidas en tres coaliciones: Pacto Histórico, Centro Esperanza y Equipo por Colombia. La primera coalición (“Pacto Histórico”) identificada con el progresismo socialdemócrata, ciertos sectores de la izquierda (parlamentaria y extraparlamentaria) y algunos liberales simpatizantes de Juan Manuel Santos (exuribistas); la segunda formación (“Centro Esperanza”) más vinculada con el discurso “verde”, es decir, derecha socialdemócrata –algunos con simpatías con el uribismo y con el liberalismo tradicional– y la última (“Equipo por Colombia”) de claras simpatías conservadoras, de derecha y de ultra (uribistas, fascistas y mafiosas).

Con un porcentaje de mesas escrutadas cercano al 99,6% puede decirse que hubo un total de 12.233.687 votos, que equivalen al 31,51% del padrón electoral habilitado. Este es el primer dato: hubo una ausencia de voto en cerca del 70% de la población con posibilidad de votar. No es novedad, pero vale considerarlo.

La gran ganadora de las consultas fue la de Pacto Histórico (PH) con 5.806.278 votos (47,46%), seguida por el Equipo por Colombia (ExC) con 4.142.936 votos (33,86%) y cerrando Centro Esperanza (CE) con 2.286.473 votos (18,69%). Así, la gran derrotada es la propuesta “centrista”, generando una sensación de polarización política insuperable.

Ahora conviene ver los resultados hacia adentro. En el PH Gustavo Petro Urrego se alzó con la victoria con 4.487.551 votos (80,51%); seguido por la lideresa popular, feminista, racializada y ambientalista Francia Márquez Mina con 783.160 votos (14,05%); la sigue Camilo Romero, exgobernador de Nariño, con 226.982 votos (4,07%); el cuarto lugar lo ocupó la lideresa Wayuu Arelis Uriana con 54.541 votos (0,97%) y cerró la consulta el pastor caribeño Alfredo Saade con 21.660 votos (0,38%).

Era de esperarse que Gustavo Petro ganara la consulta, por lo que arrojaban las encuestas, pero también porque es su tercera aspiración. Pero, junto a él, la gran ganadora fue Francia Márquez, porque alcanzó el segundo lugar sin experiencia electoral decidida, sin cargos públicos y sin aparato político, superando con creces a un exgobernador y un pastor. Francia representa una nueva forma de hacer y sentipensar la política. En esto, es la contracara de Alfredo Saade dentro del PH.

En ExC, el ganador fue Federico “Fico” Gutiérrez, exalcalde de Medellín, con 2.160.329 votos (54,18%), de quien se dijo desde un principio que era el candidato encubierto (el “gallo tapa’o”) de Uribe y quien, un día después de sus resultados, recibió la adhesión de Óscar Iván Zuluaga, candidato del Centro Democrático (el partido uribista). A “Fico” lo siguió Álex Char con 706.587 votos (17,72%), un barón electoral del caribe, miembro del “Clan Char”, con alianzas históricas con Germán Vargas Lleras y envuelto recientemente en escándalos de corrupción y compra de votos. El tercer lugar de la coalición lo ocupó David Barguil, el candidato oficial del Partido Conservador, con 629.187 votos (15,78%); en cuarto lugar estuvo Aydeé Lizarazo del movimiento evangélico MIRA con 259.510 (6,50%). Y cerró la coalición el exalcalde de Bogotá y excandidato presidencial Enrique Peñalosa con 231.507 votos (5,80%), quien había recibido el aval del Partido de la U.

“Fico” se erige en el gran ganador de esta interna derechista alineando en su aspiración a todos los sectores de derecha conservadora y ultraderecha uribista. Sin embargo, su victoria expresa unos números inferiores a las consultas pasadas de las coaliciones derechistas. De otro lado, los grandes perdedores son Álex Char, David Barguil y Enrique Peñalosa, a quienes no les alcanzó sus maquinarias electorales. Quizás les cobren ser avalados por partidos de la Coalición de gobierno.

Finalmente, en CE ganó Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín, exgobernador de Antioquia y excandidato presidencial de la elección anterior, con un total de 723.084 votos (33,49%). Se ha planteado que Fajardo también tiene simpatías con el proyecto de Uribe. En segundo lugar apareció Juan Manuel Galán con 486.808 votos (22,55%), con la resurrección del Nuevo Liberalismo, el partido político creado por su padre Luis Carlos Galán hace tres décadas. El tercero fue Carlos Amaya, exgobernador de Boyacá por el Partido Verde, con 451.122 votos (20,89%). Más abajo quedó Alejandro Gaviria, exministro de Juan Manuel Santos y exrector de la privada Universidad de Los Andes, señalado de ser “gallo tapa’o” de César Gaviria, el jefe del liberalismo, con 336.385 votos (15,58%). Y en el último lugar quedó Jorge Enrique Robledo, del movimiento Dignidad, expresidente del Polo Democrático Alternativo y referencia visible del MOIR (un partido político de tendencia maoísta), con 161.176 votos (7,46%).

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Aunque Sergio Fajardo ganó la puja, su victoria es relativa, por el número de votos que recaudó en comparación con los ganadores de las otras coaliciones, pero además, porque viene de ser candidato presidencial en las elecciones anteriores. Esta victoria es engañosa y no le alcanzará para avanzar, pues “Fico” ocupa el lugar que el uribismo necesita. Otro perdedor fue Alejandro Gaviria, cuya irreverencia y acidez no le alcanzó para convencer al electorado, ni siquiera arrebatándole el remoquete de “candidato profesor” que ostentaba Fajardo en la elección anterior. Y el otro gran perdedor de esta consulta fue Jorge Robledo, quien obtuvo muchísimos menos votos que hace cuatro años cuando alcanzó su banca de senador por el Polo Democrático Alternativo con 229.276 votos (un 30% menos en esta elección). En las presidenciales anteriores Robledo votó en blanco y en el paro pasado se hizo viral por hacer un cacerolazo en su balcón cuando la gente estaba en la calle.

Por otra parte, pienso que los grandes ganadores son Juan Manuel Galán y Carlos Amaya, quienes no habían participado antes de contiendas presidenciales. El caso de Galán es interesante porque en el mediano plazo puede incidir en las toldas del Partido Liberal (que no tiene candidato presidencial propio desde 1998), sobre todo si consideramos que César Gaviria fue electo presidente a la sombra del padre de Juan Manuel. En cuanto a Amaya, podría perfilarse como opción alternativa nacional en el mediano plazo.

Así pues, el tercer dato que puede extraerse es que no hubo muchas sorpresas en las candidaturas que ganarían, salvo insistir en que el gran derrotado es Sergio Fajardo. Su votación es pírrica comparada con la de los otros dos, pues equivale al 16,11% de los resultados de Petro y al 33,47% de los resultados de Gutiérrez.

La derrota de Fajardo queda aún más evidente si se comparan los resultados de todas las participaciones en las consultas. Allí ocupa el cuarto lugar, por debajo de Francia Márquez (en 70.000 votos) y encima de Álex Char (a menos de 15 mil votos) y David Barguil (cerca de 90.000 votos). En contraposición aparece Francia Márquez como la gran ganadora de las elecciones, con su tercer lugar en el total de los votos por todas las personas que compiten. Francia es un auténtico fenómeno electoral, representa la voz de reivindicaciones silenciadas y a la vez, una perspectiva política distinta. De hecho, pasada la consulta expresó que no la desvelaban los cargos públicos (en relación con el PH) sino la transformación del país, y que esto debía incluir las formas y no sólo los resultados.

En la consulta interna de 2018, Gustavo Petro alcanzó 2.853.731 votos, un millón y medio menos que en estas elecciones. Es decir, que creció electoralmente respecto de su experiencia pasada. Ahora, con sus 4.487.551 votos, casi alcanza su propio umbral en la primera vuelta de 2018 (4.855.069); como tendencia es probable que crezca más, sobre todo si se considera que en la segunda vuelta electoral de 2018 alcanzó los 8.040.449 votos.

Sin embargo, los resultados obtenidos no le alcanzan para pensar tranquilamente en ganar en primera vuelta las presidenciales, pues el total del PH equivale al 47,46%, y su votación personal representa el 36,67%. Así pues, aunque se de la impresión de estar cerca de la victoria, lo cierto es que la distancia no es mucha y el reordenamiento político puede jugarle en contra y “Fico” Gutiérrez parece ser una ficha que permite congregar a la derecha. Para ganar en primera vuelta se necesita del 50% +1 voto, lo que equivale en el padrón que votó en la consulta a 6.117.845 votos; si consideramos el total de participación de la elección presidencial anterior (54,22%), se necesitarían 10.524.076 votos; y, si consideramos el padrón completo hablamos de 19.409.951 de los votos totales. En cualquier de los tres escenarios, Gustavo Petro está lejos. Si quiere ganar necesitará hacer alianzas.

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2. Elecciones del Senado

En las elecciones del Senado de la República hay dos grandes derrotados: la coalición del gobierno uribista y el partido Comunes, que representa electoralmente una fracción de las viejas FARC–EP.

Por coalición del gobierno uribista me refiero específicamente a cinco partidos: Centro Democrático, Cambio Radical, Partido de la U, y los dos partidos evangélicos: Movimiento MIRA y Colombia Justa Libres. El Centro Democrático dejó de ser la primera fuerza electoral para convertirse en la quinta y pasó de 19 a 13 senadores. Cambio Radical dejó de ser la segunda electoral a convertirse en la sexta y pasó de tener 16 a 11 senadores. El Partido de la U abandonó el quinto lugar electoral para ocupar el séptimo y perdió 4 senadores, quedándose sólo con 10. En cuanto a los partidos evangélicos, pasaron de tener 6 senadores (3 cada uno) a 4 (en coalición).

El descenso quizás esté relacionado con un reacomodamiento de las fuerzas políticas. Estos partidos, surgidos en el uribismo, venían de fracciones de los dos partidos tradicionales. Con la crisis del uribismo, puede pensarse que algunos de sus electores “retornaron” a sus nichos, y otros (de corte santista) viraron hacia el PH.

Un dato que queda evidente en las elecciones del Senado es que los partidos tradicionales tuvieron un repunte y afianzaron su aparataje, aunque en el caso del partido Conservador no se refleje en los votos de la consulta por Barguil. De hecho, este partido pasó de 14 a 15 senadores (subiendo 1,01%), convirtiéndose en la segunda fuerza electoral. Por su parte, el partido Liberal pasó de 14 a 15 senadores (subiendo 0,32%) ocupando el tercer sitio como fuerza electoral. No obstante, no crecieron mucho en comparación con las elecciones anteriores, sus rangos electorales se mantienen estables y se reacomodaron.

El reacomodamiento y recomposición expresadas en los dos puntos anteriores nos hace pensar que hay un descenso relativo de la hegemonía electoral construida en el uribismo que en 2018 alcanzó el 48,99% y llegando al 73,99% con la participación de los dos partidos tradicionales. Sin embargo, la hegemonía política de la élite se mantiene incólume. En este momento, con el conservatismo comprometido con la campaña de “Fico” Gutiérrez, dicha coalición se establece en el 21,87%, quedando por definirse qué rol jugará el partido Liberal.

Las viejas FARC–EP, partido Comunes, también fueron derrotadas, pues mantienen sus 5 bancas, producto del acuerdo de paz, pero no sumaron ninguna nueva porque obtuvieron apenas 31.116 votos, equivalentes al 0,19% del total.

Por su parte, el gran ganador fue el PH, convirtiéndose en la fuerza política más votada. Pasó de tener 9 senadores (5 del Polo y 4 de la Lista de la decencia) a tener 19, teniendo cerca del 20% del Senado. Esto en parte a que sumó sectores santistas como Roy Barreras y liberales libres como Piedad Córdoba. Y hay que agregar las dos sillas indígenas, cuyos partidos también integran el PH.

3. Elecciones de la Cámara de Representantes

Los grandes ganadores son los partidos tradicionales. El Partido Liberal fue el que más escaños obtuvo: 32, mateniéndose primero en curules y una amplia presencia nacional (26 circunscripciones), aunque haya perdido tres bancas en comparación con las elecciones anteriores. Y hay que anotar que en el Cesar obtuvo una banca en coalición con el movimiento Colombia Justa Libres. Por su parte, el Partido Conservador ocupó el tercer lugar en votaciones, aumentando cuatro sillas con respecto de las elecciones de 2018, llegando a 25 curules en 15 circunscripciones. Además, tuvo otras elecciones en coalición: en Bogotá con el Partido de la U y en Sucre con el Centro Democrático.

Por supuesto que el PH obtuvo la mayor votación (2.549.276 equivalente al 15,61%) con la que alcanzó 27 bancas en 14 de las 36 circunscripciones, incluida la de nacionales en el extranjero que estaba en manos del uribismo, y ahora será representada por una mujer indígena Wayuu. Además, tuvo 2 sillas en coaliciones con los verdes en Caldas y Tolima. Pero esto no le alcanza para legislar por su cuenta, ni siquiera en coalición con la Alianza Verde que subió de 9 a 11 curules y de 5 a 7 circunscripciones.

Sin lugar a dudas, la gran derrotada también fue la coalición de gobierno uribista: el Centro Democrático perdió 15 curules y dejó de hacer presencia en 6 circunscripciones, aunque hubiera tenido una silla en coalición con el conservatismo. Cambio Radical perdió 14 bancas y dejó de estar representando a 9 circunscripciones electorales, a pesar de sus alianzas territoriales en el Cauca (con MIRA) y en Antioquia (con MIRA y Colombia Justa Libres). Finalmente, el Partido de la U pasó de 25 a 15 curules, y de 18 a 12 circunscripciones, más una en Bogotá en coalición con el Partido Conservador.

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Reflexiones finales

En las tres elecciones se repite más o menos la misma lógica: perdió la coalición uribista, ganó el PH y se consolidaron las maquinarias de los dos partidos tradicionales: liberal y conservador (aunque este último haya descendido aún más).

La victoria del PH no le alcanza para ganar las presidenciales por sus propios medios, ni para legislar por su propia cuenta y riesgo. En las presidenciales, Petro tendrá que enfrentarse no sólo a “Fico” y a Fajardo, sino a Ingrid Betancourt y Rodolfo Hernández. Todas las otras propuestas son abierta o encubiertamente filo–neoliberales, filo–conservadoras o filo–uribistas, y tienen casi todas en común un rasgo “antipetro”. Así pues, los resultados han sido un bálsamo, pero no se puede cantar victoria. Hay que actuar con optimismo, pero que éste no nos nuble la comprensión de conjunto.

Y en las legislativas, el PH necesitará hacer alianzas y por ello, el propio Petro habla de un “Frente Amplio”. La pregunta es ¿con quién? Bueno, en primer lugar con la Alianza Verde (13 sillas), en segundo lugar con el Partido Liberal (15 sillas) y finalmente, de manera marginal con algún conservador advenedizo. En el caso de la Alianza hay tensiones porque varios elegidos son “antipetristas”, por lo cual, no puede hacerse una traslación automática de esos 14 apoyos, y en cuanto al liberalismo (dirigido por el expresidente César Gaviria), habrá una negociación burocrática en puestos claves y alguna revisión programática. Así las cosas, el proyecto del PH apunta a ser aún más descafeinado y socialdemócrata, y las aspiraciones de transformaciones profundas se verán relegadas, e incluso, la idea que suele acariciarse de un gobierno de transición, quedando como un horizonte riesgoso la administración del capitalismo y la recomposición del liberalismo. En últimas, temo que así como el Uribismo fue una reedición del Frente Nacional liderado por el conservatismo, el Frente Amplio de Petro sea una suerte de Frente Nacional comandado por el liberalismo. En todos los casos, por supuesto, el PH es mucho mejor que cualquiera de las versiones derechistas que compiten.

En ningún escenario advierto la posibilidad de pensar un Frente Unido del Pueblo al estilo de Camilo Torres. Sin embargo, no hay palabras definitivas en política pues, como toda obra humana, está sujeta a las contingentes acciones de las personas. En este sentido, el PH también puede servir de fermento para nuevas condiciones de lucha. El principal elemento a considerar es la posibilidad de una intervención sistemática en los mercados internacionales por la vía de una reivindicación nacional –que no es nacionalista de derecha– y nacionales por el camino popular –que no es populismo–. El PH demostró que es posible que una fuerza política exprese unidad en la diversidad, impulse la paridad de las mujeres y abra la puerta a diálogos regionales. Aunque esté lejos de cristalizarse, considero que es un punto de partida interesante, sobre todo por el rol que pueden cumplir en esto Francia Márquez, Arelis Uriana y Camilo Romero, por ejemplo, quienes tienen más ligazones territoriales, regionales y raizales.

Es importante mantener el optimismo de la voluntad, sin sacrificar el pesimismo de la inteligencia, desarrollando un permanente optimismo informado para no dejarnos llevar por los cantos de sirena o los juegos de espejos. Si apostamos desde los sectores populares a un “gobierno de transición”, debemos recordar que este no vendrá por arte de magia tan pronto se gane una elección, sino que hay que insistir en avivarlo y expandirlo. Ser tendencia orgánica y no secta marginal. La lucha parlamentaria se sostiene con la extraparlamentaria, y no al revés. El poder popular no puede confundirse fantasiosamente con la administración del poder instituido por el hecho de creer que un gobierno es alter(n)ativo porque convierte a militantes en funcionarios y funcionarias.

Hay que ver en las próximas semanas cómo se dará el reacomodamiento electoral –alianzas, adhesiones o acuerdos–, propio de cualquier elección, y qué papel cumplirán las bancas de las circunscripciones especiales para la paz que deben ser ocupadas por víctimas. Por lo pronto, el Centro Democrático se unirá a la campaña de “Fico” Gutiérrez y el Partido de la U y Cambio Radical decidieron unificar sus bancadas.

Y estar con los ojos bien abiertos y alertas para observar las dos particularidades electorales colombianas, que pueden presentarse por separado, o como dos tenazas de un mismo cangrejo: el exterminio y el fraude.

En cuanto al primero, hay que atender cuál será la reacción de la ultraderecha paramilitar en los territorios y regiones donde se consolida el PH, y la acción u omisión de los uniformados institucionales, que puede profundizar la barbarie sobre los liderazgos sociales–populares expresados en persecuciones, represiones, estigmatizaciones y asesinatos. Es necesario estar con atención plena al costo humano y comunitario que puede significar el avance político en las regiones, incluyendo a Gustavo Petro Urrego y Francia Márquez Mina.

Respecto del segundo, hay que observar cuál será la movida fraudulenta por varias vías: embolatamiento de resultados, invención de cifras o compra de votos. Recordemos que entre 1990 y 2016 han habido 172 fraudes electorales1. Esta anomalía parece confirmarse en la reciente decisión del Registrador Nacional del Estado Civil, principal autoridad electoral y funcional al partido de gobierno (el Centro Democrático), de pedir un reconteo general de todos los votos, principalmente en el Senado, haciéndose eco de los llamados a desconocer los resultados impulsados por los expresidentes Álvaro Uribe Vélez (Centro Democrático) y Andrés Pastrana Arango (Partido Conservador), quienes señalan que los resultados del PH sugieren a todas luces la posibilidad de una movida tramposa de parte de Gustavo Petro.

La (ultra)derecha colombiana ha demostrado ser eficaz en la combinación de todas las formas de lucha, porque no es un proyecto electoral sino un proyecto que oscila permanentemente entre la hegemonía y la dominación, desde hace más de un siglo.

PS. Las cifras presentadas corresponden a los resultados publicados oficialmente por la Registraduría Nacional del Estado Civil el lunes 14 de marzo. Debido a los reconteos de la última semana, se actualizaron las bancas del Senado con los informes del 21 de marzo, pero no se cotejaron las cifras. En todo caso, consideramos que no alteran las líneas generales del análisis propuesto.

1https://youtu.be/8F6y4Mihexw

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