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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

José Gabriel “Pico” Vazeilles (1935 –2022) y la Historia como militancia política.

Especial para Contrahegemoniaweb

      El 28 de marzo falleció José Gabriel “Pico” Vazeilles, quien fuera Profesor Titular en la cátedra de Historia Social y Latinoamericana en la carrera de Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA desde su fundación. Una vez jubilado fue designado profesor consulto, también Titular de la cátedra de Historia Social General de la Facultad de Filosofía y Letras, la célebre cátedra “B”, en polémica expresa con la visión historiográfica – y también política –  de Luis Alberto Romero. Años antes, en 1973 fue parte del equipo docente que acompañó a Rodolfo Puiggrós en las Cátedras Nacionales, publicó una veintena de libros, folletos militantes e innumerables artículos periodísticos. Solo esa enumeración explicaría la necesidad de estas líneas, in memorian.

Primero fue la acción!

     Sin embargo cuesta saber si eso que es suficiente para comenzar a pensar su obra escrita, su trayectoria académica sería justo con su propia vida. Pienso en Pico – como lo llamábamos quienes lo frecuentamos – , en la laguna Setubal en la cual se hizo recurrente nadador, y recuerdo que fue esa actividad la que le salvó la vida nadando río adentro largos kilómetros cuando intentaba regresar clandestinamente al país luego de participar en la reunión de la Tricontinental en La Habana. Ya con ese dato se muestra la insuficiencia: no fue un académico “puro”. Cuando recupero en mi memoria su paso por la escuela secundaria de Santa Fe, “El  Nacional”,  aparecen allí – inevitablemente – junto a Pico, Paco Urondo y Juan José Saer y entonces uno podría preguntarse acerca de una ciudad, una escuela y un tiempo histórico cuya densidad creó condiciones de posibilidad para que irrumpan tamañas figuras de nuestra historia cultural y política.

     Por eso aquí simplemente, intentaré unos pincelazos rápidos y sin bibliografía sobre Pico, historiador, militante, maestro y compañero.

     Pico efectivamente hizo de la producción “de sentido”, su especificidad, fue un intelectual. Y sin embargo en sus Memorias militantes, él eligió como momento fundacional en su formación una experiencia “anómala” para un intelectual: nos dice que nació a la reflexión teórica desde su experiencia como delegado gremial de un Frigorífico. O sea un Profesor Titular de la UBA  que se concibe como un intelectual forjado desde otro tópico: como diría el Fausto de Goethe tantas veces citado por Lenin o por su otro referente tan querido, Piaget  ¡Primero fue la acción!.

     Fue  desde esa práctica social, junto a esa decencia heredada en la que – como reconoció en la dedicatoria de sus Memorias  – se fue formando el intelectual. Fue la práctica social la que lo invitó a la reflexión teórica, la que mostró los lastres del pragmatismo miope, fue el conocimiento buscado como algo útil para la vida. La escritura de un libro como producto de una necesidad  individual y social – no de un paper– como aporte al ser genérico.

     Y eso fue tan poderoso para Pico que cuando hablaba de su formación no refería a un maestro, sino que primero señalaba su trayecto como militante político reformista y los círculos de estudio ligados a esa actividad. Y reafirmo, centralmente se refería a su experiencia como miembro de esa Comisión Interna del Matadero y Frigorífico Municipal de Santa Fe, que lo tuvo como protagonista central en un largo conflicto obrero, allí donde la lucha de clases dejaba de ser palabras aprendidas en libros para ser una práctica social compleja en la que, como diría el paisano “había que sostener con el cuerpo lo que se dijo con el pico”.

     Fue a partir de esa práctica que el intelectual reflexionó sobre la relación entre partidos y sindicatos, repensó las teorías “Kautsky leninistas” – así las llamaba él –  sobre la conciencia externa de la clase (el Folleto Política y Sindicatos da cuenta de ello), y que retomaría muchos años después en su libro Platonismo y comunicación. Allí aparecen la praxis ayudando a entender las coyunturas históricas en su complejidad: es en el conflicto concreto cuando se debe pasar de la ciencia de la política – tan cara a la tradición marxista – al arte de la política. Es allí en donde también la estrategia de la patronal, o la de los burócratas sindicales se muestran, se observan las estrategias de cooptación, etc.

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     En ese campo fue en donde el intelectual observó los límites de la teoría… eso que muchos años después lo conceptualizaría como adolescencia de la dialéctica. Las insuficiencias de la teoría, o sobre todos los lastres del dogmatismo en una teoría tan vital como es el marxismo.  Allí un primer paso formativo.

     “En el fragor de las diferentes escisiones del Partido Socialista, y en la búsqueda de nuevas alternativas fue que se le encargó un escrito para el Congreso del naciente Movimiento de Liberación Nacional, el “Malena” impulsado por los hermanos Viñas.  Y fue así que Vazeilles – como parte de ese colectivo –se vio obligado a una reflexión sistemática que permitiera repensar el proceso político argentino en el contexto internacional – dirá – marcado “por la consolidación del dominio del imperialismo”, la revolución cubana pero también por las experiencias socialistas “independientes de la URSS” como Yugoeslavia y China; y en el plano nacional la comprensión del peronismo, partiendo “de la posibilidad de compararlo con quienes lo precedieron”. Producto de ese desafío produjo su análisis histórico “y de clase” condensado en Los Socialistas sin dar por cerrado el tema. Porque – consideraba – no podía nacer una “nueva izquierda” sin un balance sistemático de la “vieja”. Un aporte de rigurosidad analítica dejado en el olvido por los fundadores de muchas “nuevas izquierdas” en este tiempo. Y ese primer balance sobre la tradición socialista y sus debilidades, lo retomaría muchos años después incorporando otras experiencias como la del Partido Comunista en su libro La izquierda que no fue.  

     En esa etapa de “alza del movimiento de masas” se produjo su largo periplo – vía la URSS – para llegar a Cuba, al Congreso de la Tricontinental en enero de 1966, la OLAS, la amistad con J. W. Cook, la muerte del Che, la clandestinidad. En definitiva, su experiencia internacionalista. De esa experiencia también dejó registro escrito, un provocativo folleto “Tricontinental: ¿revolución o burocracia?”. Al regreso se sumaría a la CGT de los Argentinos, en su carácter de responsable sindical del MLN, junto a Raymundo Ongaro, Milton Roberts, Agustín Tosco, y Rodolfo Walsh entre otros.

     Sin embargo todo parece indicar que disuelto el “Malena” y agotada la experiencia de la CGTA, la pérdida de organicidad lo llevó a tareas más propiamente intelectuales: el intento de crear el Instituto de Capacitación Obrera, CICSO; la participación en la Cátedra de Puiggrós durante el gobierno de Cámpora; el rol de periodista en el diario El Mundo, vinculado directamente al PRT y al PC; su rol como armador de la colección Siglomundo, en el Centro Editor de América Latina, junto a figuras de la talla de Amanda Toubes, entre otres. Allí mismo publicó una saga de libros de divulgación sin perder por ello rigurosidad: La conquista de América, la revolución Rusa y La revolución China. También de esos años fue su participación en la revista Che, impulsada por el PSA en acuerdo con el PC en momentos en los que se debatía el desencuentro entre la izquierda y el movimiento popular para luego sumarse a Nueva Política, cuya presentación era un programa, “una revista de coincidencias a partir de una perspectiva nacionalista, revolucionaria y socialista” junto a Juan Carlos Portantiero y León Rozitchner.

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     Es interesante observar la tensión con que vivió esa etapa. En sus Memorias militantes estas últimas iniciativas no aparecen ni mencionadas. La pregunta que indudablemente le rondaba era ¿únicamente es militante la acción o la producción específica debe ser considerada también parte de la práctica militante? Inicialmente parecería en esa “negación” que la no intervención directa le pesaba, pese a que en esa etapa siempre trató de buscar cómo hacerlo. Sostuvo debates cotidianos con figuras como Rodolfo Walsh, participó de los diferentes intentos de reagrupamientos de las izquierdas con sus diferentes tradiciones con Raymundo Villaflor, Ortega Peña o incluso manteniendo reuniones con la propia comisión de relaciones políticas del PC, integrada – entre otros – por  Héctor Agosti.

     Luego fue 1974, la Triple A, el inicio de la “contrarevolución preventiva” consolidada con la dictadura, un exilio interno… pero que no amainó su voluntad de reagrupamientos. Así participó de seminarios o círculos de estudio que giraban alrededor de los núcleos intelectuales reagrupados en el CEAL y de donde saldría una de sus  tesis fuertes, expresada en dos libros: La ideología oligárquica e  Ideologías de mercado y del estado.

     Finalmente, con la restauración democrática se incorporó en el refundado Partido Intransigente.   

De la política a la cátedra, revisando la intervención posible pero necesaria

Sociales y AGD

     A partir del nacimiento de la Carrera de Ciencias de la Comunicación, Vazeilles se incorporó como Profesor Titular a la Cátedra de “Historia Social Argentina y latinoamericana” que sostendría hasta su jubilación. Allí fue su reencuentro con las nuevas generaciones y es el lugar desde el que intentó repensar el proceso histórico partiendo de la precisión lograda sobre algunos criterios metodológicos y conceptuales, puntos que no fueron menores en su obra.

     Inspirado en detenidas lecturas de primera mano de las Obras Clásicas de Hegel, Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Mao o su siempre presente Georg Lukács, reelaboradas “con cabeza propia” concluyó en un método de análisis alejado de cualquier economicismo. Partiendo del análisis del proceso productivo y la estructuración económico social sostuvo en el prólogo  a su Historia Argentina, avances y retrocesos en la economía y la sociedad nacional que “la política no es un mero reflejo” de esos problemas “sino que – partiendo necesariamente de esas cuestiones y de las tendencias contrarias que lo expresan – es también resultado de respuestas y proyectos que dependen de las culturas políticas, elaboradas según el grado de desarrollo que tienen las distintas visiones del mundo y conciencia de clase”.  Ese libro fue justamente producto de su práctica docente con estudiantes y elaborado de manera escrita luego de esas puestas a prueba. Allí sistematizó los procesos económicos y políticos, retomó viejas preocupaciones y ordenó su visión – entre otros tópicos – del peronismo bajo un título sugerente: “De Perón el grande a Perón el pequeño”. Este texto debe completarse con sus trabajos sobre aquella ideología oligárquica y los balances de las tradiciones de las izquierdas. 

     Incluso instalado como Profesor Titular de la UBA siempre estuvo presente aquella matriz forjada en su largo itinerario político: Pico fue parte del limitado contingente de profesores titulares de Cátedras que se atrevieron a participar en la fundación de un gremio clasista y combativo en la UBA, la AGD, para enfrentar al sindicato propatronal ADUBA. Y Pico lo hizo  junto a otres destacades profesores – y me atrevo a mencionar a algunes pocos sabiendo ser injusto – como  Adriana Calvo, Cristina Ibarra, Carlos Mosquera, Enrique Oteiza, Inés Izaguirre, Carlos Mangone, José Castillo, Beatriz Rajland, Eduardo Grunner, Pablo Rieznik, Claudio Katz, Federico Schuster…  Tampoco dejó de poner empeño en su búsqueda de unidad de las izquierdas participando en Revistas como Reunión o  participando de Herramienta en la búsqueda dereflexión crítica, o frecuentando e interviniendo en los espacios políticos culturales de las Madres de Plaza de Mayo.    

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    El año 2001 lo encontró militando nuevamente junto a su compañero e histórico dirigente socialista Alexis Latendorf en la campaña electoral junto al Partido Obrero, para luego hacerse cargo del Despacho del reciente electo legislador por la ciudad de Buenos Aires. Digamos que ese año por las izquierdas y en diferentes listas ingresaron al parlamento de la CABA dirigentes históricos de esas tradiciones como Jorge Altamira (PO), Patricio Echegaray (PC), Luis Zamora (Ay L)y el mencionado Latendorf. 

En esa etapa de breve optimismo vuelve a la tribuna política y cuando se produjo la pueblada de diciembre del 2001 e irrumpan instancias autoorganizativas acompañará dando charlas sobre el “presente histórico” en las Asambleas de Parque Avellaneda y Plaza Irlanda o en donde fuese convocado.

Hacia Filo

     Desde los prolegómenos esa crisis abierta en el año 2001 la Facultad de Filosofía y Letras vivía un debate respecto a la estructurante Cátedra de Historia Social General, a cargo de  Luis Alberto Romero. En ese momento surgió desde un colectivo docente y estudiantil la iniciativa de abrir una Cátedra paralela con otra perspectiva teórica. No había mucha voluntad dentro del campo académico de asumir tamaño desafío contra lo que era el verdadero establishment universitario, espacio de poder por donde transitaban concursos, becas, viajes y todo aquello que la Ley Superior Universitaria había consagrado. Fue la vena política de Pico, la que lo volvió a poner en el centro de esa batalla (junto a un colectivo de profesores destacados como Claudio Spiguel, y otros jóvenes docentes) para aportar desde su especificidad intelectual, para impulsar la producción de un sentido contrahegemónico.

     Néstor Montaño, veterano dirigente gremial de ATE y docente de la Cátedra B en Filo, quien militó en el Partido Intransigente (PI) con Pico recordó que cuando el movimiento docente – estudiantil  conquistó esa Cátedra B de HSG y fue su inauguración en el Aula Magna “Che Guevara” sonó la voz del político, del intelectual José “Pico” Vazeilles generando que les alumnes finalmente de pie estallaran en aplausos. Y nos cuenta Néstor “sobre esa sensación de felicidad”. Porque eso era para Pico la lucha: su razón de ser, la lucha por la felicidad de las masas.    

     En esos años,  su producción intelectual se volcó decididamente a una relectura de la Historia universal, desde el “presente histórico”,  incluso atreviéndose a polemizar y revisar al  propio Carlos Marx. La proliferación de libros de esos años dan cuenta del desafío asumido, de cierta claridad de que ese iba a ser – como alguna vez dijo – su aporte a la revolución y por eso lo hizo casi con la urgencia del tiempo vivido/ transcurrido: El presente histórico y la Historia Universal, otro paso para salir de los túneles del viejo topo; El pantano Argentino y el remolino latinoamericano, Siglo XXI, crack capitalista, debate y recomposición del materialismo histórico y La Actual gran crisis mundial del capitalismo, junto a cientos de apuntes, papeles, notas y breves artículos que enviaba casi cotidianamente. 

     Sin embargo, ese intelectual orgánico de las clases subalternas, sin organicidad partidaria ni espacio colectivo para afrontar con paciencia las diferencias puso también en evidencia rasgos de un tipo afectivo, cálido aunque también testarudo, hasta hacerlo caer en algunos momentos en su desdeñado personalismo. Aquellas tensiones que lo acompañaron entre el trabajo intelectual, la militancia política y una personalidad exultante sin continente para coagular los debates lo tornó más “enojón”, seguramente cometiendo algunas injusticias, como todes.   

     Pico fue un maestro entrañable. Intenso, cascarrabia, personalista, arbitrario pero culto, lector profundo, sólido en sus planteos teóricos, polemista agudo, con cabeza propia para pensar la Historia. Y pensó y actuó para transformar al mundo. Fue producto de un tiempo y de la pasión de un convencido. 

     Alejado desde hace ya muchos años de la vida pública, su cremación fue íntima sin dar cuenta, en un punto, de su vida volcada casi centralmente a lo público, a la Polis. Su militancia política y su producción intelectual merecerán ser estudiadas y reubicadas en una larga listas de intelectuales sobre la cual las izquierdas aún “no tiene beneficio de inventario”.

     Y seguramente a Pico como a todes elles les cabría aquel poema de Ernesto Cardenal cuando ante tantos olvidos clamaba en el Epitafio al poeta nicaragüense Joaquín Pasos  “Pero recordarles cuando tengáis puentes de concreto, grandes turbinas, tractores, plateados graneros, buenos gobiernos”. 

                                                                                            Boedo, 6 de abril de 2022

Julio Bulacio Fue docente en las Cátedras en que “Pico” fue Profesor Titular y compañero de militancia en la AGD UBA. 

2 thoughts on “José Gabriel “Pico” Vazeilles (1935 –2022) y la Historia como militancia política.

    1. Muy valioso poder asomarse a una vida de militancia en la que se conjugaran el intelecto y la acción, el pensar y el hacer. Impecable resumen Julio; emociona y alienta una trayectoria como esta; importante dejar constancia de su vida militante; excelente reseña.

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