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Elecciones en la UOM: “el mismo perro, con distinto collar”

El proceso electoral que culminó con la salida de Antonio Caló a fines del pasado marzo es analizado por diferentes medios como “el recambio sindical más importante del movimiento obrero argentino en décadas”. ¿alcanzan estas dimensiones el recambio producido en la UOM?

El secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica, Antonio Caló, fue desplazado después de estar 18 años en la seccional Capital y en la dirección nacional del gremio. Luego de la muerte de Lorenzo Miguel, las dos agrupaciones que estaban a la sombra (La “Rucci” y la “Vandor”) cerraron en este gris personaje como sucesor y como prenda de unidad, pero previamente acordaran que la mayor parte de los aportes de los afiliados quedará en manos de los jerarcas seccionales. Con la salida de Caló se corta una tradición de décadas donde la seccional Capital ponía al secretario general y Avellaneda al adjunto. El heredero del “Loro” se queda solo en la seccional Capital. El nuevo secretariado general de la UOM estará encabezado por “el Perro” Abel Furlán de la Seccional Campana yen la secretaría adjunta quedó en Naldo Brunelli de la Seccional San Nicolás, un burócrata sindical histórico de la Seccional San Nicolas que se mantiene en su cargo desde hace 40 años.

Las elecciones en la UOM son indirectas. Es decir que lxs trabajadorxs no votan al secretariado nacional, sino que solo votan a los dirigentes en las 54 seccionales y los congresales. Las elecciones seccionales anticiparon el carácter de los cambios. En varias seccionales hubo listas opositoras, pero estas no fueron producto de un trabajo sindical de base, sino que son rupturas en las propias conducciones seccionales (Quilmes, Morón, Avellaneda, etc.)

Un dato simbólico que fue prefigurando el cambio por venir, fue el triunfo en la seccional Quilmes de Adrián Pérez, quien con el apoyo de la Intendenta camporista Mayra Mendoza desbancó al secretario general durante casi cuatro décadas, Francisco Gutiérrez, “El Barba”. La Lista Naranja del Barba Gutiérrez, La Lista Azul de Dganski en La Matanza, el regreso Piccinini a la histórica seccional Villa Constitución, entre otros, fueron parte del último recambio sindical en las seccionales; cuando se impusieron en las elecciones de 1984 a sectores colaboracionistas con la dictadura genocida; su bandera de “¡No a la burocracia sindical! con el correr del tiempo se fue arriando, para formar parte del mismo modelo sindical.

Las causas de la salida de Antonio Caló

Los motivos del cambio de mando en la UOM combinan varios factores. En primer lugar, no podemos dejar de señalar como marco más general, la persistencia de la crisis del modelo sindical argentino. No solo por las constantes divisiones por arriba que atraviesan los sindicatos. La crisis se expresa en que más de la mitad de los trabajadores no tiene filiación sindical y, lo que tal vez sea peor, en que en una mayoría de los lugares de trabajo no existen delegados ni forma alguna de organización gremial. Se llegó a esta situación por múltiples factores: los efectos a largo plazo del terrorismo de Estado que se ensañó con el activismo obrero, las derrotas sufridas cuando la ofensiva neoliberal y los subsiguientes cambios en la organización del trabajo, las persecuciones y prácticas antisindicales de las patronales, el impacto subjetivo de la fragmentación conducente al individualismo y la pérdida de confianza en la acción colectiva. Pero la burocracia carga también con su propia e inmensa responsabilidad en todo esto: porque algunos fueron colaboracionistas e incluso delatores de la dictadura militar sin que al resto de los “compañeros” dirigentes se le moviera un pelo, porque se adaptaron al neoliberalismo asumiendo el perfil del “sindicalismo empresarial” y convirtiéndose muchos de ellos en empresarios, porque se ponen de acuerdo con las patronales para detectar y hacer despedir a los compañeros insumisos, porque la estrechez corporativa de cada sindicato promueve activamente la división e incluso el enfrentamiento entre los trabajadores. Por todo esto, la realidad es que hoy la gran mayoría de los trabajadores siente un profundo rechazo ante estos dirigentes millonarios y el aparato con rasgos mafiosos en que se apoyan. Son considerados, con sobrados motivos, un cuerpo extraño, motorizado por sus propios intereses y potencialmente peligroso. Estas causas no son ajenas al modelo sindical del mayor gremio industrial del país.

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Otros factores más coyunturales: tenemos, por un lado, un episodio de la interna entre el kirchnerismo y el albertismo, en el marco de la disputa del Frente de Todos. Los desplazados no solo juegan en esa interna con el gobierno de Alberto Fernández, sino que anteriormente formaron parte del armado de Randazzo en el 2017. Por otro lado, en las fábricas y talleres se vive una dramática situación salarial. La mayoría del gremio está por debajo de la línea de pobreza que es de 78.624 $, el grueso cobra en mano sueldos que van de los $55.000 a los $70.000. todos las mirada e insultos señalaban a Caló como el máximo responsable de la constante pérdida salarial, que ha dejado por el piso el salario de los metalúrgicos. El orgullo de ser metalúrgico, un gremio cuya paritaria de la UOM era la “referencia” nacional para los otros gremios, ya hace muchos años que no es esta la realidad y con ello la presunción de “ser metalúrgico” paso a ser un saco roto, que solo usan los propios burócratas sindicales que hace años que no pisan una fábrica.

¿Hay realmente un cambio de rumbo con la conducción de Furlan y Brunelli?

 El “perro” Furlán sale de la empresa Tenaris (anteriormente Siderca) del grupo Techint y en 2004 llega a la directiva de la Seccional Zárate – Campana, después de haber estado despedido durante un tiempo. Lo reincorporan gracias a la gestión de Ángel Recupero ante el mismísimo Rocca, y consigue, al poco tiempo, posicionarse como Secretario Adjunto. Su carrera se acelera con la muerte de Recupero, a partir de ahí inició una renovación en toda la directiva, sacando y despidiendo a todos los allegados a Recupero, que eran fundadores de la lista Violeta. En la actualidad, mediante mecanismos poco democráticos se persigue cualquier tipo de oposición consiguiendo una mayoría casi absoluta del congreso de delegados y de esta forma no hay prácticamente ninguna participación desde las bases y el propio congreso de delegados solo funciona para situaciones estatutarias y no para organizar y decidir la lucha salarial y las condiciones de trabajo.

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La biografía del “Flaco” Brunelli es mucho más extensa, ya que está dirigiendo la seccional San Nicolas hace 39 años.  En 1964 entra en la planta de SOMISA como repartidor de sándwiches. Tras el asesinato de Rucci en 1973 queda a cargo de la Seccional. Durante el menemismo aparecerá en las primeras planas de los diarios con el proceso de privatización de la emblemática industria siderúrgica y el posterior proceso de reconversión siderúrgica que culminara con miles de trabajadores despedidos. La ciudad del acero es tiempo después la ciudad de la virgen. Dos años después ocupará el sillón de secretario general de la CGT y cínicamente señala que “vamos a tratar de revertir el industricidio”. Las privatizaciones, la reconversión industrial, los despidos y la tercerización ya estaban en marcha; Brunelli y los jerarcas sindicales fueron una pieza clave para qué esta destrucción pudiera concretarse.

Conociendo estos personajes que mantienen una relación y avenencia muy estrecha con Paolo Rocca y el grupo Techint queda claro que no va a ver ninguna renovación sindical que modifique las condiciones materiales de lxs trabajadorxs metalúrgicos. Ambos dirigentes, que dicen defender el Convenio Colectivo, en las grandes plantas siderúrgicas que ellos comandan desde hace muchos años avanza la tercerización y la precarización laboral mediante acuerdos internos por fuera del convenio colectivo.

La precarización (“flexibilización”) laboral

Lxs trabajadorxs metalurgicxs no escapan a la actual fragmentación y dispersión de la clase trabajadora de Argentina. La flexibilización laboral fue junto a la desocupación la principal estrategia de las empresas y el estado para fragmentar la clase trabajadora, debilitándola y avanzando sobre derechos conquistado con años de lucha y sangre de los trabajadores. Esa traición histórica fue posible por el acompañamiento de la mayor parte de la burocracia sindical y política, incluidos los gobiernos peronistas y muchos otros que en los 90 estaban con Menem y hoy se presentan como si nada de eso hubiera pasado.

 En la actualidad, más del 50%de la fuerza de trabajo se encuentra “en negro” o con distintas formas de precarización laboral, y esa es una de las principales causas de la fragmentación y debilidad en los lugares de trabajo. Las grandes plantas siderúrgicas (Terniun yTenaris), a pesar de obtener año a año grandes ganancias, la tercerización producida en los 90 hoy es naturalizada por los dirigentes sindicales. El mismo Brunelli si ingresara a trabajar hoy no podría ser dirigente metalúrgico, sino que si llegará a mantenerse en su puesto en el tiempo pertenecería al gremio gastronómico.   Estas plantas cuentan hoy con la misma cantidad de trabajadores de planta permanente que tercerizados. El fraude es completo ya que algunas empresas pertenecen al mismo grupo Techint y algunas voces señalan que otras empresas pertenecen a los dirigentes sindicales.

Esta situación no solo trae grandes ventajas para las empresas y prejuicios para los trabajadores, sino que la tercerización mata, ya estos trabajadores son enviados a realizar las tareas más peligrosas y muchas veces para ahorrar costos, los envían a realizar tareas que no están capacitados, por esta razón el 80% de los muertos en accidentes de trabajo en la industria siderúrgica son trabajadores tercerizados. Y la UOM, con complicidad del ministerio de Trabajo miran para otro lado, es más en los últimos acuerdos colectivos firmaron un ajuste salarial diferente entre trabajadores tercerizados y permanentes.

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Cambiar de raíz el modelo sindical

La situación de los metalúrgicos no da para más, la pérdida salarial es constante y la precarización laboral sigue avanzado sin dar tregua más allá de los diferentes gobiernos. Las asambleas de fabrica brillan por su ausencia. Los congresos de delegados son una correa de trasmisión de las directivas seccionales, al mismo tiempo que se sigue persiguiendo a opositores.

Los “nuevos” dirigentes no han salido a posicionarse con un reclamo de porcentaje mayor ni de reapertura de paritarias, ni modifican su actitud frente a los despidos, tanto Daporta de Avellaneda como Pérez de Quilmes, no mueven un dedo para reincorporar a los despedidos de Newsan y GRI Calviño.

La vida sindical en los otros gremios no es muy distinta. Hace unos días los grandes sindicatos se reunieron con la Unión Industrial Argentina, para lograr un “acuerdo de precios y salarios”, algo que a esta altura resuena como un eufemismo. Sólo apto para disimular la impotencia frente a la inflación de parte de gobierno y sindicalistas.

Seguramente nos seguirán pidiendo a lxs trabajadorxs nuevos “sacrificios” que pueda acarrear el sostenimiento del pacto con el Fondo Monetario Internacional. Si queremos cambiar, si queremos que los sacrificios esta vez los hagan los que más tienen: los banqueros, los empresarios, los fugadores, no podemos continuar con esta vieja dirigencia sindical. Hay que cambiar, no solo de nombres, sino un cambio de raíz del modelo sindical.

Para lograr ese cambio, necesitamos impulsar valores y experiencias asentadas en el concepto de la independencia política y autoorganización / autoactividad de la clase que vive de su trabajo; independencia de las patronales, el estado y los gobiernos de turno, la iglesia y los partidos políticos. Construyendo también nuevos valores, que no reproduzcan relaciones de dominación, concebimos prioritario que las prácticas antipatriarcales sean parte inherente a nuestra concepción de un nuevo sindicalismo de base.

Impulsar una organización amplia y democrática, plural y de protagonismo popular. Que tenga una práctica clasista y antiburocrática, que pretenda ser un punto de apoyo para lxs activistas, delegadxs y trabajadorxs. Para impulsar la unidad antipatronal y para hacer frente a las organizaciones burocratizadas del movimiento obrero.

Es necesario trabajar para contribuir la unidad, no al “unicato”, sino a la amplia unidad desde las bases, ocupada, precarizada o desocupada. Combatiendo el sectarismo, la fragmentación, el corporativismo, el caudillismo, las prácticas burocráticas y el machismo enquistado en nuestras organizaciones sindicales.

Para hacer estos cambios de raíz, lxs trabajadorxs tenemos un bagaje de experiencias de las que debemos aprender y  sentimos parte: de lxs anarquistas y socialistas que fraguaron las primera organizaciones sindicales, de lxs mártires de la semana trágica y la Patagonia rebelde, de lxs que hicieron el 17 de Octubre, lxs que resistieron el golpe gorila del 55, de Tosco y el cordobazo, de las coordinadoras clasistas de los 70, de los miles de obrerxs desaparecidxs, de lxs que resistieron la ola neoliberal, de Darío y Maxi, de Mariano Ferreyra y del maestro Fuentealba. También es necesario reivindicar elaboraciones teóricas y políticas de más de cien años, desde tradiciones distintas, pero con intereses comunes, de las cuales podemos tomar sus mejores enseñanzas. El Pacto de solidaridad de la FORA en 1904, los programas de La Falda y Huerta Grande, el programa de la CGT de los Argentinos en 1968, las resoluciones del Plenario de Gremios Combativos de Córdoba en 1971, los 26 puntos de la CGT en los ochenta contra el FMI, etc., son una fuente de conocimientos para combinar con nuestra práctica diaria y con aprender de nuestros propios aciertos y errores, en un presente complejo y cambiante. El pueblo trabajador en su conjunto, con su diversidad y sus particularidades, pero también con sus sueños y esperanzas, organizada desde sus bases, es una fuerza poderosa e indestructible que ha sabido protagonizar jornadas gloriosas y precisa encontrar los canales de organización y participación democrática para transformarse en una alternativa superadora para poder dar vuelta la realidad de nuestra clase.

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