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Trabajadoras migrantes y procesos migratorios hacia la Argentina

Sin lugar a duda los procesos migratorios se transformaron en las últimas décadas; estas movilidades humanas durante años, fue estudiada como proceso vivido por trabajadores (masculino) que se movilizaban a otras geografías, con el fin de mejorar sus condiciones de vida en sus lugares de origen.

El análisis de estos procesos, tenían en cuenta, la situación económica en los lugares de origen y de los lugares de recepción, por lo general, lugares que necesitaban mano de obra en algunos empleos. Nadie migra a territorios donde no hay una demanda de mano de obra.  

Estos migrantes (hombres) proveerían a los grupos familiares en los lugares de origen de mejores condiciones de vida, y en algunas ocasiones, se producía la unificación familiar en el lugar de recepción.

En los últimos años, se verifica en los diversos estudios, que estas movilidades humanas se feminizaron, aproximadamente las migraciones según organismos internaciones[1] las mujeres y las disidencias son el 51% de la población que migra por el mundo. En nuestro país, los números son similares según la Primera Encuesta Nacional Migrante de Argentina[2] 2020 (ENMA)

Esta encuesta, señala que la amplia mayoría de las y los migrantes durante el Aislamiento Social, Preventivo Y Obligatorio Y Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), ampliaron las necesidades básicas insatisfechas en la región. El Estado, generó una política para realizar el aislamiento propuesto que solo llego al 20% de la población migrantes, insuficiente. El Ingreso Familiar Complementario (IFE) no ayudó a las familias migrantes.

Como mencionamos, la situación de la pandemia y la política sanitaria implantada visibilizo y en algunos casos generó que estos colectivos estén por debajo de la línea de la pobreza y con Necesidades Básicas Insatisfechas, situación que existía previamente y que la pandemia agravó.  

La migración por razones económicas, políticas o sociales, es una expresión de la crisis que atraviesa el sistema capitalista, crisis que tiene sus bases en el modelo de producción y acumulación. Si bien se registran desde hace siglos procesos migratorios, el contexto del capitalismo en su fase actual, sigue generando y acrecentando estas movilidades humanas. 

EL ESTADO ARGENTINO Y LAS POLÍTICAS MIGRATORIAS HACIA LA ARGENTINA

Nuestro país tiene una tradición en política de Estado para las migraciones, en el marco de la construcción del Estado Nación en el siglo XIX, se promulga la Ley de Inmigración y Colonización Nº 817 de 1876 (también llamada Ley Avellaneda), promovía la migración de poblaciones de Europa con el fin de traer mano de obra calificada y formada en la industria en un modelo de país que se pensaba capitalista. Este proceso migratorio, fue mayoritariamente masculino.

Parte de esta corriente migratoria, obtuvo tierras para colonizar y hacer productiva algunas regiones que desde el Estado se las definía como “desiertos”. La promesa de entrega de tierras no se cumplió, y generó tensiones políticas y sociales que desembocaron en una ley represiva denominada Ley de Residencia de Extranjeros, ley N° 4.144. Se pasa del migrante deseado al no deseado, sospechado.

El Estado, va tener en la cuestión de clase un conflicto no esperado, hasta las primeras protestas, el Estado se había abocado a lograr una asimilación cultural y lingüística de las migraciones europeas y de los pueblos indígenas.

El proyecto se basaba en la idea de un territorio con una raza, una lengua, una religión, con prácticas heterosexuales y capitalista. La diversidad que traían las migraciones, no estaban contempladas en el proyecto de país y de Estado. Ese fue el país del Orden y progreso. En la búsqueda de un ciudadano moderno, capitalista y civilizado.

La mujer solo acompañaba en tareas vinculadas de cuidado en la vida cotidiana. Las instituciones creadas por entonces por el Estado (la escuela, sistema de salud, poder judicial, etc.) acompañaron en esta lógica patriarcal, apoyadas por la traición conservadora vinculadas a la iglesia católica y sus pautas morales.

En 1981, El Decreto-Ley Videla, en el artículo 95 autorizaba al Ministerio del Interior a expulsar extranjeros cuya actividad afecte la paz social, la seguridad nacional o el orden público en el país o en el exterior, sin recurso judicial alguno, y sólo dispone de un único recurso administrativo ante el Poder Ejecutivo.

Este decreto sigue las premisas de la dictadura, la Seguridad Nacional, verá en los migrantes limítrofes el enemigo externo que atenta contra la Seguridad del país, el gobierno de facto acusaba a las poblaciones nacidas en otro país de vínculos con los grupos “subversivos” como se los acusaba a todo grupo disidente con el gobierno dictatorial.

Las políticas hacia los grupos migrantes limítrofes y del continente, eran apoyadas con discursos de defensa del Ser Nacional; Estos grupos se decía traían hábitos higiénicos no civilizados, otras razas no argentinas, eran delincuentes, por lo tanto, pasan a ser migrantes no deseados.

Se empezó entender a los migrantes desde el Estado como sujetos peligrosos y se los criminaliza. Las mujeres no son tenidas en cuenta, aunque ellas son centrales pues años previos a este decreto de la dictadura, se persiguió a grupos de exiliados en el llamado Plan Cóndor, así como a controlar a los grupos de migrantes que llegaban a la Argentina debido a las causas de persecución política y a la situación económicas, sociales y culturales que generaron las dictaduras en sus países (chilenos, bolivianos y otros).

La dictadura articuló con políticas de Estado represivas un sin número de acciones represiva hacia la población migrante, que llevó a que desaparezcan durante la dictadura alrededor de 200 personas nacidas en otros territorios.

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Las leyes migratorias, buscaban (que comentamos hasta aquí), un ideal de migrantes, que respondieran al poder que les permitía la entrada al país con cierta “legalidad”. 

En el 2003, se promulga la Ley de Migraciones nº25.871 denominada también ley Giustiniani, en homenaje al senador socialista que ayudó a su promulgación, en la misma, se introdujo ideas tales como que la Migración como un Derecho Humano y a los migrantes como sujetos de derechos.

Estas ideas innovadora, puso a esta ley entre las mejores del mundo, aunque no tiene una mirada de género, no contiene a la mujer como migrante con un proyecto autónomo al del hombre.

La ley no tiene en cuenta los proyectos que ya se vivían desde la década del 90 del siglo pasado, donde peruanas, paraguayas y sectores medios de otros países limítrofes, migraban a la Argentina con un proyecto autónomo a lo de los hombres.

MUJERES MIGRANTES Y SUS PROYECTOS MIGRATORIOS

Estas mujeres, llegaron a cubrir los espacios laborales que los hombres nativos y migrantes y las mujeres nativas no cubrían, como en la industria textil, en servicios y en los empleos vinculados a los cuidados, como las trabajadoras del servicio doméstico y trabajadores de la salud (como auxiliares), otros cuidados (adultos y niños) y en la educación. 

Años previos a la crisis del 2001, las mujeres migrantes empiezan a participar de los comedores populares y aunque es un momento de ruptura con sus proyectos migratorios, participando en estos espacios de resistencia y lucha política en los territorios que habitaban. Estas experiencias han sido importantes para la consolidación de comedores populares.

La diversidad cultural e identitaria que tienen estos procesos empiezan a estudiarse a mediados de la última década del siglo pasado. Hasta ese momento estos movimientos humanos eran estudiados como nacionales y homogéneos.

Producto de los procesos políticos en su lugar de origen, van incorporar la partencia étnica a los procesos políticos que participan en los territorios de recepción, generando procesos de reetnizaciòn en grupos humanos migrantes y de la población nativa.

Las mujeres identificadas con tradiciones ancestrales, empiezan a visualizar no solo sus prácticas culturales (comunitarias, roles familiares, lingüísticas, artísticas, etc.), y en relación a estas prácticas, activan y desarrollan las memorias (recuperando la historia de lucha en sus territorios de origen).

Surge así en las zonas urbanas y las rurales de la Argentina la valorización de mujeres del continente como Bartolina Sissa, Micaela Bastidas, entre otras lideresas de la historia del continente.

Empiezan a valorizar los trabajos e intercambios culturales en la vida familiar a través de prácticas basadas en la reciprocidad y complementariedad. Dos elementos que se usarán en la organización de movimientos políticos en los territorios que habitan.

Los proyectos migratorios de las mujeres, y la organización y luchas antes las crisis, reformularan esos proyectos que dieron origen a la llegada a la Argentina. Ella ya llegaba con una ruptura con el mandato patriarcal en sus territorios de origen, las que eran madres, dejaban sus hijas/os en los lugares de origen al cuidado de otros adultos, por lo general abuelas/os. Por esos años, empezaba a cargar con el mote de “malas madres”.

Las crisis económicas y sociales en el lugar de origen y las persecuciones políticas, fueron las causas de migración más comunes.  Por lo general, después de unos años se producía la reunificación en nuestro país, solo con los hijos y las hijas. Con la migración del siglo XXI, la migración de mujeres hacia la argentina se incrementa.

A partir de mediados de la primera década de este siglo, a los proyectos de las mujeres peruanas, bolivianas y paraguayas, se suman los proyectos de colombianas (por lo general para estudiar y trabajar) y venezolanas.

Estos dos grupos nuevos de migrantes, se incorporan por lo general en los territorios de recepción, a espacios de laborales vinculados a los servicios y atención en comercios y en la población venezolana en algunos casos en trabajos profesionales. En ambos casos, estas poblaciones llegan con instrucción de educación formal alta.

LOS PROCESOS MIGRATORIOS Y LAS TRABAJADORAS MIGRANTES EN ARGENTINA

Los procesos de feminización de las migraciones  se visibilizan y manifiestan en distintas ocasiones en nuestro trabajo en la CM/CM-LIMSyC-FTS-UNLP, donde realizamos nuestro trabajo de campo, en nuestra practica observamos que las mujeres proveniente del último proceso migratorio (en las dos primeras décadas del siglo XXI), se organizan como las migrantes de décadas anteriores, en relación de resolver situaciones económicas que viven, a través de la economía informal, programas sociales y en los empleos ya mencionados.

La economía vinculada a la venta callejera, es un espacio económico en las que las mujeres intercambian estrategias económicas de subsistencia y se apoyan y dan ánimo, tras el fin de la utopía de migración que contemplaba por lo general, el trabajo registrado, buenos salarios y condiciones de trabajos mejores a los de su lugar de origen.

Estos espacios laborales son, además, espacios de intercambio en las estrategias de supervivencia a partir  de los elementos proveniente de la tradición ancestral (y otras tradiciones en el lugar de origen), en estos intercambios se pone en juego las experiencias de supervivencia de las protagonistas, experiencias que tienen elementos traídos de sus territorios de origen, aprendizajes en el proceso migratorio (realizados en los lugares donde migraron previamente) y los realizados en lo local.

En el marco del modelo capitalista neodesarrollista, se desarrollaron diversos programas sociales desde el Estado argentino, cuyos objetivos fue paliar la consecuencia de las reformas neoliberales del fin del siglo pasado, esta política, generó que algunas mujeres migrantes (por lo general bolivianas, paraguayas y peruanas en nuestra región), participaran de estos espacios realizando tareas en comedores, merenderos, obras públicas en los barrios y otras actividades. Entre ellas las de cuidado a las niñeces en guarderías y jardines populares.

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El ASPO Y LAS TRABAJADORAS MIGRANTES

Durante la pandemia, muchas de estas trabajadoras de programas sociales, realizaban actividades de auxiliares en las campañas de vacunación en barrios. Otras en la pandemia, volvieron en las zonas verdes del conurbano bonaerense a trabajar en actividades rurales, pues no tenía la posibilidad de trabajar en el servicio doméstico y talleres textiles de la zona, así, aseguraban un incremento en el ingreso familiar y verdura fresca para alimentar a la familia.

Observamos que muchas mujeres (y sobre todo los hombres) vieron en este proceso un retroceso en el proyecto migratorio, pues se piensa el progreso no solo como bienes materiales, si no, como una superación del trabajo rural por el industrial urbano. Situación que generó diversas tenciones en las convivencias, que se manifestaron en algunos casos en situaciones de violencia intrafamiliar.

Como mencionamos, se cerraron los talleres textiles donde trabajaban mujeres y disminuyó drásticamente los trabajos en la construcción para hombres, pero se generaron algunas actividades laborales en los barrios, en cuidados para las mujeres entre vecinas y en la construcción para hombres. Todos empleos tomados como estrategias de subsistencia. Estas relaciones laborales, generaron, relaciones interpersonales en el barrio no existentes previamente.

El Estado al no cumplir con las demandas del 80% de la población migrante, impulso políticas insuficientes, que ayudó a que se aceite y desarrollen las redes clientelares en los territorios. Donde los liderazgos de las y los migrantes afines a los gobiernos locales tenían otras formas de asistencia. Sobre todo, de las alimentos y ayudas a familias o comedores. La afinidad política acercó una ayuda por demás escasa. Por otro lado, esta práctica política, ayudó a la destrucción de los por entonces débiles lazos de las organizaciones migrantes.

La pandemia, solo reflejo el proyecto político capitalista y sus estrategias de control social. Siendo el eje de estas acciones, la destrucción de las conquistas de la clase trabajadora en todo el mundo, expresándose esto principalmente en la fragmentación de la clase obrera, la precarización y la flexibilización laboral. Las mujeres migrantes pueden dar cuenta por lo narrado hasta aquí de este proyecto.

EL CAPITALISMO Y LAS MUJERES MIGRANTES EN LA ARGENTINA

La feminización del empleo empujado principalmente por la necesidad económica del grupo familiar de contar con un ingreso más, es expresado en argentina comparativamente de la siguiente forma, actualmente el 47, 8% de las mujeres trabaja o busca trabajo, la tasa de ocupación promedio entre el 2017 y el 2018 fue del 43%; a mediados de los años 90 el 40% de las mujeres trabajaba o buscaba trabajo y la tasa de empleo de 34,7%[3].En esta realidad laboral, la mujer migrante se inserta laboralmente.

La feminización de las migraciones, se podrá explicar por múltiples motivos, entre ellos la expulsión de los países de origen, entre ellos, el económico, la social y el político.

Las ocupaciones de migrantes de países limítrofes y Perú, se ubican principalmente en cuatro ramas de actividad: comercio (18,8%), construcción (18,7%), servicio doméstico (16,6%) y la industria textil, confecciones y calzado (6,9%). Pero se advierte una diferencia significativa entre la distribución en la Región Metropolitana de Bs As (RMBA) y los Aglomerados Patagónicos. Justamente, en la RMBA se registra una mayor participación en el servicio doméstico (18,3%) y en el comercio (18,3%). En cambio, en los Aglomerados Patagónicos, se observa una mayor presencia en la construcción (29,0%) y disminuye significativamente la participación en la industria textil, confecciones y calzado (0,3%) lo que se corresponde con el escaso desarrollo de esta industria en la región. Igualmente dentro de la RMBA se diferencia significativamente el Gran La Plata, donde la mayor proporción de ocupados se encuentra en la rama de actividad de la construcción, alcanzando el 48,3%[4]”.

Las estadísticas oficiales dejan ver a las claras que los sectores laborales en los cuales se inserta básicamente y en líneas generales las poblaciones migrantes se caracterizan por no tener acceso a los derechos laborales, lo que genera que, en muchos casos, accedan al empleo a través de favores y deudas a paisanos, generándose así una dependencia afectiva del contratado, que obviamente el trabajador pierde derecho adquiridos.

Como dato significativo, aproximadamente el 60% de las mujeres trabajadoras paraguayas se insertan laboralmente en el servicio doméstico. “El peso de la tradición, a partir de las historias migratorias, y la dependencia de ciertas redes migratorias, se relacionan con las modalidades de inserción laboral de la población migrante en la Argentina y su vinculación con el sector informal. Para el caso del trabajo doméstico, aun cuando desde el Estado nacional en los últimos años se reforzaron políticas tendientes a regularizar la actividad (especialmente la sanción de la Ley 26.844, Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares, en el año 2013), las formas de acceso y movilidad se relacionan especialmente con la recomendación informal entre trabajadoras, lo que suele hacerse entre personas de la misma nacionalidad muchas veces emparentadas por las cadenas migratorias.” [5]. Con contratos sin compromisos formales, las trabajadoras hacen acuerdos laborales “de palabra” sin mediar ningún tipo de formalidad que amerite presentación de documentación ni registros; la modalidad de pago es “por hora” trabajada o por jornada, dejando por fuera del salario descansos, vacaciones, “licencias” por enfermedad, controles médicos, etc. es decir que se trabaja al día y para el día. “Este esquema de la relación capital-trabajo se basa en gran medida en dos cosas: (a) que la trabajadora es forzada a entrar en esta relación porque ella tiene la necesidad, como ser humano, de reproducir su vida, pero no puede hacerlo por sí misma porque ha sido separada de los medios de producción por el capital; y (b) que ella entra en la relación salarial por sus necesidades de subsistencia, lo que significa que las necesidades de “vida” (subsistencia) tienen una profunda conexión integral con el reino del “trabajo” (explotación)[6].”

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Los datos recolectados y las entrevistas realizadas muestran que quienes se encuentran vendiendo su fuerza de trabajo bajo estas reglas deben evaluar si le conviene resolver cuestiones de salud, educación, etc. o perder la jornada laboral (es similar a lo que le pasa a la trabajadora nativa). Cabe destacar que según la dirección nacional de estadísticas y censos (2015) el 77,6% de las trabajadoras domésticas, sin distinción de “nativas” o no “nativas” trabajan en este sector de manera informal.

Las particularidades en las que se desarrolla el trabajo doméstico, favorecen en gran medida a las condiciones de precarización que lo caracterizan. Por un lado, este se desarrolla en el ámbito privado, al interior de los hogares, por lo que todo lo que allí acontece por lo general no trasciende los límites del hogar.

La fiscalización y regularización de las tareas laborales, como de la modalidad de contratación quedan por fuera del control estatal y la mayoría de las veces depende exclusivamente de quien contrata a estas mujeres y de su “voluntad” que la relación contractual se dé dentro de los márgenes que estipulan las legislaciones laborales y de la seguridad social vigentes. Por otro lado, la posibilidad que estas trabajadoras tienen de organizarse colectivamente es escasas y dificultosas.

Las largas jornadas, la modalidad de trabajo individual, las políticas y legislaciones de los sindicatos tradicionales, conllevan a que queden muchas veces excluidas de todo tipo de organización colectiva formal desde la cual pelear por mejoras en sus condiciones laborales y mayores derechos. “El 73,5% no percibe descuento jubilatorio, el 69,2% no cuenta con vacaciones pagas, el 68,1% no percibe aguinaldos, 72,2% no percibe el pago en caso de enfermedad, 72,6% no cuenta con cobertura de salud mediante obra social.”[7] 

En las encuestas realizadas, en las entrevistas, como en las situaciones que hemos acompañado desde la CM/CM-LIMSyC-FTS-UNLP, se repite una y otra vez el relato que marca que al desconocer las legislaciones, no pueden actuar con libertad, produciendose por ejemplo al recibir programas sociales que en muchos casos son incompatibles con el trabajo formal, al ser escaso los ingresos por los trabajos formales, suelen optar por el no registro de las tareas laborales para conservar el programa social, tomando este como un complemento salarial al escaso salario en el servicio doméstico. Sin dudas, una estrategia de supervivencia que responde a las necesidades imperantes en la cotidianeidad, renunciando a la sola idea de proyectar a futuro, por ejemplo, al renunciar a su vez a los aportes jubilatorios. Es complejo proyectar el futuro cuando responder a las demandas del día a día muchas veces se reduce al hecho de sobrevivir.

Por otro lado, durante los primeros días del ASPO, muchas trabajadoras del servicio doméstico, fueron retenidas[8] por sus patronas/es para trabajar en sus casas, para tal fin, retenían la documentación del país de origen y/o el DNI argentino y las obligaban a quedarse en la casa donde trabajan, sin días de descanso y superando las 12  horas laborales por jornadas, que en muchos casos, no les pagaban en tiempo convenido.

ÚLTIMAS PALABRAS

En este breve ensayo intentamos dar cuenta del lugar de las mujeres en los procesos migratorios hacia la Argentina y el proceso de feminización de estos procesos en lo últimos años.

El Estado argentino, propuso políticas que estimulaban la migración en los últimos 160 años hacia el país, estas, asignó a la mujer el rol de las tareas de cuidado en las tareas de reproducción social que la cultura patriarcal asigna y el capitalismo reafirma, desarrolla en su beneficio.

El Estado, en su proyecto político construye prácticas culturales hegemónicas, en las políticas sociales y en las políticas públicas en general. En estas las mujeres migrantes, suelen caer como estrategia de supervivencia.

Otro elemento que se intentó analizar fue como se reflejó en lo expuesto la situación socioeconómica de los migrantes durante la pandemia, y principalmente, las mujeres migrantes. Observamos que la situación se agravó. Las condiciones laborales en las que se inscribe gran parte de este sector poblacional se vieron atravesadas por el ASPO y por la insuficiencia de los recursos del Estado destinados a amortiguar los efectos de la crisis; el IFE, como principal herramienta utilizada durante la pandemia, dejo por fuera a gran parte de la población migrante.

La situación se visualiza en las cifras alarmantes del crecimiento de la pobreza en estos últimos años. En este contexto numerosas mujeres se pusieron al frente de organizaciones, como comedores, merenderos, ollas populares entre otras organizaciones. Generando desde esos espacios, organización y acción política directas articulando con diferentes sectores de la clase trabajadora.

Un ejemplo de esto, fue la toma de tierras de Guernica, encabezada  principalmente por mujeres, muchas de ellas migrantes, jefas de hogar, que desde las cuestiones más cotidianas expresaron, la problemática de la tierra y la vivienda, cuestionando las relaciones entre las inmobiliaria con el Estado.  

La crisis actual del sistema capitalista y el proceso migratorio que se genera en mundo globalizado, pone a la mujer en los escenarios que vivimos y se expresa la lucha de clases.  

Autores: Lic. En Trabajo Social Erica Sechi y Lic. En Trabajo Social Diego Fernando Bermeo

Este trabajo es una introducción a la temática y está en relación a la participación de los autores en la Coordinadora Migrante/ Consejería para Migrantes del Laboratorio de Investigación Movimientos Sociales y Condiciones de Vida de la FTS-UNLP

Imagen principal: pintura de Philipp Anaskin


[1] Ver para más datos La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) https://www.iom.int/es

[2] Primera Encuesta Nacional Migrante de Argentina (ENMA) realizada en el 2020 https://drive.google.com/file/d/14Mz_2ZF4nd1jxuk1tQdJ0t9F6mZnHslB/view

[3] INDEC https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-4-31-58

[4] HERMANOS LATINOAMERICANOS. Su inserción laboral en los aglomerados con mayor presencia migratoria Equipo de Estudios y Estadísticas sobre el Mercado de Trabajo Dirección General de Estudios

Macroeconómicos y Estadísticas Laborales – MPyT – Septiembre de 2018

https://www.trabajo.gob.ar/downloads/estadisticas/insercion_laboral_trabajadores_migrantes.pdf

[5] Ana Inés Mallimaci y María José Magliano “Mujeres migrantes sudamericanas y trabajo de cuidado en dos ciudades argentinas” Odisea. Revista de Estudios Migratorios Nº 5, 5 de octubre de 2018. ISSN 2408-445X

[6] En Tithi Bhattacharya Reproducción social del trabajo y clase obrera global

[7] En https://www.ambito.com/informacion-general/trabajo/dia-internacional-del-domestico-las-problematicas-que-expuso-la-pandemia-n5119102

[8] Estos hechos fueron denunciados por la CM/CM-LIMSyC-FTS-UNLP y articulamos con abogados para hacer las denuncias formales

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