Hacer una caracterización de las condiciones de trabajo en el sector de la Salud, es imposible sin tener en cuenta tres cuestiones que atravesaron la vida de la clase que vive de su trabajo en estos últimos dos años. Por un lado la pandemia de COVID19, por otro la legalización del aborto y como tercer elemento el ascenso de Juan Manzur como jefe de gabinete de la presidencia de Alberto Fernández.
Los dos últimos años de pandemia dejaron al descubierto las precarias condiciones de trabajo de las mujeres e identidades disidentes, lo que veníamos denunciando desde nuestras construcciones sindicales desde hace décadas.
Nuestro trabajo son tus derechos
En Tucumán, en el Sistema Provincial de Salud trabajamos unes 19.000 agentes (Murga, 2021), 17.200 son personal de planta mientras otres 2.000 tienen contratos ocasionales según la demanda. Más del 85% de les trabajadores con matrículas profesionales trabajan repartiendo su jornada laboral entre el sub-sector público y el privado. La provincia cuenta con una tasa de 32 médicxs y 44 enfermerxs cada 10mil habitantes, es decir que cuenta con menos personal asistencial que la media nacional (40 médicxs y 52 enfermerxs cada 10mil habitantes) (Min. de Salud 2020)
Esta falta de personal se debe a las condiciones de formación, trabajo y salarial del sector sanitario. Esta situación se ha deteriorado desde la asunción de Juan Manzur a la gobernación de la provincia y de Rossana Chahla cómo ministra de Salud ya que la pérdida del salario real fue superior al 28% desde 2016.

La implementación de políticas sanitarias al inicio de la pandemia de marzo de 2020 resultaron funcionales al gobierno local para desarticular la inmensa lucha que les estatales, especialmente docentes y personal de salud, venían desarrollando en contra el ajuste salarial y la intensificación del trabajo.
El decreto acuerdo 1/1/20 detalla una serie de medidas para la reducción y prohibiciones de gastos, congelamientos salariales, etc. Entre las que se destacan como las más graves la suspensión del pago de la cláusula gatillo a todes les estatales acordadas en las paritarias 2019 y la prohibición de incorporar personal en planta transitoria y permanente.
La atención sanitaria en la provincia durante la pandemia estuvo caracterizada por permanentes provocaciones y los maltratos hacia les trabajadores, por el acoso, persecución y hostigamiento a activistas, especialmente agremiades en SiTAS.
La confrontación fue escalando a medida que las condiciones sanitarias y de trabajo empeoraron y en consecuencia se profundizaron las protestas. Traslados, sumarios y suspensiones fueron la respuesta del ministerio de salud de la provincia a nuestros legítimos reclamos. Llegando a extremos que atentan con la libertad sindical como realizar descuentos masivos por la participación en huelgas (en algunos casos llegaron a ser superiores al 50% del salario) y las denuncias penales a la Secretaria General y Adjunto del SiTAS, lxs médicxs Adriana Bueno y Julián Nassif.
Gestión estatal de la pandemia
Aun así, las cartas ya estaban echadas y a pesar de los escasos y represivos intentos, la dispersión del virus en un territorio de alta densidad y pobreza se masificó a mitad del 2020 y con ellas llegaron las infecciones y la muerte por Covid19. De acuerdo al último reporte del 26/12/2021, reconoce que -aún sin contar la 3era Ola- en Tucumán se infectaron de Sars Cov 2 algo más de 7200 trabajadores de la salud de los cuales fallecieron 67. Si bien en nuestro relevamiento sindical el número de compañerxs muertxs supera el centenar y esa polémica con el ministerio de Salud le costó la continuidad laboral al médico Juan Paz por denunciar la falsedad de las cifras oficiales. Durante la pandemia se dieron en Tucumán los índices más altos de contagio y muertes del país, hecho ante el cual el gobernador Manzur, irónicamente de profesión médico, fue ascendido a jefe de gabinete y Rossana Chahla principal candidata del peronismo en las elecciones legislativas de 2021.
Jornadas más largas y mayor volumen de trabajo
Si bien no hay datos públicos de la provincia, la división sexual del trabajo en salud es muy distinta a la del resto del país. En Argentina (East, Laurence, López Mourelo, 2021) el 70% de la fuerza de trabajo del sector salud es realizada por mujeres. También podríamos decirlo de otra manera: el 9.8% de mujeres ocupadas se desempeñan en el sector de la salud, mientras que esa tasa en varones apenas llega al 3.6%. A pesar de esa representación, la mayoría de las mujeres tenemos ocupaciones técnicas (enfermeras, parteras, etc.), las profesiones vinculadas a la gestión administrativa y en los servicios de limpieza y gastronomía. Por el contrario, la gran mayoría de varones del sector de la salud se dedica a ocupaciones profesionales (médicos, farmacéuticos, etc.) o gerenciales.
Si bien las trabajadoras de la salud presentamos ingresos promedios superiores al resto de trabajadoras asalariadas, más de la mitad de nosotras (53.9%) vivimos en hogares con ingresos mensuales inferiores a dos salarios mínimo, vital y móvil (SMVM) y nuestros salarios se sitúan significativamente por debajo de los percibidos por los varones del sector. Además el 20,4% de las trabajadoras del sector son informales y por lo tanto presentan muy baja cobertura de ART (11.3%), obra social (25.7%) y licencias por enfermedad (22.8%). Esta mayor informalidad implica -en los hechos-, un menor acceso a mecanismos de protección esenciales agravados en el contexto de pandemia (East, Laurence, López Mourelo, 2021).
Incremento de la carga de cuidado
Las políticas sanitarias para evitar la propagación del SarsCov2 se centraron en el aislamiento social y el cierre de escuelas y otros espacios de cuidado. Con esto se aumentó el tiempo que las familias dedican a este trabajo no remunerado, que recae históricamente sobre todo en las mujeres. Una situación que se agrava si tenemos en cuenta que una proporción muy alta de las trabajadoras de la salud son jefas de hogar (48%) con niños, niñas, adolescentes y personas mayores a su cargo. (East, Laurence, López Mourelo, 2021).
Durante el aislamiento social impuesto, se agregaron 4 horas al promedio diario de trabajos de cuidados (D’Alessandro, O’Donnell, Prieto, Tundis, Zanino 2020). Por lo que entre las exigencias como trabajadoras esenciales, durante la pandemia muchas trabajadoras de la salud debieron demandar a sus redes familiares para resolver el cuidado de sus niñas y niños. En general además a otras mujeres (hijas, hermanas, madres, suegras, cuñadas), combinando su trabajo remunerado con tareas de cuidado no remunerado en sus hogares, muchas veces mono-marentales. Realizan casi una hora más por día de trabajo doméstico no remunerado en comparación con sus colegas varones. Si bien la brecha es inferior a lo que se observa para el resto de actividades laborales, resulta significativa si tenemos en cuenta las largas jornadas de trabajo que caracterizan al sector.
Está registrado (East, Laurence, López Mourelo, 2021) que las trabajadoras de la salud destinamos el promedio más alto (10%) de tiempo que el resto de las trabajadoras en el traslado, 10% más el transporte público que otras trabajadoras y por lo tanto más expuestas a viajar en malas condiciones.
Debido a las características de la actividad que realiza el personal sanitario, además de los riesgos asociados al trabajo específico, se le suma una mayor prevalencia de episodios de violencia y acoso laboral (OIT, 2019). En Argentina, el riesgo dentro del sector es significativamente mayor en las mujeres que en los varones. En este contexto de pandemia, las trabajadoras de la salud estamos expuestas a múltiples formas de violencia (por ejemplo, acoso, hostigamiento y/o maltrato psicológico, entre otras). Esta se produce en los lugares de trabajo y en la vía pública, pero también en los hogares. (ONU Mujeres, 2020).
Eso que llaman militancia es trabajo estatal gratuito
A las barreras de acceso que históricamente se nos imponían a las mujeres y personas con capacidad de gestar en Tucumán, en relación a la salud sexual, procreación responsable y prácticas de aborto, tales como: falta de información accesible y oportuna, falta de visibilización de los equipos garantistas en un sistema caracterizado por la objeción de práctica, falta de turnos, maltrato y percusión, se sumaron las propias de las políticas de prevención de propagación viral y el aislamiento social impuesto: imposibilidad de circular, temor al contagio, reducción efectiva de servicios por personal y equipos afectados y reubicados por la emergencia. (Córdoba, 2020)
La legalización del aborto voluntario y la ratificación del aborto no punible cuando existen causales ocurrida el 30 de diciembre del 2020 significó un gran avance en los derechos no-reproductivos de las mujeres y personas con capacidad de gestar y por lo tanto fue celebrado por los feminismos de toda América Latina. Por otro lado, también significó para algunos equipos de salud multiplicar tareas para cubrir la demanda sin que eso se traduzca en las condiciones de trabajo y por tanto de atención. En el marco de la implementación de una política pública tan sentida por el movimiento trans-feminista sin inversión estatal profundiza con esa precarización la violencia de género que sufren las mujeres y disidencia dentro de las instituciones de salud, siendo quizás las extremas las niñas que son obligadas a parir.
Convenios colectivos feministas
Ante la crisis social, sanitaria, económica y ambiental que vivimos lo que vino a hacer la pandemia fue evidenciar que en el capitalismo cis-heteropatriarcal que vivimos todos los costos de la reproducción social estrechamente ligadas a cómo y quiénes resuelven las tareas no remuneradas.
Por todo lo expuesto, cualquier acción sindical debiera revertir la escasa participación de la negociación colectiva de mujeres, lesbianas, trans, travestis y personas no binarias. Buscando incidir en las formas de organizar el mundo del trabajo para evitar que esas formas se sigan reproduciendo y profundizan la fragmentación de la clase trabajadora. Integrar, ponderar y priorizar reivindicaciones específicas de estos colectivos son en la actualidad una tarea prioritaria de toda organización política/sindical que pretenda transformar las formas de dominación que ejerce el capital y el estado sobre lxs trabajadores y las formas que éstas adoptan específicamente hacia los trabajadores no varones.
Por Lorena Córdoba. Arquitecta. Trabajadora de Salud – Delegada Hospital Eva Perón en el Sindicato de Trabajadores Autoconvocados de la Salud de Tucumán. Feminista. Integrante de la Corriente Social y Política Marabunta.
Bibliografías y Fuentes
Córdoba, Lorena (2020) ¿Cuánto nos cuesta la salud sexual y (no) reproductiva a las personas gestantes en Tucumán?
Córdoba, Lorena (2020) “Harta e intranquila”: la carta de una trabajadora del Sistema de Salud de Tucumán
D’Alessandro, O’Donnell, Prieto, Tundis, Zanino (2020) Los cuidados, un sector económico estratégico Medición del aporte del Trabajo Doméstico y de Cuidados no Remunerado al Producto Interno Bruto Buenos Aires- Ministerio de Economía
East, Laurence, López Mourelo. (2021): COVID-19 y la situación de las trabajadoras de la salud en Argentina –
Murga (2021) Clara María. Jaque al Olvido – Tucumán
Ministerio de Salud (2020) Datos sobre fuerza de trabajo | Argentina.gob.ar
Ministerio de Salud Pública (2021) Indicadores de seguimiento COVID-19. Provincia de Tucumán
OFERHUS (2015). Los recursos humanos de Salud en Argentina. Observatorio Federal de Recursos Humanos en Salud. Ministerio de Salud
OFERHUS (2020). Registro de datos. Repartición de enfermeros según título obtenido. Observatorio Federal de Recursos Humanos en Salud. Buenos Aires: Ministerio de Salud. disponible en Fuerza de trabajo en el sector salud en Argentina
OIT. (2019). El trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado para un futuro con trabajo decente. Ginebra: Organización Internacional del Trabajo.
ONU Mujeres. (2020). COVID-19 and ending violence against women and girls. Buenos Aires: ONU Mujeres