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Un oscuro fin de semana de injusticia

Especial para ContrahegemoníaWeb

Me estoy muriendo de frío

A sus 85 años Alberto González vivía solo alquilando una casa en Garay al 2000, en Villa Miramar. Al barrio, a 20 cuadras del centro, no llegó eso que llaman progreso. No hay asfalto ni cloacas y el gas solo llega hasta Fortaleza Protectora. De ahí para arriba el anafe y la garrafa para cocinar y en el crudo invierno para intentar calefaccionar la casa. Pese a tanto derecho vulnerado Alberto veía linda la ciudad desde la loma. Se ve bien lejos: hasta el polo, el mar, el puerto y la termoeléctrica. La radio y la tele dijeron que llegan buques metaneros  dedicados al transporte de gas natural licuado, GNL, desde los países productores a países como el nuestro que no alcanzan el autoabastecimiento sobre todo en invierno. El GNL es gas natural que ha sido enfriado hasta el punto que se condensa a líquido, lo cual ocurre a una temperatura de aproximadamente menos 161 °C y a presión atmosférica. Cuando llega a destino hay que regasificarlo para que llegue a consumidores. No al conjunto del pueblo claro, sino sólo a aquella parte que se beneficia con esto que llaman servicios y que a esta altura de la vida tendría que ser un derecho como el acceso al agua y la electricidad. También se ha informado de un gran gasoducto que vendría de Vaca Muerta. Pero cuando se habla del mismo como “factor de progreso” sólo se piensa en la ampliación de las empresas del polo ignorando otra vez la contaminación y sus consecuencias sobre la naturaleza y las vidas humanas. Ni una palabra de que toda la comunidad tenga acceso al fluido en sus casas. Lo dicho, como el gas no llega al 2000 de Garay se impone la garrafa y el anafe y dejarlo con las hornallas encendidas ,porque no hay frazada que te alivie cuando cae el frío de la noche. El domingo a la tarde llamó la atención que no se había visto a Alberto durante el día. La mujer que le alquilaba la casa llamó a su hija que vive una cuadra más abajo. A las 20 forzaron la entrada y ahí lo encontraron ya fallecido. Las hornallas apagadas y el olor inconfundible del monóxido de carbono. Asesino silencioso le dicen a este gas pero Alberto solo buscaba algo de calor para su vida. ¿Porqué naturalizar que estas muertes son por descuidos de las víctimas y no una cara oculta de las desigualdades propias de una sociedad que se desarrolla sobre la base de la apropiación de las riquezas en pocas manos?

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Me matan si no trabajo

Con sus 51 años Manuel Díaz no pensó en el descanso dominical. En tiempos de mishiadura e inflación desbocada un laburo viene bien. Su empleador, un herrero, le dijo que en el frente del local de Alina, en la primer cuadra de O’ Higgins, quieren colocar un cartel que reemplazará a uno muy antiguo que ya no está. Subió decidido a cumplir con la tarea encomendada. Tenía que llegar al primer piso para comenzar el trabajo pero la tragedia no se anuncia en estos casos, mucho menos cuando no le han asegurado las condiciones de cuidado necesarias para estas tareas.  Simplemente sucede, la estructura no resiste el peso y la caída comienza allí mismo y como se sabe las personas no flotamos en el aire como los pájaros. Es corto el vuelo, ni da tiempo para pensar en lo que se hizo esa mañana ni en quienes lo esperan en su casa. El  cuerpo y la cabeza impactan contra el piso. Traumatismo de cráneo  dirá después el personal de salud. No se ubicaba en tiempo y espacio también han dicho. Ambulancia y hospital para los cuidados. Alivio porque esta vez no hay una vida en peligro. Se dice que estos trabajos están precarizados pero lo primero que está frágil y expuesta a riesgo es la vida humana. Ya pasó el fin de semana y hoy lunes por la tarde nos enteramos que Santiago Sacoccia sufrió un grave accidente al caer de seis metros cuando se encontraba trabajando en un comercio mayorista de la ciudad. Producto de la caída tuvo pérdida de conocimiento y una fractura en su pierna izquierda. Desde la CTA Bahía Blanca sostenemos la necesidad de poner fin a la naturalización de estos mal llamados accidentes de trabajo .Que la lucha por la dignidad en el trabajo ,por la defensa y el cuidado de la vida frente a la multiplicación atropellos patronales es la razón de ser una organización sindical. Sin fijarnos en  las afiliaciones de cada persona. Se trata de unir nuestros saberes como hombres y mujeres que vamos  al trabajo y nos organizamos para que nadie nos arrebate el decir no frente a una injusticia ni tampoco a negar que el cuerpo de cada uno y cada uno solo exista como objeto de explotación en beneficio del afán de lucro de quien tiene el poder del dinero.                                                                                           

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 CTA BAHÍA BLANCA 

Enrique Gandolfo, Secretario General

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