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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Elecciones en Brasil: la personalización despolitiza el debate

Estamos a las puertas de las elecciones generales en Brasil. El próximo 2 de octubre se realizará la primera vuelta y las encuestadoras le dan al candidato del PT, Lula Da Silva, una ventaja que oscila entre los 8 y los 13 puntos, sobre Jair Bolsonaro. En este escenario extremadamente polarizado, a Lula no le alcanzaría para evitar la segunda vuelta, a realizarse el 30 de octubre. En De Hormigas y Cigarras, el martes 20 de setiembre entrevistamos a Fabio Luis Barbosa dos Santos, historiador y docente en la Universidad Federal de San Pablo. Autor, junto a su colega Daniel Feldmann, de Brasil Autofágico.

En esta entrevista, el intelectual brasileño se refiere a la necesidad de terminar con el ciclo de Bolsonaro y retomar las políticas de contención de las crisis encarnadas en la figura de Lula. También analiza la coyuntura y el rol de los factores de poder. Por último, con una mirada sobre el futuro inmediato opina sobre la necesidad de que los movimientos sociales mantengan sus autonomías respecto de los partidos políticos y, gane quien gane, sostengan las luchas en función de sus necesidades.

Fabio Luis Barbosa – Lo que está en juego en Brasil en las próximas elecciones es… yo diría que muchas cosas, pero a la vez hay muchas cosas que no van a cambiar con las elecciones ¿Qué es lo que va a cambiar? Es la posibilidad de sacar de la presidencia a un personaje que ha hecho mucho daño al país, un personaje que seguro los argentinos lo conocen, que ha manejado la pandemia de una manera genocida y que maneja un discurso de violencia, que más allá de la violencia estatal, ha autorizado violencia en distintos espacios populares, urbanos. Es un tipo de la violencia que maneja el país por medio de las crisis.

La alternativa que se opone es el regreso de Lula. Hay otros candidatos pero la disputa, concretamente se va a dar entre esos dos. Y a Lula, con respecto a Bolsonaro ¿Cómo lo podemos diferenciar? Creo que son abordajes distintos con relación a las tensiones sociales de Brasil. Yo diría que Bolsonaro gobierna por medio de las crisis, mientras el PT, Lula, no es un gobierno que va a cambiar las estructuras sociales que generan los problemas brasileños, sino más bien va a intentar hacer una gestión de la crisis por medio de políticas públicas. Muchas veces son políticas bien dibujadas, bien manejadas y que ayudan a la gente. Pero a la vez, esas políticas son impotentes para cambiar las relaciones sociales que producen, generan miedo, odio o indiferencia, que son el caldo de cultivo en el cual prospera una política como el bolsonarismo. Eso tiene que ver con la socialización neoliberal, para ponerlo sencillo, y eso no va a cambiar. La sociedad neoliberal está organizada por medio de la competencia. Es lo que en el libro describimos como una sociedad autofágica, unos compitiendo contra otros y eso tiene que ver con la manera en que se organiza la economía en la sociedad y eso, lamentablemente no va a cambiar en las próximas elecciones.

En otro nivel podemos decir que Bolsonaro es una respuesta improvisada de una clase dominante que está buscando un camino para salir de lo que es la Nueva República en Brasil ¿Qué es la Nueva República? Es como nosotros llamamos al periodo que sucedió a la dictadura militar que terminó en 1985. Su marco fundador es la Constitución Ciudadana de 1988, una constitución que incorpora una posibilidad de derechos sociales y este horizonte de una sociedad relativamente integrada, con estabilidad laboral y derechos sociales, en la periferia del capitalismo, eso es lo que ya no se coloca en el horizonte brasileño. Y en la manera de ver de las clases dominantes, hay que salir, superar esta institucionalidad que en el nivel político significó una alternancia entre dos partidos, que lo manejaron desde el principio de la Nueva República hasta la llegada de Bolsonaro, que son el PT  de un lado y lo que nosotros llamamos los “Tucanos”, la socialdemocracia del otro. A mi manera de ver, la elección de Bolsonaro en 2018 señaliza un agotamiento de la Nueva República, con una clase dominante que aún no ha encontrado respuestas institucionales, qué es lo que va a suceder a esa alternancia.

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HyC – ¿Hay ruido de golpe de Estado o es una cuestión de marketing electoral que, según creemos, favorecería a Bolsonaro? 

FLB – Voy a compartir una mirada muy personal y que ojalá no me equivoque. A mi me parece que no hay posibilidad concreta de golpe o por lo menos de un golpe exitoso, porque el regreso de Lula como una alternativa política es algo que se corresponde con las expectativas de las clases dominantes de Brasil. El gran capital no favorece un golpe, lo que ellos buscan es mas bien lo contrario, es una situación de estabilidad política. Tampoco Estados Unidos favorece un golpe y en la historia de América Latina, ustedes saben, nosotros no tenemos golpes en contra de Estados Unidos. Eso, cuando sucede, nosotros lo llamamos revoluciones, es otra cosa. Mi hipótesis es que Bolsonaro maneja el golpismo como una estrategia para negociar su impunidad y la impunidad de sus hijos en el caso probable de una derrota.

HyC – Por otro lado, acabás de decir que Lula, de alguna manera es una pieza que también mueven los grandes capitales ¿Cómo es eso? Porque siempre nos lo representamos con las bases, con lo más popular dentro de Brasil ¿Es él o es su vice el que representa los intereses de los grandes capitales?

FLB – Ambos, ambos de distintas maneras. ¿Cual es el cuadro general, por qué regresa Lula como alternativa política? Fíjense los siguiente: los que sacaron a Lula de la cárcel son exactamente los mismos jueces que lo aprendieron, lo encarcelaron en 2018 ¿Por qué tres años después lo sacan de la cárcel? Eso no se sabe exactamente, pero lo que sí se sabe es que en primer lugar no hubo protestas populares, por lo tanto no fue la presión popular la que sacó a Lula de la cárcel ni revelaciones judiciales. Lo más probable es que eso respondió a una presión, un manejo en el piso de arriba de la sociedad brasileña. Y la intención es volver a poner una alternativa de gestión de la crisis o de la gestión de las tensiones sociales. Porque a inicios de 2021, Brasil estaba en el peor momento de la pandemia, 3.000 personas morían cada día y una crisis económica que tocaba fondo. Y no se veía  una luz al fondo del túnel en el bolsonarismo. Ese es el contexto en el que Lula regresa como alternativa política.

Lo que desarrollamos en el libro es una clave para mirarlo, que sería, de una manera muy esquemática, que si la política petista, la política lulista es una política de contención de la crisis, el bolsonarismo es la aceleración de la crisis. Pero lo que desarrollamos es que la contención no impide la aceleración. Por el contrario, y va más allá de la intención de los que manejan esta política, va a producir elementos que van a provocar la aceleración. Y por otra parte, la aceleración también va a exigir la contención. Desde el punto de vista de los negocios el bolsonarismo es una aceleración que puede resultar nociva para los mismos negocios, porque eleva la inestabilidad de la sociedad brasileña a otro nivel.

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Por ejemplo: la quema de la Amazonia que no se frena, eso impide a Brasil firmar el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. Eso interesa a los negocios. Otro ejemplo: Bolsonaro está difamando a los chinos por la vacuna y el agro-business brasileño, quizá como el argentino que exporta la soja a China, no quiere malestar con los chinos. Entonces, cuando se firma hace dos meses una carta en defensa de la democracia, que la firmaron magistrados, ejecutivos, empresarios, uno de los que habló ese día, un profesor de la facultad de derecho dijo: los negocios están perdiendo dinero con Bolsonaro. Y eso tiene mucho que ver con el regreso de Lula.

Claro que eso va a ser mejor para los de abajo que la política violenta de Bolsonaro. Este regreso de Lula también se puede interpretar, y así también lo vende el PT, como una vuelta a los años dorados del lulismo, que fueron los mejores años que Brasil vivió, quizá también como en Argentina ¿no? en los primeros años del kirchnerismo con el crecimiento económico, los programas sociales…cuando uno se acuerda de estos tiempos, parece un país mucho mejor, pero esos tiempos es muy difícil que vayan a volver de esa manera. Entonces, el horizonte estratégico de la clase dominante sigue siendo como salir de la Nueva República, quizás un recule para dar dos pasos adelante.

HyC – Si este sistema de bipartidismo y alternancia les ha garantizado a las clases dominantes estabilidad y beneficios ¿Por qué salir de la Nueva República?

FLB – Por qué cambió el tejido social. La idea de sociedad de la Nueva República era de una ciudadanía salarial. La idea de que la gente pueda tener un laburo estable, con derechos sociales y a la vez un Estado que las proteja, que ofrezca salud, educación, cultura, gratuitas y universales.  Ese era el horizonte a finales de los años ‘80. Sin embargo en los últimos 30 años la sociedad evolucionó en sentido contrario. Hoy el trabajo es cada vez más precarizado e informal. En Brasil las tasas de informalidad son cada vez más altas y predomina el emprendedurismo, la persona que tiene que emprender para conseguir de comer. Y a la vez, con el neoliberalismo se precarizaron los derechos sociales. Este horizonte de una ciudadanía social ya no tiene base en la dinámica social-económica concreta y en esa perspectiva ya no cabe el abordaje petista de la gestión de las tensiones sociales.

Entonces, salir de la Nueva República es algo más profundo que salir del bipartidismo, es cambiar la misma institucionalidad, las referencias políticas, institucionales, culturales que referenciaron el desarrollo brasileño en los últimos 30 años. Y con esto también pierden sentido estos partidos, por eso no es una coincidencia que el compañero de fórmula de Lula (Geraldo Alckim), compañero es la manera como Lula se refiere, fue por muchos años su archienemigo. Alclkim es un tipo de los “tucanos”, que ha sido gobernador de San Pablo muchos años y disputó elecciones contra el PT. Y esta es una demostración que ambos partidos perciben que hay que relanzarse en un intento de regresar a la Nueva República porque el futuro de ambos estaba ligado.

El PT, en tanto que partido, es cada vez menos importante. Lo que se maneja es la figura de Lula, por lo tanto es mucho más el “lulismo” como una figura que puede reeditar aquellos tiempos dorados, que el PT. Es más un fenómeno de personalización de la política. Lula y Bolsonaro, eso se presenta como si fuera una disputa de superhéroes y eso también es una manera de despolitizar el debate. 

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HyC – Esta polarización que describís ¿Limita el crecimiento de partidos políticos por izquierda?

FLB – Voy a decirte una cosa que es triste, pero hay que decirlo. Hay que reconocer que la manera como el PT y el bolsonarismo manejan la campaña electoral despolitiza el debate, porque a ambos, de maneras distintas y por objetivos distintos les interesa la polarización para evitar terceras alternativas. Esto es lo que se consolidó en estas elecciones. Y el partido que estaba a la izquierda del PT, que nosotros llamamos el PSOL terminó casi que partiéndose al medio, porque hubo un debate muy fuerte, si iban a lanzar un candidato propio o no. Al final la dirección del partido impuso que no se iba a tener una candidatura propia y el PSOL apoya la campaña de Lula. Además hay que subrayar que es muy difícil para las bases populares defender y explicar a Alckim como vice, porque es un tipo identificado con la represión de los movimientos sociales. Para ponerles un ejemplo; en los últimos tiempos la más grande rebelión de masas de Brasil, junio de 2013,  fue algo que escalonó, que creció a causa de la represión brutal de la policía gobernada por el mismo Alckim. Otro ejemplo: los liderazgos de los Sin Tierra tienen una dificultad para explicar a sus bases populares porqué Alckim está ahí. Eso es parte de las ambigüedades y las contradicciones que vivimos en este momento.

HyC – ¿Qué situaciones hay en Brasil por las cuales hay que seguir luchando igual, gane quien gane?

FLB – En el caso de que gane el PT ya se puede prever un discurso de que mejor no presionar al gobierno, mejor no sacar la gente a la calle, porque eso puede desestabilizar al gobierno, eso va a hacerle el juego a la derecha.  Esa es una posibilidad. Pero por otro lado sabemos que uno de los puntos que mueven a una huelga es la posibilidad de que se tengan conquistas concretas, eso para decirte que en el periodo del bolsonarismo hubo pocas huelgas. De una manera o de otra van a haber motivaciones para que la gente no tome la calle. En mi manera de ver, la movilización popular será siempre clave, importante para presionar a los gobiernos sea cual sea. Hay que decir también que el PT tuvo una relación muy ambigua con la protesta popular: cuando empieza la pandemia y Bolsonaro hizo un manejo genocida, hubo procesos para pedir el impeachment de Bolsonaro y el PT se posicionó contrario. Y dos meses después de la pandemia seguía posicionándose contrario ¿por qué? Porque el cálculo del PT es que no va a hacer con Bolsonaro lo que no quieren que hagan contra él, pero, evidentemente en este caso se olvidó la cuestión de que había mucha gente muriendo en Brasil. Entonces, el cálculo político estaba por delante de la vida de la gente.

A mi manera de ver: la presión popular debe orientarse por los intereses de aquellos que protestan y no por los cálculos de la política institucional, porque con la política institucional no vamos a salir de esta situación. No será por Brasilia, no será por las elecciones. Entonces tenemos otras motivaciones para mantener la lucha.

HyC

Fuente: la colectiva radio

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