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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Brasil: nadie va a olvidar este Domingo.

La prudencia es una virtud cuando se viaja con coraje.

Sabiduría popular portuguesa

 Nos enfrentamos al desafío de los últimos días. La última semana de la campaña antes de la primera vuelta de 2022 está siendo complicada e intensa. Ella está condicionada por la expectativa del desenlace del domingo. La hora pide prudencia y coraje. Asistiremos, por un lado, a la presión de los medios comerciales burgueses exigiendo, hasta el último minuto, compromisos de Lula con algún tipo de defensa del trípode de la estrategia fiscal liberal: superávit primario, metas de inflación, cambio flotante y privatizaciones. Pero, por otro, el contexto es de una paradoja política increíble. Todas las investigaciones recientes confirman el favoritismo de Lula. No hay más margen para la duda. La diferencia media es de al menos diez millones de votos. Imposible de superar. Resulta que la mayoría de los votantes de Bolsonaro, una porción mucho mayor que la militancia neofascista de su corriente, cree que Bolsonaro va a ganar. No tienen ninguna duda porque ignoran, ignoran, y desprecian las encuestas. Están convencidos que los Institutos que hacen las encuestas manipulan los resultados, y estarían comprometidos con una conspiración para el apoyo a Lula. Esta expectativa es completamente fantasiosa, irreal, delirante. ¿Cómo explicarla? Se basa en una confianza inquebrantable en Bolsonaro. Un seguidismo, una fe, una certeza, un compromiso inmenso. Existe, por lo tanto, el peligro que Bolsonaro venga a convocar su base social más exasperada a las calles para contestar su derrota. El Ministerio de Defensa ha anunciado una investigación paralela. Este movimiento no se hizo para confirmar la investigación del TSE (Tribunal Superior Electoral), pero para desafiarlo. Nadie puede saber de antemano hasta dónde estará dispuesto a ir. Pero lo mejor es siempre considerar la peor hipótesis para no ser sorprendidos. Esto significa que debemos prepararnos para salir a las calles para celebrar la victoria, pero también para defenderla.

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Los líderes de la extrema derecha, por supuesto, saben que van a perder, pero mienten. Mienten con insolencia, desfachatez y descaro. Apostaron, tácticamente, en la disputa de las elecciones sabiendo, desde el principio, que la posibilidad de perder era muy grande. Por eso, la duplicidad del discurso. Una disimulación calculada. Organizaron una campaña por la reelección, pero al mismo tiempo chantajearon a los Tribunales Superiores e intimidaron a la izquierda con amenazas golpistas. Su estrategia siempre ha sido mantener vivo el movimiento político neofascista que cuenta con el apoyo de un tercio de la población. Bolsonaro prepara, probablemente, un discurso en el que repetirá la denuncia de que habría sido víctima de un fraude. Quieren preservarse, porque temen el destino de investigaciones que pueden llevarlos a la cárcel. Quieren encabezar la oposición a un futuro gobierno Lula. Pero los dados fueron lanzados. Ya no es razonable esperar otro resultado sino una derrota de Bolsonaro, aunque permanezca incierto, si Lula conquistará una mayoría absoluta de los votos válidos o no. Ojalá nos ahorremos las terribles turbulencias de lo que será una campaña de cuatro semanas hasta el segundo turno.

Hasta el domingo tendremos una elevación a las alturas de la tensión política en las calles con la posibilidad de desavenencias, enfrentamientos violentos y, infelizmente, hasta discordias fatales. La culminación de la situación será en el mismo día de las elecciones, sobre todo después de anunciado el resultado, cuando se espera el pronunciamiento de Bolsonaro. Hasta entonces, tendremos las encuestas diarias y las pasiones despertadas por las oscilaciones de una ínfima diferencia de votos que condiciona una decisión anticipada ya para la primera vuelta. Será decisivo no responder a provocaciones y mantener la calma. Quién tiene interés en crear alboroto, despelote, y confusión son los fascistas. Nuestra consigna debe ser máxima tranquilidad y cabeza fría. Debemos actuar con inteligencia táctica para asegurar que el menor número de personas sea contaminado por el miedo. El miedo puede llevar a una parte de la población a no presentarse a las urnas, temiendo disturbios en el camino hacia las sesiones electorales. La ventaja de Lula se concentra entre las capas populares, y nuestra responsabilidad es que puedan expresarse de forma libre. Aun así, a pesar del clima pesado, lo más probable es que la abstención sea, más o menos, la misma de las últimas elecciones, girando en torno al 20%. La hora de la victoria será la más dulce. Pero no disminuye la necesidad de defenderla.

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Una diferencia mínima y dramática de votos decidirá si esta elección irá o no a la segunda vuelta. Mínima significa que puede ser, en este momento, hasta menor que 1%. Dramática, porque una segunda vuelta garantiza cuatro semanas más de campaña. La posibilidad de Bolsonaro revertir la inferioridad en la que se encuentra hoy es nula. Pero, por desgracia, puede suceder una segunda vuelta. Si es así, esas cuatro semanas serán una eternidad. Seamos conscientes que serán preciosas para la consolidación del movimiento neofascista. El bolsonarismo no dejará de existir si Bolsonaro pierde las elecciones. El desafío de la izquierda brasileña, tanto la moderada como la más radical, es apoyarse en la movilización de las masas populares para derrotarlos.

Fuente: esquerdaonline

Traducción: Diego Ferrari.

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