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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Adios Zito Lema!

Gente valiosa nos deja, nos va dejando y no tengo intención de enumerar perdidas, si estoy seguro que el momento en principio siempre es de estupor hasta que da paso al desamparo. Desamparo tiene relación con la orfandad, con estar a la intemperie. Es obvio que en la vida existe gente que tiene y posee palabras, acciones e ideas que abrigan, que cobijan, que nutren, que indican caminos aunque sea con la miranda. Y no me refiero a una metáfora, ni a una alegoría o metonimia. No es una fábula. Hablo de algo real.

            Nos conocíamos sin ser amigos, apenas nos vimos un par de veces, una de manera fugaz al comienzo de la democracia en un lugar pequeño que ya no logro recordar donde ambos dábamos una charla, la segunda oportunidad fue mejor, en la sureña provincia de Santa Cruz donde participamos de la Feria del Libro de El Chaltén, creo que fue en 2016. El daba una conferencia magistral, de esas que podía hacer de taquito en un aula magna de alguna Universidad Pública o en un café, yo presentaba de la mano de Sudestada y los compañeros de la esa Feria creada a pulmón “Anecdotario: Viajes hacia Osvaldo Bayer” quizás mi único libro lindo dado que no tiene sangre solo anécdotas de los viajes y encuentros con el Maestro. Por esas cosas del diagrama de la organización coincidimos en alojarnos en cabañas vecinas. Él estaba en la que daba a la calle y yo en la siguiente. Vicente me ubicaba, supo que había estado varios años en la Universidad de Madres y también sabía los motivos de mi renuncia. No creo que haya leído alguno de mis textos, pero me sentí orgulloso que supiera que andaba haciendo. Le dije que había leído con pasión alguno de sus textos poéticos, no todos, lo confieso. Coincidimos de inmediato en que la poesía es una magnifica “limpia” de oscuridades y en que tanto marxista condecorado por su club barrial no haya advertido que estamos en un continente con “la pata indígena” de la que hablaba Mariátegui.

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            Me resultó bastante insólito, podría decirse loco si el termino no estuviera tan bastardeado, eso de salir de la cabaña y de pronto toparme con este señor alto, de una cabellera blanca, tan abundante como envidiable y compartir el embeleso de esa increíble mole de roca que es el Fitz Roy que se aprecia al fondo de esta fotografía. Encima ese día, nos tocó una mañana diáfana, pura, cristalina que nos convidaba a percibir hasta la esencia de las cosas. Aquella mañana nos acompañaban varios compañeros que nos habían venido a buscar y nos sacaron algunas fotografías a la altura del cerquito, esta que adjunto es pertenece a alguno de ellos que tuvo la gentileza de mandármela. Desgraciadamente, hoy años después, advierto que nunca me las mandaron o quizás se extraviaron en la vorágine de viajes y personas. Y es como si sitiera su perdida aún más lejos. Obvio aquella mañana mirando las montañas junto a Zito Lema permanece para siempre en mi memoria.

Hasta siempre Vicente! Es lento, pero viene…

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