Especial para Contrahegemoníaweb
La clave fue el deseo. Ganamos porque lo deseamos más que los otros. Los jugadores argentinos lo desearon más que los franceses. Messi lo deseó más que cualquier otro ser en el universo. Y porque la mayoría de las personas que aman el fútbol deseaban que lo gane él.
Enfrente estaba Francia, potencia deportiva construida sobre las bases de su pasado colonial. Potencia física, técnica exquisita, disciplina táctica, Griezmann y Mbappé. De entre todos los rivales posibles, fue más que oportuno que haya sido contra la selección campeona del mundo. Si Argentina no se había enfrentado camino a la final a otra selección con títulos (Brasil se quedó en el camino), la mejor forma de legitimar el triunfo era hacerlo ante Francia. Para que no queden dudas. Y se impuso a puro fútbol, con intensidad, con carácter y con valentía, reivindicando la mejor estirpe sudamericana. Ese potrero que estos jugadores llevan en el alma y que no pierden aunque jueguen en clubes europeos, rodeados de millones de dólares.
Fue una final infartante, extraordinaria. Argentina jugó mejor durante gran parte del partido y podría haberlo liquidado ante, pero no pudo y Francia respondió con orgullo de campeón y con su ataque tan previsible como efectivo. Dos grandes selecciones. Se decidió por penales, instancia en la que se destaca ese arquero que desborda seguridad y entusiasmo donde a otros se los devoran los nervios.
Ganó Messi y, por eso, la alegría es mundial.
Hasta hace unos años, muchos le exigían un triunfo así, para aceptar que es uno de los mejores jugadores de fútbol de la historia. En Argentina, para sentarlo al lado de Diego. Sin embargo, con el correr del tiempo y ante la sostenida evidencia de su genialidad, esa exigencia se transformó en un deseo compartido. Resultaba injusto que Messi no pudiera tener ese título, porque ya lo había ganado todo, porque realmente se había esforzado muchísimo en obtenerlo y porque, después de quince años de brillar en el más alto nivel competitivo, no había otro que lo mereciera más. El deseo de este logro expresa un profundo agradecimiento por haber llenado nuestros ojos con tantas jugadas maravillosas y por demostrar que, con jugadores como él, en este fútbol ultracompetitivo y supertáctico, hay lugar para el arte.
El triunfo de Argentina es motivo de felicidad y de alivio. Misión cumplida, Leo. Felicitaciones a todos los jugadores y a todo el equipo técnico.
El fútbol cantera de metáforas
Como otras esferas de la vida, el fútbol es una fuente de metáforas inspiradoras. Podemos tomar el recorrido de la selección argentina en este mundial como un ejemplo de resiliencia. Comenzó su camino con una derrota que fue dura por lo sorpresiva. En ese momento inicial, volvieron los temores, las dudas, las críticas. Pero el equipo se repuso y confirmó que estaba decidido a dar el máximo esfuerzo por revertir la situación y llegar a la final. En la adversidad, se mostró más unido y más fuerte.
También hay una analogía entre lo ocurrido en esta copa mundial y la historia de Messi con Argentina. Aquí se lo criticó mucho y de manera injusta. Y él seguía viniendo a dar la cara, a demostrar que quería triunfar con la camiseta celeste y blanca. En una sociedad exitista, se reprochó a él y a toda una generación de futbolistas que salieran segundos, como si llegar a una final de América o del mundo no fuera algo exitoso.
Hubo un momento en el que sintió que no podía más y renunció. Pero el corazón de Leo es enorme y decidió volver y seguir poniendo el pecho, sabiendo el riesgo que corría. Y le salió bien. Por suerte, para él y para todos los que amamos el buen fútbol.
Lo mismo podría decirse de Di María, sobreviviente de esa generación criticada. Decían que no iba a jugar y menos mal que no fue así. Una vez más demostró que, en las finales, es súperDi María.
Contamos ahora con estos ejemplos populares para hablar acerca de la importancia de la perseverancia, del mantenimiento de los principios y también acerca de lo injusto que pueden ser los medios de comunicación y la opinión pública. Ahora festejan gracias a Messi muchos que antes pedían que se fuera para siempre.
La vida continúa y ese deseo se cumplirá, aunque de otro modo. Lleno de gloria, en poco tiempo, Leo anunciará que cuelga los botines y, cuando eso ocurra, muchos sentiremos una tristeza inconmensurable. Algo dentro de nosotros se va a apagar para siempre. Apenas atinaremos a murmurar “Gracias, Leo” y luego nos quedará la posibilidad de repetir “Yo vi jugar a Messi”.
La alegría deportiva no borra la memoria
El fútbol puede ser tomado como una cortina de humo, como un opio que distrae de las cosas importantes, como un modo de manipular a las masas. Como una expresión importante de la cultura popular, es un negocio, también. Pero, a la vez, es una pasión genuina, un lugar en el que se depositan expectativas colectivas, en el que se trata de reconocer valores éticos, una experiencia que confirma la existencia concreta e incuestionable del pueblo.
Durante un mes, estuvimos pendientes de lo que ocurría en Qatar. Pero eso no nos hizo olvidar el hecho de que, en la construcción de esos lujosos estadios, murieron más de 6.500 trabajadores migrantes. Tampoco olvidamos que el gobierno iraní condenó a muerte al futbolista Amir Nasr-Azadani por haber participado en las protestas en defensa de los derechos de las mujeres y los niños.
En este mes, también, Cristina Fernández de Kirchner fue condenada en un proceso judicial viciado (lo que no se contradice con el hecho de que haya habido corrupción en la administración de la obra pública bajo su gobierno, antes y después). También se denunció un viaje a Lago Escondido organizado por el Grupo Clarín, en el que participaron jueces, fiscales y agentes de inteligencia. Estos hechos demuestran que el sistema judicial está profundamente corrompido y que los gobiernos de los partidos tradicionales están salpicados de corrupción y alianzas espurias.
Concluye un año en el que el poder adquisitivo de los trabajadores y las trabajadoras siguió descendiendo frente al costo de vida. Una consecuencia de un estado que gobierna para las grandes empresas y para el FMI y no para el pueblo. Para este pueblo que hoy llena las calles de todo el país con los festejos, pero que puede volver a hacerlo ya no para celebrar, sino para defender sus derechos.
Ahora toca festejar con nuestros vecinos y con nuestra familia, abrazarnos y contarnos qué sentimos todo este tiempo y en este último partido en especial. Tenemos un motivo para sentirnos orgullosos de ser argentinos y ser felices con estas cosas.