ContrahegemoniaWeb

Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Nivel inicial: el juego de la vacante

Cada año, la situación se repite entre quienes tienen niñes en edad de comenzar el jardín maternal en la Ciudad de Buenos Aires: un sistema online que no da lugar a las necesidades de las familias, una estructura educativa que no alcanza a brindar respuesta y un estado que se hace el sota. La discusión de fondo es por el derecho de las infancias y este informe da cuenta de los yeites que se encuentran para ir contra las burocracias y las luchas por buscar una educación verdaderamente inclusiva. 

Primero, las familias empiezan a recorrer los jardines de infantes donde inscribieron online a sus hijos o hijas. La respuesta de los equipos directivos no varía demasiado: las aulas están llenas y, además, la asignación de vacantes no está en sus manos. Luego empiezan las largas esperas en las supervisiones distritales. Por último, llegan al Ministerio de Educación porteño y hasta elevan notas a las autoridades. Todo ese esfuerzo no suele cambiar la situación: no se consigue la vacante o se asigna en una institución que, por horario o ubicación, entra en cortocircuito con la organización de la vida familiar.

“En 2018, cuando mi hijo Teo estaba sin vacante, yo lloraba en todas las oficinas a las que iba a pedirla: supervisión, escuelas, ministerios… La verdad que fue un calvario”, rememora Mariel Di Naro. “Anoté en mi hijo en sala de un año en una escuela infantil que pertenece al hospital Pirovano. Era la opción que me ofrecía el sistema online. Me quedé en lista de espera. Cuando fui a la escuela en persona, la vicedirectora me dijo: ‘¿por qué te anotaste? Es obvio que no vas a conseguir lugar‘”, relata Victoria de Michele. Tanto marcó la experiencia a estas dos madres que, con un subsidio del INCAA, están rodando el documental En lista de espera, que muestra el “impacto que la falta de jardines maternales públicos tiene en la vida de las mujeres que son madres y trabajadoras”. Tanto De Michele como Di Naro debieron presentar recursos de amparo para conseguir vacantes.

No existe información oficial sobre la oferta y demanda de vacantes en el sistema educativo de la Ciudad de Buenos Aires (CABA). El sistema de inscripción online, implementado en 2013 y rechazado por amplios sectores de la comunidad educativa, debería, al menos, facilitar el conocimiento de esos datos. Martín Suárez, periodista de Tiempo Argentino, hace años que sigue esta problemática y accede a los resultados de las inscripciones. Los números que él publica, sumados a las estimaciones que hace la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) a partir del contacto con familias de las diferentes comunas, son la única manera de cuantificar ese malestar que se transmite de boca en boca al comienzo de cada ciclo lectivo. De hecho, fue este mismo periodista quien informó que, el 30 de noviembre de 2022, el Juzgado Nº 21 dispuso el embargo de las cuentas de la titular de la cartera educativa porteña, Soledad Acuña, “por ocultar información solicitada mediante la Ley Nº 104 de acceso a la información pública”.

“El Artículo 24 de la Constitución de la CABA determina que es obligación del Estado garantizar la educación laica, gratuita y pública desde los 45 días de edad en adelante. Junto con un montón de organizaciones y particulares interpretamos que esa responsabilidad implica que el Estado tiene que atender esa demanda creciente, sobre todo entre la población más vulnerable”, argumenta Micaela López Rodríguez, fundadora del colectivo La vacante es un derecho. Si bien la falta de vacantes afecta también a los niveles primario y secundario, se expresa con mayor dramatismo en el Nivel Inicial, sobre todo en la franja que va entre los 45 días y tres años de edad.

“A partir de que, en 2020, un fallo el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de CABA determinó que no es necesario que el gobierno garantice vacantes para jardines entre 45 días y 3 años a quienes puedan pagar por educación de gestión privada, muchas familias se sintieron derrotadas”, explica María Cecilia Fernández, abogada del grupo Litigio Estratégico, que patrocina a los colectivos Vacantes para todos y La vacante es un derecho. Este grupo no cobra honorarios: “Es una tarea absolutamente militante”, dice Fernández.

Te puede interesar:   Cada vez más chicxs asisten a escuelas religiosas con una bajada de línea antiderechos

Los funcionarios de CABA, por su parte, citan el fallo del TSJ cada vez que tienen oportunidad. Fuentes de la cartera educativa aseguran que se “garantiza el 100% de las vacantes en edad obligatoria”; o sea, desde los 4 años en adelante. También destacan que el Plan 54 Escuelas (iniciado en 2016) permitió generar 9.000 nuevas vacantes. “El 65% de estas escuelas se encuentra en la zona sur de la Ciudad, donde más se necesitan”, afirman las autoridades. Entre las 54 instituciones, agregan, “30 son de Nivel Inicial y cuentan con sala de 3”.

salitas fantasma

Si es cierto que se generaron esas 9.000 vacantes, no se sabe en qué nivel educativo y, además, no resolvieron el problema que año a año se sigue presentando. Sindicatos y organizaciones de familias coinciden en que los nuevos edificios sirven apenas para trasladar matrícula de un espacio a otro, y no para generar nuevas vacantes. “La gran mayoría son edificios nuevos para traslados de escuelas o finales de obra de edificios que ya habían sido anunciados. Entonces, no hay posibilidades de recibir más matrícula”, denuncia López Rodríguez.

En 2016, llegaron los primeros casos por falta de vacantes al colectivo Litigio Estratégico. Hasta ese momento, solo se había intentado, sin éxito, hacer recursos de amparo colectivos. Recuerda la abogada: “Empezamos a hacer amparos de manera individual y a conseguir vacantes. Luego, otros colegas su sumaron a la tarea, así que estimo que habrán sido presentados centenares de este tipo de recursos”. Hasta el año 2020, solo esta organización presentaba unos cuarenta amparos por año; a partir del fallo del TSJ, el número se redujo a menos de la mitad. “Iniciamos fallos posteriores al fallo de 2020 y, de todas maneras, conseguimos vacantes” –subraya Fernández–. Los jueces de primera y segunda instancia siguen sosteniendo una jurisprudencia contraria a lo que interpretó el TSJ”. Por eso, sostiene que es necesario que las familias sepan que aún se puede recurrir a esos instrumentos legales ante la falta de vacantes. 

“El primer caso en que conseguimos la medida cautelar fue el de Ignacio Montanari, en 2017. La jueza determinó que, si no había lugar en la escuela pública, el Estado porteño tenía que pagarle una privada. La jueza consideró que la garantía de la escuela pública tenía que ser cumplida por el Estado”, recuerda Fernández. 

“Este año, hubo una faltante de casi 50.000 vacantes y las tres cuartas partes corresponden al primero de los niveles educativos”, afirma Angélica Graciano, secretaría general de la UTE. La información publicada por Suárez arroja números similares: faltaron 56.832 vacantes. Según sus datos, 22.195 niños y niñas quedaron fuera de los jardines de gestión estatal (el 53,4% de los inscriptos). De acuerdo con el periodista, en 2021 también faltaron unas 20.000 vacantes en ese mismo nivel.

Es difícil saber exactamente cuáles son las soluciones que se le brinda a cada una de las familias que quedaron en listas de espera, pero, en muchos casos, se ofrecen instituciones demasiado alejadas de los domicilios particulares o laborales declarados o jornadas extendidas a familias que necesitan de una jornada simple y viceversa. En esos casos, el gobierno asigna un lugar que nunca podrá ser ocupado.

“Otra dificultad –advierte Graciano– es que, por día, ingresan tres millones de trabajadores desde la Provincia de Buenos Aires a CABA. Se produce una cantidad de falta de vacantes enorme para ese sector de la población y un efecto de discriminación negativa respecto de la asignación”. Por otro lado, se terminan ofreciendo lugares en salas que ya están completas. Señala la sindicalista: “Hay salas superpobladas con 25 0 30 estudiantes donde debería haber 20. Se lesionan gravemente los procesos educativos al interior del aula, así como las condiciones laborales docentes”.

Los centros de primera infancia (CPI), que atienden niñeces entre 45 días y 3 años, fueron una iniciativa de la actual titular de la cartera de Educación porteña, Soledad Acuña, cuando estuvo al frente de la Subsecretaría de Promoción Social del Ministerio de Desarrollo Social. Se trata de instituciones que no dependen de Educación y, por lo tanto, escapan a los requerimientos del resto del sistema educativo: pueden estar a cargo de las salas personas que no son docentes, los salarios son mucho más bajos e, incluso, no rigen las mismas medidas de seguridad que en las escuelas. Esta estrategia no es original de la CABA. Como señala el doctor en Educación e investigador Daniel Brailovsky, “en todo el país y en el mundo, las instituciones dirigidas a la primera infancia tienen una inmensa variedad de dependencias administrativas, organizaciones institucionales, etc. Es el nivel de enseñanza más diverso desde el punto de vista de los formatos institucionales”. Sin embargo, también destaca que “en la CABA sí existe la posibilidad de generar instituciones que dependan desde su inicio del Ministerio de Educación, dado que tiene un nivel de presupuesto comparable al de las grandes ciudades del mundo”.

Te puede interesar:   Esquizofrenia solidaria

familias peregrinas

Así, se abre un doble recorrido para las familias que no obtienen vacantes en las salas de entre 45 días y cinco años que dependen del Ministerio de Educación de la ciudad. Las de menores recursos económicos deben conformarse con los CPI, más cercanos a la vieja idea, ya superada, de la “guardería”; las que pueden hacer un esfuerzo económico, deben afrontar cuotas que promedian los 40.000 pesos en establecimientos privados. “Ese gesto político y administrativo impulsa a la matrícula a optar por la gestión privada. Se construye comunidad de padres y madres en esos entornos, y ya se suelen elegir estas instituciones para el resto de la escolaridad”, expresa Graciano.

“El jardín maternal surge hace mucho desde el lugar de la guardería, pensada para la mujer trabajadora, con gran impulso durante el peronismo. Tiene su primer diseño curricular en los años ochenta, en CABA. Desde ese momento, hay un marco normativo pensado para la educación de esas niñeces, que ya empiezan a ser concebidas desde el sistema educativo y no solo desde un lugar de cuidado”, historiza Mónica Beatriz Descalzo, docente, investigadora y coordinadora del Profesorado de Educación Inicial en la UNIPE.

Hace ya tiempo se construyó consenso acerca de la importancia de la educación en la primera infancia, aunque a veces se corre el riesgo de establecer una relación mecánica con el “éxito” que puedan lograr los individuos tanto en el resto de sus trayectorias escolares como en la vida profesional y laboral. “Hay que pensar en el valor propio de este nivel educativo y no concebirlo apenas como una formación para. En la sala de 5, ya no hablamos de preescolar, porque no es una instancia preparatoria para. Tiene valor en sí mismo como todas las salas y ciclos”, señala Descalzo. Por su parte, Brailovsky considera que, si bien es difícil demostrar la relación causal entre la educación temprana y el desempeño futuro en otras área de la vida, “hay indicios de que existe una relación positiva”. Y añade: “Sin embargo, no debería valorarse a este nivel solamente en relación con el modo en que esas causalidades puedan ser constatadas. La escolaridad inicial tiene un valor en sí mismo. El sistema de educación para la primera infancia habla de cómo una sociedad mira a sus niños y niñas, y de cómo piensa esta etapa de la vida que es la niñez y este valor social que es la infancia”.

Todo parece indicar que el Nivel Inicial resulta todavía más significativo para las niñeces que se crían en entornos donde se ve cercenado el acceso a ciertos recursos materiales y simbólicos. “En este nivel –plantea Descalzo–, hablamos de ámbitos de experiencias vinculados con el acercamiento al arte, por ejemplo. Tiene que ampliar el mundo. No es obligación de las familias (aunque puedan hacerlo), pero sí del jardín de infantes. Por fuera de estas instituciones, las niñeces también educarían. No obstante, la posibilidad de ampliar el mundo, conocer la cultura, abrirla, compartir, estar con otros y tener genuino acceso a la educación como derecho se obtiene en el jardín”. En una línea similar, sostiene Brailovsky: “No para todas las experiencias de infancia la escolaridad significa lo mismo. Hay niños a los que el jardín les abre la puerta a universos que no podrían imaginarse conocer de otra manera. Y también hay experiencias de infancia con una agenda saturada de actividades de todo tipo a las que una jornada intensa de escolaridad puede complicarles un poco la vida cotidiana”.

Te puede interesar:   Un discurso del odio que sigue sumando sedes

Es cierto que a la educación de la primera infancia se la continúa asociando al apoyo que brinda a las familias en las tareas de cuidado, así como también contribuye con la organización de cualquier hogar de trabajadores y trabajadoras. “Aunque la palabra cuidado es muy amplia, desde el jardín maternal sostenemos que la enseñanza y el cuidado van de la mano. No son antagónicos”, afirma Descalzo. Al mismo tiempo, se refiere al cuidado con intencionalidad pedagógica, que “hace referencia a las prácticas vinculadas con la alimentación, la higiene y el sueño, y forman parte de los contenidos a enseñar”. Por eso, el Estado debe responsabilizarse por la formación de esos agentes que llevarán adelante los grupos en las salas de los jardines maternales y de infantes. “Hay cierta mirada ingenua respecto de estas docentes, con esa representación casi de animadoras infantiles –opina la investigadora–, pero somos el primer agente político con quien se encuentran los niños y niñas”.

El Instituto de Estudio de Consumo Masivo (INDECOM) publicó un informe acerca de las deudas acumuladas por las familias en las escuelas de gestión privada al inicio del ciclo lectivo 2022. Según esta fuente, “el 38,7 % de las familias no cumplieron con el pago de la matriculación para el ciclo lectivo 2022”. El efecto residual de la pandemia que hizo que las familias acumularan deudas sumado a una inflación que ronda el 100% anual vuelve cada vez más difícil el pago de las cuotas. En conclusión, la INDECOM estima que “las inscripciones en listas de espera de las escuelas públicas crecieron un 19,4% con respecto a 2021”.

El Observatorio Educativo y Social de UNIPE confirma un desplazamiento de la matrícula hacia el sector de gestión estatal en el Nivel Inicial. Así, el acceso a la educación puede complicarse aún más para muchas más familias. Según los datos analizados, en la última década se evidencia una caída paulatina y constante de la matrícula del sector privado: del 59,60% que registraba en 2011 cayó al 50,48% en 2021. Por otra parte, entre 2020 y 2021-los años de la pandemia- tuvo lugar una caída de casi tres puntos en el porcentaje de matrícula de las instrucciones educativas de gestión estatal; la más abrupta desde 2011.   

una escuela no es un restaurante

Paula Giraut es directora del Jardín Sueños Bajitos del Barrio Padre Carlos Mujica, en Retiro. Se trata de una institución pública de gestión privada que cuenta con 100% de subvención y no cobra cuota. La institución cuenta con cinco salas de entre 2 a 5 años, tiene capacidad para albergar a 110 niños y niñas, y pertenece a la organización político-social El Hormiguero. “Hasta 2019 era el único jardín en ese barrio, hasta que se abrió una institución pública de gestión estatal a unos 500 metros, que recibe chicos de entre 3 y 5 años”, describe la directora.

La creación de la nueva institución sigue siendo insuficiente para hacer frente a la falta de vacantes en la zona. Dice Girout: “Nuestra matrícula siempre está completa y este año tuvimos una lista de espera de 20 chicos para la sala de 2. Unos 20 por año quedan afuera. Hay muchos niños sin escolarizar en el barrio”. Por otra parte, la inscripción online constituye una traba más para que las familias vulneradas accedan al sistema de educación estatal: “En octubre –cuenta la docente–, abrimos las inscripciones para el año siguiente. En sala de 5, también acompañamos las inscripciones a la escuela primaria. Para la población con la que trabajamos es muy difícil completar el formulario. Hay poco acceso a Internet, pero más que nada a una computadora. (no es fácil inscribirse desde un teléfono). Además, se piden muchos papeles escaneados. Requiere de cierto conocimiento tecnológico que dificulta el acceso a la vacante”. Desde la organización, también acompañan la inscripción de aquellas familias que necesitan vacantes para las niñas y niños más pequeños y no las consiguieron lugar en Sueños Bajitos.

López Rodríguez, en nombre de las familias que se organizan alrededor de La vacante es un derecho, sintetiza las demandas dirigidas al gobierno porteño: claridad y transparencia respecto del mecanismo de inscripción escolar, de la asignación de las vacantes, de los números de oferta y demanda educativa; la construcción de nuevas escuelas; y, por último, que el sistema online no sea la única vía para acceder a una vacante. “Elegir una escuela es un poco más complejo que abrir un menú de un restaurante. No puedo elegir el futuro de la escolaridad de mi hijo desde una lista con direcciones y teléfonos. Las familias tenemos que conocer los lugares donde nuestros hijos van a crecer, formar sus primeros vínculos y aprender”, dice.

Si de verdad es tan amplio el consenso sobre la importancia del Nivel Inicial, podría esperarse que los Estados garanticen el acceso a este derecho. El caso de CABA fue el que mayor repercusión tuvo y el que mayores reclamos despertó, más aún cuando se tienen en cuenta sus posibilidades presupuestarias. Se vuelve necesario un registro de la falta de vacantes en la educación de la primera infancia en todo el territorio nacional y, casi con certeza, un apoyo fuerte del Estado nacional a aquellas provincias con menores recursos económicos. 

Fuente: Crisis

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *