Primera parte
La crisis es un estado “normal” en el transcurrir del capital; cada ciclo de acumulación cimentado en una expansión productiva concluye en una crisis de sobreproducción; los beneficios obtenidos no encuentran salida para inversiones rentables. El exitoso régimen de acumulación comprendido en el período 1945-1970 exhibió su agotamiento en esa década; se procuró contrarrestar los efectos de la crisis instrumentando el neoliberalismo y la mundialización, incrementando la explotación de la fuerza de trabajo, y aumentando la tasa de acumulación por desposesión. Se atenuó la crisis, temporalmente, hasta que se produjeron explosiones sociales debidas a la multiplicación de las desigualdades y la marcada polarización social; el 1% de la población mundial posee el 44 % de la riqueza, mientras el 90 % apenas cuenta con el 16 % ( Crédito Suisse, Global Welth Report , 2011)
István Mészáros (2006, pág. 183) estima que la actual crisis reviste naturaleza estructural; cuando decimos estructural señalamos que afecta a la totalidad de un complejo social, nada queda por fuera de ella.
La actual crisis estructural se evidencia bajo cuatro aspectos:
- Es de carácter universal, afecta a todas las esferas del sistema.
- De cobertura global, no confinada a un conjunto de países como sucedió en anteriores oportunidades.
- Permanente, en su escala temporal.
- Se desarrolla de forma reptante, sin que deban descartarse convulsiones vehementes.
Una compleja maquinaria creada por las personificaciones del capital procura desplazar las contradicciones; en el pasado funcionó de manera exitosa y en la actualidad es cada vez más requerida y con menores resultados. El Estado es parte central de esta maquinaria, como se observó con toda claridad en el salvataje realizado por el gobierno de Estados Unidos a los bancos involucrados en la crisis hipotecaria inmobiliaria. Cuando las perturbaciones no pueden ser superadas se tornan acumulativas, estructurales.
Otro aspecto alarmante de la crisis estructural es el hecho de que las falencias de la sociedad civil ( para la reproducción del sistema ) repercuten de forma ostensible en las instituciones políticas, se requieren garantías políticas nuevas, que el estado capitalista se ve en graves dificultades para proporcionar. Vivimos una auténtica crisis de dominación, basta mirar la realidad desde los ángulos más diversos para comprobarlo.
Dentro y ante ese marco sistémico dos opciones políticas – mayoritarias – se disputan gobiernos y poder en el mundo: Reformismo y/o Neoliberalismo. En Argentina, Cristina Fernández lidera la primera alternativa; las corrientes enroladas en Juntos por el Cambio, promueven la propuesta alternativa.
Los días felices
Para Immanuel Wallerstein cuando los cañones de la Segunda Guerra dejaron de tronar, se anunciaban “los gloriosos treinta” y se descorría el telón para que apareciese la presencia de los descendientes del Tio Sam. “Estados Unidos emergió de la Segunda Guerra Mundial como la única gran potencia industrial cuyas plantas estaban intactas y cuyos territorios no resultaban tremendamente dañados por la destrucción bélica. Claro que las industrias estadounidenses llevaban un siglo perfeccionando su eficiencia. Este desarrollo económico a largo plazo combinado con la caída literal de las estructuras económicas de los otros grandes sitios de producción en el mundo, le dio a Estados Unidos una delantera productiva enorme, al menos por un tiempo, y facilitó el dominio del mercado mundial por los productos estadounidenses”. (2006, 33)
John Maynard Keynes fue el inspirador de los años dorados del capitalismo. El economista inglés supo manifestar que Carlos Marx fundamentó sus teorías “ilógicas, desfasadas desde un punto de vista científico y sin interés o utilidad práctica para el mundo moderno…en la aceptación de las hipótesis clásicas y no en su abolición”. (Editorial Kessinger Publishing, 2010 )
A su vez Paul Mattick estimó que la propuesta teórica/práctica de Keynes fue “un intento de atajar la decadencia del capitalismo, de precaverlo contra su colapso final”. (Colección Biblioteca Militante, 2013 )
Consideraciones teóricas aparte, Estados Unidos en la macroeconomía exhibía su momento de opulencia, en su territorio se producía la mitad de los bienes manufacturados que tenían por destino el mercado mundial, albergaba el 65 % de las reservas de oro del planeta, centralizaba las finanzas. El New Deal, la opción reformista trazada por Keynes, marcaba los pasos del Estado, una estrategia idónea para enfrentar el desafío sistémico que corporizaba la Unión Soviética. El Estado Social que se configuró se asentaba en la conquista de derechos laborales, elevados salarios, regulación de los conflictos trabajo/capital, lo que propiciaba una elevada demanda popular. El modelo lograba la “fidelización” de los trabajadores. En las fábricas se generaliza el montaje en cadena y se impulsaba la especialización, todo ello redunda en un aprovechamiento productivo del tiempo de labor. A la ciencia le llegó la hora de la mercantilización y se generó una revolución tecnológica; la industria automotriz se convirtió en la locomotora que arrastraba la estructura productiva, las venas del cuerpo manufacturero fueron irrigadas por el petróleo y la energía nuclear. Los monopolios ven crecer sus tajadas en el control de los mercados y los sectores financieros alimentan al sector productivo. El Estado tutelaba las relaciones laborales, acorde con ello el movimiento obrero a través de sus representaciones se alinea en las estructuras legales del sistema, merced a este encuadramiento las burocracias ocupan la cúspide de las organizaciones. El trabajo pierde su identidad de antagonista del capital, el sistema le crea la ilusión de un presente y un futuro de bonanzas, estima que gradualmente habrá de conquistar mejoras en su condición de vida. Igual contagio de optimismo sistémico alcanza a los partidos comunistas que adhieren al reformismo predominante robustecido por una economía con gestos distributivos.
Las ilusiones suelen oscurecer la realidad, desde la dirigencia sindical se difundió la idea de una clase trabajadora unificada, la entronizó la unidad obrera, haciendo caso omiso a las diferencias de tareas, funciones, salarios, especializaciones; en definitiva se desoyeron las múltiples contradicciones que plasma la pluralidad. Se pretendió que la unidad organizativa expresaba la uniformidad obrera, la burocracia creció montada en este concepto.
El proletariado cuantitativamente poderoso cosechó nuevos derechos: pleno empleo, sanidad, educación, vivienda, propios de una sociedad de consumo de masas. Las organizaciones obreras tuvieron un perfil defensivo abocadas de la defensa de un bienestar de inmediata adquisición, el dominio del capital sobre el trabajo se diluyó bajo la ola consumista y el sistema impuso de modo rotundo su forma de ver la vida. . La realización de la mercancía por medio del consumo fue un puente de unión entre obreros y patrones, los primeros imaginaban que estaban satisfaciendo necesidades impostergables y los segundos aceleraban el tiempo de realización de la plusvalía para iniciar un nuevo ciclo económico.
“El hecho de que el Trabajo accediera a la propiedad de cada vez más bienes de consumo duradero, hacía eclipsar su desposesión vital: la de los medios de producción”. ( Piqueras 1914, 101) El olvido y la sujeción produjeron la sustracción de la conciencia obrera. El salario era el gran fetiche portador de liberación y bienestar que integraban en la órbita del capital. El individuo se alejaba de lo social.
El camino del predominio estadounidense había sido trazado por Franklin Delano Roosevelt, quién asumió la presidencia en 1933, el político demócrata levantó durante la campaña electoral las banderas del laissez faire, pero al asumir dejó en el archivo la propuesta liberal y se abrazó al keynesianismo.
En consonancia con lo aconsejado por Keynes, bajo la égida de Roosevelt se dictó la Ley Nacional de Recuperación Industrial, que autorizaba al gobierno a invertir más de 3.000 millones de dólares en obras públicas con los objetivos de incrementar el empleo y aumentar la demanda global. Bajo el gobierno de Roosevelt se acentuó la fidelización de los obreros al sistema, durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial renunciaron al derecho de huelga y al arbitraje obligatorio, a percibir doble jornal los días domingos y feriados, se congelaron los salarios en las industrias.
En el año 1947 muere F.D. Roosevelt, le sucede en el gobierno y en el proyecto keynesiano Harry Truman, con un matiz represivo soslayando el consenso dialoguista alcanzado en la etapa de su antecesor.
La base estaba tendida. La producción de bienes se había duplicado con respecto a 1929, que fue el año pico en la preguerra. La industria trabajaba empleando a pleno la capacidad instalada, acumulación/concentración del capital era la consecuencia lógica de la época de bonanzas. En el lapso comprendido entre 1945/49 el producto nacional se incrementó de 215.000 a 259.000 millones de dólares, a razón de un 4% anual. La producción bélica mutó a producción de bienes de consumo durables y no durables. En 1952 las estadísticas indicaban que en Estados Unidos laboraban 61 millones de trabajadores.
Aparecen nubarrones, la excesiva demanda de bienes de consumo y el déficit fiscal generaron un proceso inflacionario. De consuno trabajadores de las minas y de la industria automotriz protagonizaron huelgas que fueron calificadas como salvajes, La protesta de los obreros de la industria automotriz duró 4 meses. Los patrones reclamaban retornar a la “paz social”, reencausar a los sindicatos en el ordenamiento legal. Con esa finalidad se dictó la ley Taft-Hartley. Se comenzaba a debilitar la capacidad de negociación de los trabajadores, una ley que anunciaba la realidad que s forjaría en décadas posteriores. Los enunciados legales disponían:
- Los sindicatos debían informar lo concerniente a su vida interior: cotizaciones y número de afiliados.
- Se debía informar con 60 días de anticipación la realización de una huelga.
- Se levantaba la prohibición que recaía sobre las empresas de no contratar obreros que no se hubiesen afiliado al sindicato.
- La patronal podía cuestionar la representación sindical y convocar elecciones internas. Esta facultad se ejercía una vez por año.
- Prohibición de participar en actividades políticas a los sindicatos. Además los dirigentes debían firmar una declaración jurada en la que manifestaban que no pertenecían al Partido Comunista, ni mantenían relaciones con este.
En 1952 la sindicalización abarcaba a 16 millones de trabajadores que manifestaron su disconformidad en reiteradas oportunidades: 1947 se desarrollaron 3.000 huelgas; en 1948 más de 3.000; 1949, 4.000 huelgas. Cuando el reparto de bonanzas disminuía los trabajadores emprendían sus luchas defensivas, sin embargo el capitalismo gozaba de buena salud.
Durante el mandato de Truman ocurrieron dos eventos de suma importancia: Bretton Woods y el Plan Marshall. Un mundo a su imagen y semejanza. En1944 se reunió en Bretton Woods la Conferencia Monetaria y Financiera, alrededor de la mesa se ubicaron representantes de los países triunfantes en la Segunda Guerra con la excepción de la Unión Soviética, se trataba de establecer los parámetros que regirían el mundo de postguerra. Con esa finalidad se presentaron dos proyectos elaborados por Harry Dexter White (Estados Unidos) y el otro por John M. Keynes (Inglaterra). El diplomático ingles procuro atenuar el rol de EE.UU. liderando el concierto internacional. A falta de un gobierno formal, Washington tendió una red de organismos internacionales que fueron sus brazos para controlar la vida en el planeta. Así nacieron el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento. Ambas instituciones posibilitaron instaurar la dictadura del dólar, la dominación financiera.
El 3 de abril de 1948 el presidente de EE.UU., Harry S. Truman, firmó el texto de la Ley de Cooperación Económica, cobraba vigencia el Plan Marshall cuyo destinos manifiestos eran A) Impedir el avance del comunismo en Europa. Las diversas organizaciones guerrilleras comunistas cobraron prestigio durante la lucha contra el nazismo e irradiaban sus méritos a los Partidos Comunistas –especialmente en Italia y Francia-. B) Sustentar un mercado para las corporaciones estadounidenses y controlar la reconstrucción económica europea. El crédito norteamericano alcanzaba los 5.000 millones de dólares. El hegemón estadounidense también tenía el rostro del horror. Los días 6 y 9 de agosto de 1945 despegaron del territorio estadounidense aviones de la muerte en su vientre moraban armas nucleares, las descargaron en ciudades japonesas, Hiroshima y Nagasaki. El gobierno encabezado por Truman alegó, pretendiendo justificar el atroz ataque a las ciudades japonesas, que con ello contribuían a acelerar el final de la guerra…pero resulta que el 17 de mayo de 1945 en la ciudad francesa de Reims el general alemán Alfred Jodl había firmado la rendición de su país, en el documento rubricado por el mando hitleriano se establecía que las fuerzas germanas dejaron de luchar el 8 de mayo de1945 a las 23:01 horas. Se estima que, hacia finales de 1945, las bombas habían matado a 166 000 personas en Hiroshima y 80 000 en Nagasaki, totalizando unas 246 000 muertes, aunque solo la mitad falleció los días de los bombardeos.
La cotidianeidad de los “años dorados” tenía otros paisajes. “A ninguna persona hambrienta que esté también sobria se la podrá convencer de que se gaste su último dólar en algo que no sea comida. Pero a un individuo bien alimentado, bien vestido, con una buena vivienda y en general bien cuidado se le puede convencer de que escoja entre una maquinilla de afeitar eléctrica y un cepillo dental eléctrico. Junto con los precios y los costes, la demanda pasa a estar sujeta a la planificación”, .J.K. Galbraith (1967, p.24) Una incipiente sociedad de consumo que aturdía conciencias proletarias.
“La mayoría de los seres humanos se comporta como los historiadores: sólo reconoce la naturaleza de sus experiencias vistas retrospectivamente. Durante los años cincuenta mucha gente, sobre todo en los cada vez más prósperos países “desarrollados”, se dio cuenta de que los tiempos habían mejorado de forma notable, sobre todo si sus recuerdos se remontaban a los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial. Un primer ministro conservador británico lanzó su campaña para las elecciones generales de 1959, que ganó, con la frase “Jamás os ha ido tan bien”, afirmación sin duda correcta”. Eric Hobsbwam (1995, P.260)
La parte superior de los grandes edificios apuntaba hacia las nubes, el elevado precio del terreno disponía a utilizar intensivamente la tierra. Los automóviles pugnaban por un lugar en las calles de las populosas ciudades, eran días en los que se vivía una revolución del transporte público. A similitud de la configuración estadounidense surgían en los núcleos urbanos de este “nuevo mundo” complejos residenciales suburbanos.
La ciudad se poblaba y el campo se despoblaba, el desarrollo técnico conllevaba la exigencia de estudios superiores para ocupar los empleos. Las cifras son elocuentes, antes de la guerra Alemania, Francia y Gran Bretaña, tres de los países más desarrollados del planeta que albergaban en sus fronteras 150 millones de personas y en los que cursaban estudios universitarios solo 150 mil estudiantes, el 1% de la población. Décadas posteriores los estudiantes se contaban por millones en Francia, República Federal de Alemania, Italia, España y la URSS. En algunos países del Tercer Mundo – Brasil, India, México- se repetía el fenómeno estudiantil. La economía moderna exigía trabajadores más capacitados. La enseñanza superior era una plataforma desde la que se podía aspirar a percibir ingresos más altos y una mayor consideración social. “Y sin embargo, en un sentido general y menos definible, este nuevo colectivo estudiantil se encontraba, por así decirlo, en una situación incómoda con respecto al resto de la sociedad. A diferencia de otras clases o colectivos sociales más antiguos, no tenía un lugar concreto en el interior de la sociedad, ni unas estructuras de relación definidas con la misma; y es que ¿cómo podían compararse las nuevas legiones de estudiantes con los colectivos minúsculos a su lado de antes de la guerra, que no eran más que una etapa juvenil de la vida de la clase media. En muchos sentidos la existencia misma de estas nuevas masas planteaba interrogantes acerca de la sociedad que las había engendrado, y de la interrogación a la crítica sólo hay un paso. ¿Cómo encajaba en ella? ¿De qué clase de sociedad se trataba?”. Eric Hobsbawm (1995, p. 303).
En el período anterior a la guerra el nosotros desplazaba al yo en el ideario y las prácticas de los trabajadores. En el obrero arraigaba la idea de que la mejora de su situación personal requería de algo más que su esfuerzo personal, entendiendo esfuerzo en sentido amplio, el logro anhelado se alcanzaría por la organización colectiva. Lo público era el escenario donde transcurría la vida de las personas. El mercado, las calles, incluso los partidos de futbol o espectáculos musicales se observaban en el televisor de los bares. Dentro de esas coordenadas, las mujeres encerradas por las paredes de sus casas y dedicadas a las tareas domésticas, experimentaron un alivio a sus soledades con la radio que les proporcionó entretenimiento y las acercó al mundo.
Los años dorados, el consumo masivo, el pleno empleo oficiaron de vectores en el cambio radical de las costumbres. La existencia se “privatizó”, las nuevas generaciones gozaban de un bienestar que no habían gozado sus padres. Los contactos cara a cara dejaron de ser apetecibles. A su vez, los jóvenes obreros fueron partícipes en una moda juvenil, el vestir y la música eran consumidos con avidez. El arco de los productos consumidos por personas de diferentes sectores sociales achicaba sus diferencias, al menos en sus rendimientos. “El pleno empleo y una sociedad de consumo dirigida a un mercado auténticamente de masas colocó a la mayoría de la clase obrera de los antiguos países desarrollados, por lo menos durante una parte de sus vidas, muy por encima del nivel en el que sus padres o ellos mismos habían vivido, en el que el dinero se gastaba sobre todo para cubrir las necesidades básicas.” Eric Hobsbawm (1995, P. 309)
A su vez, los jóvenes obreros fueron partícipes en una moda juvenil, el vestir y la música eran consumidos con avidez. El arco de los productos consumidos por personas de diferentes sectores sociales achicaba sus diferencias, al menos en sus rendimientos. “El pleno empleo y una sociedad de consumo dirigida a un mercado auténticamente de masas colocó a la mayoría de la clase obrera de los antiguos países desarrollados, por lo menos durante una parte de sus vidas, muy por encima del nivel en el que sus padres o ellos mismos habían vivido, en el que el dinero se gastaba sobre todo para cubrir las necesidades básicas.” Eric Hobsbawm (1995, P. 309)
El Populismo en Latinoamérica y el Caribe
“El punto de partida de esta etapa está dominado por las expectativas económicas y políticas creadas por el ingreso en la postguerra; las primeras afectan sobre todo a los países que han sido tocados por los avances de la industrialización; las segundas inciden sobe todos por igual, en canto la victoria de las Naciones Unidas parece haber privado para siempre de legitimidad política a esas corrientes de derecha hostiles al régimen de democracia liberal que por un momento parecieron capaces de proporcionar sustento ideológico a la práctica de gobierno de las dictaduras vernáculas”. Tulio Halperin Donghi – 1994. P. 466-
Como correlato de la crisis de 1930 los capitales europeos dejaron de afluir a América Latina y El Caribe, además la balanza comercial se tornó más desfavorable para los países de la región. A consecuencia de esta circunstancia los sectores lúcidos de las clases gobernantes impulsaron políticas de sustitución de importaciones. “En ciudades que siguen creciendo sobre todo a través de sus cinturones de poblaciones de emergencia, la composición de los sectores populares se altera progresivamente y ya es menos fácil mantenerlos solidariamente encuadrados en un alineamiento político que los interprete a todos”. Halperin Donghi (1994, 459. Urbanización, incipiente industrialización, obreros, keynesianismo intuitivo; escampaba y la claridad dejaba ver las posibilidades para la instauración de gobiernos populistas, nacionales/populares. Gobernantes connotados inscriptos en la corriente populista fueron Juan Domingo Perón (Argentina) y Getulio Vargas (Brasil). El 17 de octubre de 1945 una manifestación multitudinaria organizada por veteranos dirigentes sindicales arrancó a Perón de la cárcel donde había sido llevado por sus enemigos políticos y lo aupó al balcón de la Casa Rosada para que proclame su candidatura a la presidencia. Al líder populista lo sostienen estructuras y brazos obreros, previamente Perón pasó por la Secretaría de Trabajo. Remolinos vigorosos elevaron la afiliación sindical: en 1941 la Confederación General del Trabajo tenía 400 mil afiliados, en 1947 la cifra se había elevado a 1.500.000, dos años más tarde la marea seguía creciendo y el pico se elevaba a 3.000.000.
Año a año la industria tuvo mayor incidencia en la formación del PBI, los indicadores enfatizan por sí solos: en 1900 contribuye con el 13,8%; en 1920 la proporción es del 16,4%; en 1930 alcanza el 18%; en 1945 sube al 23,5%. El número de trabajadores industriales va por los mismos carriles: si en 1935 se registraban 400 mil trabajadores, cuando el calendario marcaba que transcurría 1947 la cantidad de obreros era 938 mil. Política nacionalista de por medio se estatizaron los ferrocarriles, el Banco Central, los transportes, teléfonos, gas, monopolio del comercio exterior.
Palabras de Juan Domingo Perón. “En 1946, cuando yo me hice cargo del gobierno, lo primero que hice fue estudiar minuciosamente todo lo referente al problema internacional. Y encajar a la República en una situación justa para que pudiese continuar por largo tiempo en esa posición ideal, dentro del panorama internacional. Por eso hicimos la Tercera Posición… Y fuimos precursores, nadie puede pesar que hemos estado equivocados, al fijar nuestra posición.”
Agregaba, “¿Qué representa la Constitución Justicialista como reforma? Hemos transformado una constitución capitalista en una constitución justicialista. Para ellos hemos agregado a los derechos de los ciudadanos, que allí se establecían de una manera general y para que en el futuro o puedan ser negados, los derechos de los trabajadores, que son inalienables e imprescriptibles dentro de un Estado moderno.” Alberto J. Pla, pg.326, 1972
Brasil. El 3 de noviembre de 1930 Getulio Vargas asume la presidencia de Brasil. Vargas, estudiante de derecho; el presidente Alfonso Pena visita Porto Alegre y a los actos oficiales no son invitados los estudiantes; estos protagonizan jornadas de protesta y Getulio es designado orador por sus pares e ese marco de revuelta: “Nosotros saludamos en el Presidente de la República, la marcha triunfal de la democracia, la victoria de la voluntad popular. Y esto lo digo como manifestación de la juventud en ejercicio del libe pensamiento. La idea del derecho surge de la facultad de obrar dentro de los límites de lo justo. La ley no nace del arbitrio del legislador, éste solo reconoce las necesidades generales, les permite el desenvolvimiento, quita las dificultades que pueden obstaculizar la marcha del progreso.”(Helio Silva, 1972).
En diciembre de 1907 concluyó el curso, un final afectado por las disputas en torno a la sucesión presidencial, las discrepancias abarcan al movimiento estudiantil de Porto Alegre que se escinde, Vargas se enrola en el Bloque Académico Castilhista y es uno de los redactores del órgano partidario La Federación. En el cierre del año académico Getulio es designado nuevamente orador. “El hombre fuerte no es el que siempre niega, sino el que siempre afirma…Brasil todavía no es una nacionalidad. Está lejos de serlo. Vivimos absorbiendo la cultura extranjera y económicamente, dependemos de las naciones extranjeras que manufacturan la materia prima de nuestras industrias. Imitamos la literatura hecha por los europeos, estudiamos la ciencia que ellos elaboran y vulgarizamos la filosofía que ellos piensan”, sostuvo Getulio.
El 11 de mayo de 1938 fuerzas de choque identificadas con el integralismo (fascistoide) atacaron el Palacio Guanabara con la intención de detener o asesinar a Getulio Vargas; fracasaron los atacantes. Posteriormente el presidente Vargas se aboca a la constitución del Estado Novo, se inspiró en el régimen implantado en Portugal por Antonio de Oliveira Salazar .Ambos regímenes se caracterizaron por la centralización del poder, el nacionalismo, el anticomunismo y el autoritarismo.
El 29 de octubre de 1945 Vargas es derrocado por un golpe de Estado que encontraba inspiración en Estados Unidos. El mundo circular de J.L. Borges se pone de manifiesto en Brasil, en las elecciones de 1950 Getulio resulta victorioso, con el respaldo de las urnas y el apoyo de los trabajadores profundiza su ideario nacionalista y procura avanzar en la industrialización del país.
Brasil es un territorio atravesado por múltiples contradicciones: el interior es semifeudal, en el ejército los herederos de Prestes apoyan a Vargas, en la ciudad la correlación de fuerzas entre el capital y el trabajo es favorable al primero, a pesar de las reformas, la aristocracia feudal conserva una cuota importante de poder, la prensa de Río de Janeiro (Carlos Lacerda) ataca al presidente y lo caratula de fascista; en 1945 Getulio es depuesto. Año 1954, Lacerda sufre un fallido atentado y Vargas es señalado como autor intelectual. El apoyo social de Vargas se muestra frágil y el expresidente se suicida. Deja una larga carta que a su vez es un legado.
“He luchado mes a mes, día a día, hora a hora, resistiendo una presión constante, incesante, soportando todo en silencio, olvidando todo, renunciando a mí mismo, para defender al pueblo que ahora queda desamparado. Nada más os puedo dar, a no ser mi sangre. Si las aves de rapiña quieren la sangre de alguien, quien seguir chupando al pueblo brasileño, les ofrezco mi vida en holocausto. Elijo esta manea de estar siempre con vosotros. Cuando os humillen sentiréis mi alma sufriendo a vuestro lado. Cuando el hambre golpee en vuestra puerta, sentiréis en vuestro pecho la energía para luchar por vosotros y por vuestros hijos. Cuando os vilipendien, sentiréis en mi pensamiento la fuerza para reaccionar. Mi sacrificio os mantendrá unidos y mi nombre será vuestra bandera de lucha. Cada gota de mi sangre será una llama inmortal en vuestra conciencia y conservará la vibración sagrada para la resistencia. Al odio respondo con perdón. Y a los que piensan que me derrotaron les respondo con mi victoria. Era esclavo del pueblo y hoy me libero y marcho hacia la vida eterna. Pero ese pueblo del que fui esclavo ya no será esclavo de nadie. Mi sacrificio permanecerá en su alma para siempre y mi sangre tendrá el precio de su rescate” (Helio Silva. 1972, P.166)
Diversos intelectuales y políticos brindaron su opinión sobre el Populismo y los gobernantes que lo encarnaron.
Enrique Dussel. “En tres naciones se vivió con intensidad el fenómeno populista: Argentina, Brasil y México; con Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón, Getulio Vargas y Lázaro Cárdenas. Los populismos caen a mediados de los cincuenta: Vargas, Perón, Pérez Jimenez, Batista…caen todos. ¿Qué pasó? Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos necesitó nueve años para reorganizar Europa y a su enemigo Alemania contra la Unión Soviética. Por eso el Plan Marshall; se da cuenta que ha surgido una gran masa socialista contraria al capitalismo; en lo que va a ser el comienzo de la Guerra Fría reconstruye Europa en torno a Alemania.
La Segunda Guerra Mundial se libró por la hegemonía capitalista. Alemania pierde y acepta su rol subordinado; el acto se hace de inmediato. Al otro enemigo, Japón, Estados Unidos lo reorganiza para enfrentar a la China de Mao. El pragmatismo es asombroso; desde 1945 a 1954 Estados Unidos reorganiza a sus ex enemigos y los convierte en aliados.
Entonces mira hacia el Sur y ¿qué encuentra? Encuentra en América, África y Asia, a muchas naciones que estaban gustando el dulce de un desarrollo nacionalista capitalista. Producían ventiladores, radios, refrigeradores, repuestos de automóviles, una cantidad de productos que antes tenían que comprar. Había surgido una proto-revolución industrial desde 1930; el imperio en su lucha por la competencia intracapitalista en el mercado estimó que debía destruir esas burguesías nacionales para poder entrar en sus países.
El desplazamiento empieza con el golpe de Estado a Jacobo Arbenz; organizado en 1954 por la Central de Inteligencia Americana (CIA). Arbenz, hijo de una familia alemana, era un pequeño industrial que anhelaba industrializar Guatemala, para eso necesitaba que los obreros obtuviesen un salario más elevado de la United Fruit; el cardenal de Guatemala – un anti marxista furioso- dice que Arbenz era comunista.
En El Señor Presidente, de Miguel Angel Asturias, un oligarca guatemalteco dice: “Qué bonitas suenan las bombas de los aviones americanos porque tapan los tambores de los indios”. Allí empezaron esta historia. Ese mismo año, Estados Unidos interviene contra Gamal A. Nasser en Egipto, y contra Ahmd Sukarno en Indonesia. En la posguerra se emancipan todas las colonias inglesas, francesas y holandesas, ¿por qué? Estados Unidos no las va a ocupar, prefiere enviar sus armadas a los océanos, después lanza sus satélites y todo ello va acompañado por el Citibank y la Coca Cola. La Unión Soviética pretende tener una presencia en Latinoamérica y entonces, desde aquel 1954 hasta 1989, será la hora de la Guerra Fría.” (Andrés Cañas, 1999, pág. 157).
El final del consumo feliz
Y cayó la espada de Damocles y con ella la tasa de ganancia. La codicia inscripta en los 10 Mandamientos que recibe Moisés perdura a lo largo de los siglos. Los empresarios de los siglos XX, XXI, estimaron que disminuyendo la masa laboral incrementarían sus ya de por si fastuosas ganancias. La tecnología acudiría en pos de sus propósitos. Olvidaron que el valor lo produce el trabajo humano, la máquina solo devuelve el suyo, además la álgida competencia intermonopólica constreñía a incorporar tecnología en plazos más cortos, se achicaba el tiempo de amortización. En la composición orgánica del capital se vislumbró más capital fijo – tecnología, maquinaria, etc.- que capital variable – mano de obra- . Por ende cayó la tasa de ganancia, se incrementó la producción pero el costo de la unidad producida por el capital invertido descendió. La tasa de ganancia mundial en 1950 era del 31 %, en 2008 había bajado al 17%. Una de las salidas fue la descolocación, la fuga hacia tierras de mano de obra barata, la China de las “zonas especiales”- espacio geográfico en el cual los obreros estaban privados de todo derecho- se constituyó en el paraíso capitalista.
Otros problemas se asociaron a la caída de la tasa. Pérdida de la capacidad para impulsar el crecimiento. El ciclo dinámico del capital se inicia con la inversión, en consonancia con el nivel de reinversión histórico necesario se requieren oportunidades de reinversión rentable para el 3% del excedente generado. En 1950 ese excedente era de 150.000 millones de dólares, en el presente y en las décadas próximas el monto es/será de 3 billones. ¿Qué nuevas líneas de producción pueden consumir ese capital?
¿En qué espacio geográfico? ¿Qué daños ecológicos se generarían? En el pasado el ferrocarril y la industria automotriz fueron las locomotoras que acarrearon la máquina productiva. Hoy no existe una línea de producción que pueda cumplir esa función.
Decreciente capacidad de convertir el dinero en capital, de trasladarlo a la producción, una prístina evidencia de que el mundo financiero ha dejado de alimentar a la producción. Según la propuesta neoliberal el dinero genera dinero; los activos financieros crecen como la hierba mala: 1982, 13,9 billones; 2004, 150 billones, siguiendo ese paso acelerado los activos financieros superarán 3 veces el PBM.
Decreciente capacidad de asalarización, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo en 1985 la Población Económicamente Activa (PEA) se configuraba con 1.460 millones de seres humanos; en el año 2000 la PEA ascendía a 2.930 millones de personas. Resultaban empleados en el año 2007, el 61,7 % de la PEA y descendía en el año 2009 a 61,2 %. Sólo el 44% de los empleados lo son a tiempo completo, a tiempo permanente.
“…polarizó el mercado laboral y eliminó los trabajos seguros y bien pagados que permitieron sustentar la clase media, dejándonos con empleos con altos salarios que requieren de muy alta calificación, mucha educación y capacitación, y un montón de trabajos con muy bajos salarios para una mano de obra poco calificada”. (Rabilotta,2011 )
La revancha del capital
“El modelo de crecimiento neoliberal globalizador, es el propio de la fase transnacional del Capital Monopolista, de los años 70 del siglo XX hasta la actualidad. Se configura a partir de la búsqueda de salida al rebrote de la sobreproducción y el consiguiente atolladero histórico del keynesianismo. Conlleva la incardinación de las finanzas y la industria y se basa ante todo en una restructuración del poder de clase u ofensiva general del capital (coordinado por primera vez como un sujeto, a escala global, a pesar de que acentúe también la competencia entre sí) Ofensiva económica, política y militar, para recuperar tanto su tasa de ganancia como su parcialmente perdida capacidad de disciplinamiento del trabajo. En ese proceso, el Capital rompe las barreras estatales de regulación social de la producción y de la distribución en que se hallaba relativamente confinado en la anterior expresión de capitalismo monopolista de Estado y tiende a buscar el espacio global, aunque siga necesitando del Estado para su reproducción y expansión.” (Andrés Piqueras, 2014, pág. 109)
Algunas de las características más notables del modelo neoliberal son:
- Insuficiente crecimiento de la demanda, la pérdida de la capacidad adquisitiva de la población es uno de los factores que incide en esta cuestión.
- Inestabilidad macroeconómica, concentración de las decisiones gubernamentales y concentración de los beneficiarios de esas decisiones.
- Competencia intercapitalista sin restricciones que desanima la inversión a medio y largo plazo, luchas comerciales enconadas por la disputa de mercados reducidos.
- Sector financiero independiente que tiende a desviar más fondos hacia la inversión no productiva, auge de una economía ficticia.
En los países desarrollados la propuesta neoliberal echó andadura sobre “sociedades derrotadas”, en estos días y con la acentuación de la crisis recién se comienzan a ver protestas obreras en pos de una mejor calidad de vida. El triunfo de los monopolios se cimentó en alejar a los seres humanos de lo social, lo colectivo y la acentuación de la meritocracia, de esforzarse para alcanzar las satisfacciones que brinda el mercado.
Procurando paliar las consecuencias de una demanda magra, se recurrió a la obsolescencia programada de los productos, en consonancia se estimuló el crédito que atenazó a los trabajadores/consumidores ligados al cumplimiento del pago de su deuda. Por otro lado, y para un minoritario sector social se dio a luz un consumo sofisticado.
Los servicios prestados por el estado: educación, salud, cambiaron de administrador y concepción, se dio lugar a un acentuado proceso de privatización.
Se desreguló el sistema bancario, se redujeron impuestos a los pudientes y se generó un desplazamiento delo legislativo por el poder jurídico, en casos puntuales. La desigualdad de ingresos llegó a niveles obscenos, situación sustentada en la teoría del derrame, cuando los ricos incrementaran sus fortunas invertirían el excedente creando puestos de trabajo. Fue otro el destino de los excedentes: paraísos fiscales.
Si procuramos definir el neoliberalismo mediante una síntesis estrecha, bastan dos palabras/conceptos: pobreza y desigualdad . En relación al reformismo la fórmula idónea es: inconsecuencia de sus dirigentes en el cumplimiento de sus promesas vertidas en la época electoral. La dirigencia neoliberal pronuncia, dejando a un costado todo pudor, el ajuste incalificable que pretende instrumentar. Si el rasero para medir el éxito de una gestión es haber mejorado la calidad de vida de los seres humanos, el neoliberalismo resultó un ostensible fracaso a lo largo y ancho del planeta. ¿Cómo pretenden recuperar el gobierno en aquellos territorios donde los han perdido? Con más neoliberalismo, pariendo un capitalismo oligopólico global, haciendo trizas las débiles democracias persistentes, negando todo derecho a los trabajadores, impulsando un capitalismo especulativo financiero ilimitado, degradando a los seres humanos para avanzar sobre el terreno de pueblos derrotados.
La disputa política/económica entre ambas propuestas: Reformismo, Neoliberalismo alcanza una crudeza que sirve para traslucir el potencial de los contendientes que se alinean tras ellas. Crudeza, virulencia, actores/actrices de uno y otro sector extraen de su vocabulario con frecuencia la palaba guerra. En Argentina el intento de asesinato de la vicepresidente Cistina Fernández es un ejemplo palmario de esta situación. Analistas de prestigio – bien ganado- estiman que en los países centrales el Reformismo tomó por un camino sin retorno; dudan si la conclusión puede ser tan rotunda en el mundo emergente, ven como grandes obstáculos la deuda asfixiante que recae sobre ellos y la endeblez del mercado interno.
Con todo, falta escuchar la voz más potente, la opinión y acción de los pueblos. Asumir que el poder monopólico es formidable: político, militar, económico, judicial, mediático debería llevar a la construcción de frentes populares en los que no haya distinciones ideológicas/políticas entre organizaciones peronistas, marxistas, nacionalistas, un frente patriótico popular que defienda de manera consecuente el nivel de vida del pueblo trabajador, los recursos naturales del país, la soberanía territorial. La cultura nacional cobra suma importancia como factor identitario, la penetración cultural es sinónimo de hegemonía imperial, la cultura nacional alberga la historia de luchas emancipadoras librada por los pueblos, la globalización induce al olvido de lo nacional.
Poema a Lenin (Bertolt Brecht)
Al morir Lenin, un soldado de la guardia, según se cuenta,
Dijo a sus camaradas: Yo no quería creerlo. Fui donde él estaba
Y le grité al oído: “Ilich, ahí vienen los explotadores.” No se movió.
Ahora estoy seguro que ha muerto.
Si un hombre bueno quiere irse,
¿Con que se le puede detener?
Dile para qué es útil. Eso lo puede detener.
¿Qué podía detener a Lenin?
El soldado pensó: Si oye que los explotadores vienen,
Puede que estando solo enfermo se levante.
Quizás venga con muletas. Quizás haga que lo traigan
Pero se levantará y vendrá para luchar contra los explotadores.
El soldado sabía que Lenin había peleado toda su vida
Contra los explotadores.
Cuando terminaron de tomar por asalto
El Palacio de Invierno, el soldado
Quiso regresar a su hogar, porque allí
Se habían repartido ya las tierras de los propietarios.
Entonces Lenin le dijo: Quédate.
Todavía hay explotadores. Y mientras haya explotación
Hay que luchar contra ella. Mientras tú existas,
Tienes que luchar contra ella.
Los débiles no luchan. Los más fuertes
Quizás luchen una hora.
Los que aún son más fuertes, luchan unos años. Pero
Los más fuertes de todos, luchan toda su vida,
Éstos son los indispensables.