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La UBA siniestra

A modo de despedida de mis compañeros y compañeras de Hidalgo 1067 al cabo de 42 años.

Después de cuarenta y dos años de servicio en el Centro de Salud Dr. Carlos F. Astíz (donde funciona la Dirección General de Salud del Rectorado de la UBA), me dieron la “baja” compulsivamente porque habría sido intimado a jubilarme hace un año y no lo hice. Es otro fraude de los “buenos muchachos” del Rectorado. Pero lo que importa es que detrás de esta decisión hay una historia y que esa historia comenzó hace mucho tiempo, en 1938, cuando el Dr. Carlos F. Astíz escribió su Testamento. Allí designó un albacea de su confianza al que le ordenó disponer sus bienes para crear obras al servicio de la asistencia de la salud.

Un Centro de Salud “único en el país”.

Por mi parte, de mis 67 años de vida, 57 tienen que ver con este Centro de
Salud. Cuando entré por primera vez a Hidalgo1067 me trataron como un niño, porque era un niño; tenía diez años. Mi madre era la Administradora. Había entrado por concurso en 1966, tres año después de la fundación del entonces Servicio Universitario de Salud (el SUS). En ese momento el legado del Dr. Astíz comenzaba a tomar fuerza. El albacea de este médico, contemporáneo del Dr. Raúl Vaccarezza, dispuso que la mayor parte de su fortuna fuera destinada a la asistencia médica con un sentido social y preventivo. Porque él propio Astíz se había contagiado atendiendo tuberculosis, que en muchas oportunidades no presenta síntomas hasta muy avanzada la infección. Y en conversaciones con el albacea, antes de
morir, le fue contando su proyecto. Por eso Hidalgo 1067 se diseñó y habilitó para un Centro de Salud único en el país (así lo dice el Legado): dedicado a la prevención de la tuberculosis (y enfermedades infectocontagiosas) en poblaciones supuestamente sanas.

Fue una disposición revolucionaria con una perspectiva de medicina social muy profunda. Dictada por una UBA cuyo Rector era el profesor Carlos Saavedra Lamas (que ya había recibido el premio Nobel de la Paz). Fue él quien en 1943 aceptó la donación y resolvió llevar adelante el proyecto. Cuando en 1963 el Rector Olivera creó el SUS para darle continuidad, centralidad y amplitud al objetivo, previó un funcionamiento altamente eficaz y con gran respaldo científico y presupuestario.

Esta es la parte luminosa de la UBA, la que aún le da prestigio. En la UBA actual abundan quienes brillan con esa luz ajena. Se sirven de esa luz, pero actúan en las sombras.

El lado oscuro de la UBA

Aquellas personalidades, y sus proyectos, hablan de una UBA en la cual no se concebía la puesta en venta de sus productos (la información y el conocimiento), ni las consecuencias siniestras que produce el dinero de los “fondos propios” por esa mercantilización. Esta transformación mutante se fue produciendo en los últimos treinta años.

Es el “legado” del menemismo: centenares de millones de dólares ingresan a las arcas de la UBA por estos negocios, solo controlados por funcionarios/as de la UBA.
Ese dinero ha infectado las Facultades y el Rectorado. Esta es la parte oscura de la actual UBA. Y allí hacen sus cuevas quienes que lucran con él, y cada tanto aparecen vinculaciones entre sectores de la UBA y negocios poco claros, que terminan ocultos por las sombras y todo vuelve a la normalidad.

Es el caso que nos atañe. Algunos de estos personajes, siguiendo el sentido inverso al de Saavedra Lamas, han proyectado -y vienen ejecutando – el desmantelamiento, desguace y vaciamiento del Centro de Salud Carlos F.
Astíz. Tienen un objetivo declarado para ganar campañas electorales (en este caso en la Facultad de Psicología). Y otro no declarado: destinar el edificio a un centro recaudador para “hacer caja”. Sea para campañas políticas, o para tejas, pero no para la prevención de la salud estudiantil.

Ellos dicen: “¿Poner plata en prevención? ¡Qué disparate!”, cuando la pregunta debería ser: ¿cuánto es lo que no conviene invertir para detectar una patología posiblemente mortal en jóvenes estudiantes?
La actual FUBA, entramada en acuerdos y trenzas políticas, no ha dicho una palabra, ni de un lado ni del otro de la supuesta grieta. Por su parte, un grupete de APUBA, (Asociación Para el Usufructo de Bienes Ajenos), fueron cómplices del plan a cambio de las consabidas prebendas de los oscuros del Rectorado. Con esta entrega lograron la frutilla de su postre: un edificio de 10 pisos para su propia empresa:
Facultar – ¡en serio! – en Azcuénaga 280. El Rectorado lo tenía abandonado hace décadas porque se iba a “derrumbar en cualquier momento”. Con este argumento le vienen pagando fortunas a algún/a afortunado/a, por extensas oficinas alquiladas en pleno microcentro.

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¿Cómo se llega a esta situación? ¿Cómo se llega a esta distancia y rumbo antagónico entre Saavedra Lamas y Olivera por un lado y Barbieri o Gelpi por el otro? Una vez más hay que recurrir a la historia.

Una época en que “las bases” mandaban.

Cuando en 1980 ingresé al SUS, el Director General era un Capitán de la Marina de Guerra de apellido Toso. Los días de actos importantes, o cosas así, llegaba con su uniforme de gala impecablemente blanco y su sable haciendo ruido a chatarra colgando a su lado. Antes de irse le ordenó a su secretaria que quemara en el fondo -dentro de un tambor de aceite – centenares de historias clínicas. No debían permanecer porque podían ser usadas por las Madres de Plaza de Mayo en los juicios – que ya se
imaginaban – se les venían encima. Mi primera actividad sindical fue interpelar a este personaje en defensa de una compañera. Para entonces la Comisión Transitoria de APUBA (designada por el gobierno militar y llena de buchones de los servicios) brindaba una cobertura muy endeble. Pero los milicos ya se retiraban muy ocupados en quemar evidencias. En
junio de 1984 fui uno de los tres representantes del Rectorado de la UBA en
la Comisión Provisoria.

Fue una conducción votada a mano alzada en una Asamblea General Extraordinaria de casi 3.000 trabajadores y trabajadoras no docentes que abarrotaban el Aula Magna de la Facultad de Medicina.

Votamos la huelga por tiempo indeterminado en setiembre y la
levantamos a mediados de diciembre. Con una Asamblea por semana resolvíamos los pasos a seguir. Pedíamos aumento de presupuesto, aumento de salarios y la democratización de APUBA, donde seguían atornillados los nombrados por el General Viola. “¡Las bases mandan!” fue nuestro el lema.

Y hubo seguimientos, piñas y amenazas. Pero no pudieron derrotarnos, se lograron las tres cosas: casi tres meses después el Ministerio de Educación de la Nación nos dio la razón.
Para entonces la UBA estaba intransitable de mugre y no se podía dar clases, ni sus hospitales podían recibir pacientes, nada funcionaba. Esa Comisión Provisoria fue un semillero de nuevas perspectivas, un centro de formación y un espacio de entrecruzamiento de tradiciones políticas y sindicales.

Estaban desde los fundadores de APUBA (habilísimos negociadores) hasta la nueva juventud que venía de jugársela contra los milicos. Y entre ambas experiencias, la generación de la lucha sindical por el Escalafón propio en
los años 70.

Allí me reencontré con Roberto Garuzzo. Lo había conocido en 1973. Él era delegado del Rectorado y yo un pibe que ingresaba a la Facultad de Agronomía. Nos cruzamos en Hidalgo 1067 y mi vieja me lo presentó con grandes ademanes de reconocimiento: “¡Nuestro delegado!”. Quise ser como ese delegado tan bien reconocido. Y muchos años después nos enfrentábamos en el Plenario de Delegados cuando él ya era
Secretario General y yo delegado de Hidalgo 1067. Los debates seguían en las asambleas generales extraordinarias donde todo se resolvía democrática y abiertamente.
Pero además, la UBA no tenía “fondos propios”. La pelea constante y eterna era por el aumento del Presupuesto Universitario. Controlado a su vez por el Ministerio de Educación de la Nación. En esa UBA, y en esa APUBA, había muy poco lugar para las sombras y las cuevas.

Para entonces el SUS seguía siendo una institución reconocida por organismos internacionales. Su primer Director General fue un médico sanitarista, Jorge Rovere, que periódicamente viajaba a congresos sobre salud estudiantil de Italia y España para intercambiar experiencias y traer nuevos proyectos. El examen preventivo de salud – corazón del proyecto original del SUS – destinado a estudiantes aparentemente sanos, todavía no era considerado un gasto por no generar “retornos inmediatos”. Con el gobierno de Héctor Cámpora el SUS fue parte destacada de la Universidad
Nacional y Popular propuesta por Rodolfo Puigross. La JUP (la de entonces) dominaba la escena y la sede de Hidalgo funcionaba en tres turnos: dos de mañana, uno de tarde y los sábados a la mañana también.

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Con el golpe del 76 llegó el Capitán Toso y otro milico se instaló en APUBA. La noche se hizo en Hidalgo hasta que la derrota de Malvinas dio vuelta todo porque el pueblo – que ya estaba muy cansado de tanta charretera – se cansó del todo. La Comisión Provisoria fue parte de esa ola que se llevó puesto al régimen militar por los siguientes cuarenta años, y esperemos que eso siga así.

De lo siniestro y la lucha por ¡más luz!
Y aquí creo necesario entonces detenerme en el tema del título, lo siniestro, que no deja de estar presente siempre en todos los ámbitos de la vida.
Me refiero a esos claroscuros que dificultan precisar los contornos de los objetos, y los sujetos, cuando la luz no alcanza para disipar las sombras. Lo
siniestro requiere poca luz, requiere confusión, requiere sombras cruzadas.

Pero, por lo mismo, también promueve un llamado a explorar, a investigar, a diferenciar la paja del trigo. Y entonces lo siniestro propone dos conductas: integrarse a las sombras o no hacerlo.
La sociedad en la que vivimos y el sistema económico que nos rige (el
capitalismo), se vale de las sombras o de soldados. A veces de las dos cosas. En mi caso, hace muchos años y por mandato familiar, elegí el interés por definir los contornos para averiguar siempre qué es cada cosa. Y sobre todo la precisión de los hechos: sus causas, sus objetivos, sus razones. Pero también: quién es quién. Y eso lo definen los hechos y las conductas cuando se disipan las sombras y se precisan los contornos. Esa decisión personal, subjetiva, es profundamente ideológica: no permitirse engañarse, exigir
saber más, obligarse a descubrir lo que falta definir. ¡Mas luz! ¡Mas luz en la UBA!
Ese camino lo inicié en 1969, cuando en la puerta del Nacional Buenos Aires nos defendimos a piedrazos de una banda de fachos que nos atacaron con cachiporras solo por ser estudiantes de la UBA. Desde entonces defendí a la UBA de la Reforma del 18, tan lejos de esta UBA como sus funcionarios de aquellos.

La búsqueda del Testamento del Dr. Carlos Felipe Astíz es una continuidad de esa acción. Nos llevó un año casi completo. ¡Era una leyenda! ¡Nadie lo había visto! Y el Rectorado lo sigue ocultando. Por eso, cuando apareció la dirigencia de APUBA (promotores del “quedate tranquilo” y “yo te lo resuelvo”), encontrar el Testamento se hizo decisivo. ¡Eso era más luz! Para lograrlo fue muy importante que un grupo de compañeros y compañeras mantuviera firme el timón en defensa de la salud pública, preventiva y de asistencia primaria para los estudiantes de la UBA. La conciencia de la importancia del examen preventivo de salud nos hizo fuertes. Por lo mismo elaboramos un Proyecto de Salud Estudiantil para revalorizar la Dirección General de Salud y dos mil integrantes de la comunidad universitaria manifestaron su apoyo, inclusive importantes profesores, sanitaristas, infectólogos y más. Incluso cuando la asociación de Trabajadores del Estado (ATE-CABA) reclamó por la situación ante el Rector y ante cada uno de los Decanos, los funcionarios mantuvieron el mismo silencio que frente a las diez notas presentadas a lo largo del año ante el Consejo Superior. ¡El silencio de la Academia aturde! Sin embargo…. todo esto dio tiempo a desmontar las sombras sobre el Legado. Porque sólo teníamos un nombre y un apellido.

Buscamos y consultamos en el Boletín Oficial, el Archivo General de la Nación, la Biblioteca Nacional, la Escribanía General de la Nación, la Biblioteca del Clínicas, la Biblioteca y el Archivo de Medicina y finalmente en el Archivo de la Corte Suprema en el Palacio de Justicia. ¡La leyenda era cierta, estaba en el expediente sucesorio del Dr. Carlos Felipe Astíz! Y descubrimos que fue el propio Dr. Raúl Vaccarezza quien aprobó los planos de Hidalgo 1067 para la construcción.

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Corresponde destacar quiénes ocultaron el legado al Consejo Superior: en primer lugar el Rector Alberto Barbieri y el Decano de la Facultad de Psicología, Jorge Biglieri. Por APUBA: Julieta Vitullo y quienes la acompañaron en las reuniones de Hidalgo. Allí, el conjunto del personal de
Hidalgo les advirtió que el legado existía y que había que hacerlo valer para cortar el camino a la tranza político/económica entre Barbieri y Biglieri. Párrafo aparte merecen: Gustavo Galli, quien como Secretario de Extensión y Bienestar Estudiantil mantuvo bajo un manto de descuido al Centro de Salud en toda su gestión. Y Paula Quattrocchi, quien desde la Secretaria de Relaciones Institucionales, Cultura y Comunicación – ¡insólitamente! –

define los actuales destinos del Centro Médico por una resolución del Rector Gelpi. Acaso su sociedad civil con el Decano de la Facultad de Psicología tenga algo que ver.
¡Más luz!

No todo es lo mismo

Retomando una punta de la historia, poco después del triunfo de la Comisión Provisoria, los jóvenes que habíamos creado una Agrupación de Base, elegimos dos caminos antagónicos: Jorge Anro y un grupo eligió integrarse a las sombras. Le fue “bien”: es Presidente de la Confederación de Trabajadores y Trabajadores de las Universidades de las Américas. Él eligió un rumbo y le dio resultados prácticos: transformó APUBA en una empresa y se entrevistó con el Papa.

Otro grupo elegimos el sentido contrario: ¡más luz! La Agrupación Naranja
y la Semilla Ramírez (en unidad con la Granate). Después, con ellas empalmamos en el encuentro de Trabajadores de Universidades Nacionales (ETUN) que organizó la lucha para enfrentar las propuestas más regresivas de la FATUN para el Convenio Colectivo de Trabajo (finalmente un SITUBA/CTA que no prosperó).

También nos fue “bien”, pero en sentido inverso. Fuimos inadaptados a las sombras y sostener esa conducta no es sencillo. Otra vez aparecieron quienes demostraron tener un precio. Pero otros y otras dejamos señales visibles en un mundo de confusiones y ocultamientos. Somos la prueba de que no todos ofrecemos falsas lealtades a cambio de prebendas o billetes. Además, la resistencia contra el deterioro permite defender y sostener lo
necesario, lo útil, lo positivo de la sociedad.
De lo contrario estaríamos aún en peores condiciones mucho más rápidamente. Y por eso en 2004, como Delegado General de Rectorado, fui parte de una acción colectiva de la totalidad del personal que mantuvo en pie el Centro de Salud por los siguientes 18 años.
Pero esta pelea depende de factores que exceden la lucha sindical. Será posible una transformación real y sostenida en el tiempo cuando trabajadores y trabajadoras logren definir un rumbo antagónico y organizado contra la mugre del capitalismo y encuentren la manera de crear una sociedad solidaria, respetuosa del individuo, colectiva y democrática en sus decisiones y en la elaboración de las ideas. Ajena a los intereses de dinero y las prebendas.

Y volviendo al inicio, la Resolución que me da “de baja” expresa la mediocridad de ciertos personajes que se mueven en las sombras del Rectorado: se afirma que me habrían notificado de una intimación a jubilarme el 14 de enero de 2022. Esa notificación nunca existió. 1°) Porque
estaba en uso de licencia anual ordinaria. 2°) Porque ese día estaba llevando el cuerpo de mi padre al crematorio de la Chacarita y ni siquiera regresé a mi domicilio por muchos días. Mi firma, salvo falsificada, no puede estar en ningún documento que convalide esto. Nadie me advirtió durante todo el año. Esa fecha no puede ser una casualidad, la tomo como de quien viene ¿Suponen los que armaron este mamarracho que pueden molestarme o intimidarme? ¡Qué cachivaches! El Rector Gelpi no parece rodearse de buenos asesores. O tal vez me equivoco y sabe con quién anda.

En definitiva, esta UBA viene cada día más siniestra. Si no encuentra su camino para recuperar y superar el mandato de la Reforma de 1918, inevitablemente se derrumbará sobre sí misma. Recuperar el examen preventivo de salud para estudiantes y a la Dirección General de
Salud de Hidalgo 1067, es parte de esa lucha.

Marcos Britos, marzo de 2023.

¡NOS VEMOS EN LA LUCHA!
Abrazo a quienes mantienen la pelea contra las sombras

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