Siempre hay una gota que derrama el vaso.
La reacción de los compañeros del chofer de la línea 620, que fue asesinado hoy, además de un acto de justicia, se convierte en una explosión que derrama acumulación de un montón de padecimientos, violencias y hartazgos cotidianos. Impotencia, bronca, dolor, angustia, desprotección, incertidumbre explotan en el momento menos esperado por aquellxs que dedican más tiempo a pelear candidaturas y espacios de poder que a resolver los graves y acuciantes problemas que tenemos quienes somos el pueblo.
Muchxs empatizamos con ese sentimiento de “dar una piña” por hartazgo y muchos son los motivos. Laburar mil horas en condiciones de mierda y no llegar a fin de mes, no tener laburo, no poder pagar el alquiler, no poder comprar los remedios que necesitas, no tener un techo para vivir, que la policía o la droga nos maten a lxs pibxs de las barriadas, que no paren los femicidios, que permitan el saqueo y exterminio de la naturaleza, que haya hambre en un país productor de alimentos, tener que comer arroz y fideos eternamente, la falta de servicios básicos para vivir, que muera una bebé en la puerta de la Casa Rosada por abandono del Estado y mucho más…
Lamentablemente la respuesta a lo sucedido será punitivista una vez más. Muchxs caranchearán lo sucedido para pedir más mano dura. Siempre desviando la atención de dar soluciones a los problemas sociales que genera este sistema perverso y opresor.
En fin, o en principio tal vez, fue una piña justa para un ser despreciable legitimado por el poder.
El día de hoy tal vez muchxs lo recordaremos como el “día de la piña”; una piña que nos dio mucha satisfacción porque fue una piña a un milico carapintada, un tipo que no dudó en reprimir y desalojar con sus topadoras barrios pobres o se hacía el Rambo con trabajadorxs que defendían su fuente de trabajo, responsable institucional de la desaparición de Facundo y fusilamiento de pibxs de las barriadas.
Como leí por ahí: “…Una piña por facineroso reaccionario. Una piña por pedir picanas para la bonaerense. Una piña por cada desalojo de ruta, de cada bastonazo repartido, de cada tiro ejecutado. Una piña por la vida…”.
Paola Severino