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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

1ra Carta abierta de un defensor de los derechos humanos a las izquierdas.

Escribo sin saber si seré leído o simplemente si a alguien le interesará, escribo sabiendo que seré denostado por muchos compañeres del movimiento nacional de los derechos humanos, escribo sin saberes teóricos tan firmes pero desde mi militancia, siempre radical y anticapitalista. Les escribo también porque siento una fuerte ausencia en las luchas y muchas pero muchas puertas cerradas.  

Estas muchas puertas cerradas, estas ausencias es de notarse que  son producto de que nos estamos quedando huérfanos, nuestras madres y abuelas de plaza de mayo han -en términos institucionales- cedido su independencia a favor de la política partidaria alimentando con ello un aspecto ideológico cultural de época, la falta de consideración de muches sobre la realidad material concreta que estamos atravesando como pueblo, pues importa más el relato y el electoralismo que la defensa puntual de los derechos humanos.

Es así que gran parte del movimiento de derechos humanos moviliza a favor del Juicio a la Corte Suprema, pero no porque el hambre es un crimen, se enjundia sobre si la violencia contra Berni es orquestada por la otra derecha, si acaso la violencia desde abajo está bien, antes que denunciar lo que Berni significa en materia de violaciones a los derechos humanos.

Quedándonos huérfanos nos quedamos un poco más solos, porque el movimiento de derechos humanos tenía la virtud de ser convocante a un amplio abanico de sectores sociales, era una luminaria que encendía un camino ético que la política y su lucha social necesita. La potencia ética que nos ha dejado huérfanos, es la de estar siempre al lado de los que luchan.

De esta manera nos quedamos algunos de un lado, varias organizaciones de derechos humanos que siempre fueron de izquierda, la presencia y claridad permanente de Norita Cortiñas, los partidos de izquierda y varias organizaciones sociales de base que más allá de sus opciones partidarias su trabajo militante les hace observar la realidad material concreta del pueblo; pero ello implica que nos encierren en un ghetto para simular que somos una minoría la que lucha y nosotres en vez de abrirnos, nos cerramos en internismos y objeciones partidarias.     

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La aparente falta subjetiva sobre la necesidad del cambio social radical que envuelve a la mayoría de la población nos encuentra en un año electoral en una situación histórica compleja, donde la reinstitucionalización de las mayorías populares obra para que la disputa no sea sobre un proyecto alternativo al capitalista, sino sobre qué derecha en el gobierno es menos dañina.

La subsunción de gran parte de las clases subalternas a la disputa del poder estatal, producto entre otras cosas de su asimilación al proyecto progresista nacional y popular, nos muestra por un lado la utilización del Estado ampliado para el mejor uso del consenso y la coerción por parte de las clases dominantes, pero conjuntamente con ello nos muestra la difícil situación en la que estamos para clarificar las contradicciones inherentes entre el sistema civilizatorio capitalista, la emancipación y la dignidad humana.

Debemos tener en claro como izquierdas que también nos gano el Estatismo -de ahí tanto la división de importantes organizaciones que fungían como referencia como la unión de partidos trotskistas-  el fetichismo de época es el estatista/institucional donde es más importante y significativo la disputa por el cargo,  porque el Estado asuma nuestras políticas, por conseguir recursos, por usar las bancas como playón desde donde nuestro discurso se oiga y gran etcétera.

Karl Marx acertadamente nos decía que “Las ideas dominantes de una época siempre fueron sólo las ideas de una clase dominante”  con ello no podemos obviar que la parafernalia electoralista sólo sirve para que las dos grandes coaliciones con posibilidades de ganar el Estado se hagan sombra mientras nosotres padecemos y resistimos porque luchamos, pero resistimos y luchamos en compartimientos estancos, con propuestas sectorizadas.

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Huérfanos también de proyecto como estamos, o por lo menos de un proyecto que como izquierdas nos unifique, no encontramos la manera de explicitar las contradicciones que nos muestran el tiempo perimido de la estabilización institucionalista orquestada por el 1er kirchnerismo.

Debemos ahondar en que esta crisis institucional no es una crisis del modelo capitalista argentino, sino de su gobernabilidad, es decir de la estabilización política orquestada por los Kirchner, de la mal denominada grieta. Con ello debemos tener claridad también en que no hay en las masas, en el pueblo y las clases subalternas, un pensamiento crítico que nos lleve, que alimente una perspectiva de emancipación anticapitalista y esto es producto en parte de nuestras falencias como izquierdas.

Es en este sentido que entiendo que los derechos humanos alimentados desde una perspectiva contrahegemónica y anticapitalista tienen un lugar que ocupar en la batalla cultural y social, para clarificar disputas y fomentar la integralidad de las luchas y sus necesarias articulaciones como parte de un cuerpo de derechos que las clases subalternas ejercen y reclaman, pues ciertamente todas las luchas, las feministas, por el derecho al agua y el ambiente, contra la represión estatal, por los derechos de los pueblos originarios, por los derechos de las niñeces, por el derecho a un salario justo, por el derecho a la seguridad social que los planes significan, contra el acuerdo con el FMI, muestran que somos muches quienes peleamos contra la opresión y la tiranía del capital defendiendo nuestros derechos humanos.

Por ello los derechos humanos pueden ser una herramienta pedagógica para clarificar la opresión y generar consciencia de clase, para funcionar como un método de lucha, para unir en las disputas, para ampliar desde abajo a la izquierda nuestra resistencia.

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Es porque nuestra potencia ética  como izquierdas es la igualdad del ser anti-jerárquico, sin clases sociales, que nos corresponde abonar un significado actual a la lucha por la vigencia de los derechos humanos. 

Para ello necesitamos re-significar una nueva eticidad para la defensa de los derechos humanos que nos devuelva la socialización de la maternidad de nuestras madres de plaza de mayo, como acto en revolución, es decir sostener la memoria y defender los derechos humanos es hoy nutrir la dignidad de los que luchan.  

Para concluir y sobre todo sabiendo lo que se viene, concluyo con lo que decíamos antes:

¡Nos vemos en la lucha! (y si me ven les voy agradecer que me abracen hasta que el mundo sea como los soñamos).

Para todos, todo.

Damián Ravenna

Presidente

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos Zona Norte de la Provincia de Buenos Aires

APDH ZONA NORTE        

2 thoughts on “1ra Carta abierta de un defensor de los derechos humanos a las izquierdas.

  1. Quienes fundamos la APDH (proceso que terminó en diciembre de 1975) lo hicimos enfrentando al terrorismo de estado instrumentado por la Triple A. Luego vino el genocidio de la dictadura. Hoy parecen olvidarlo pero la consigna que llevó a Cámpora al gobierno fue mentirosa, Debería haber sido “Cámpora al gobierno, Perón y López Rega al poder”. Memoria, verdad y justicia.

  2. Comparto el punto de vista del autor.
    La especialización de la lucha por los Derechos Humanos, en la lucha contra los Crímenes de Lesa Humanidad, no es suficiente para abarcar la gran cantidad de Derechos Humanos, sin espacio para su desarrollo y aplicación.
    Creo que las organizaciones de izquierda deberían tener la responsabilidad histórica de ampliar las luchas contra las pobrezas, las discriminaciones, las desigualdades, las faltas de oportunidades y sobre todo contra esa subordinación al posibilismo, que hace que los Derechos Humanos, se conviertan en políticas eventuales, no permanentes y solo cuando “se puede”. Así el Estado, que se somete a la ideología del Capitalismo, ahora en su etapa neoliberal, no tiene recursos, ni políticas, para la falta de la vivienda familiar, para satisfacer el Derecho al Trabajo, para garantizar un SMVyM, suficiente o para asegurar jubilaciones, que superen el estadío de subsidio a la vejéz.

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