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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Otra vez la amenaza de la dolarización

Después del 7.7% de marzo ya no quedan dudas: el país ha ingresado a un régimen de alta inflación, reaparecen entonces las soluciones milagrosas, hoy la más promocionada es la dolarización. Más allá de su inviabilidad en la coyuntura conviene analizar sus tecnicismos y consecuencias.

Mientras el FdT sigue deshojando la margarita respecto de las candidaturas y rebrotan las disidencias internas, la oposición mayoritaria, aún en medio de su propia disputa, ya tiene más claro los tantos y sus principales precandidatos comienzan a desgranarar sus propuestas.

Esto es lo que pasó en el reciente Foro de Llao Llao, convocado por la crema del empresariado local. Los precandidatos, con ausencia del oficialismo, coincidieron en su orientación general. Tanto Patricia Bullrich como Javier Milei proponen un neoliberalismo recargado: terminar con la inflación, levantamiento del cepo cambiario, desregulación del movimiento de capitales, baja de retenciones… mientras que Rodríguez Larreta difiere en los tiempos y busca presentarse como más previsible, “no se pueden resolver todos los problemas el primer día”, “ir a la unificación cambiaria… lo más rápido que se pueda”, limitar la indemnización por despido y bajar impuestos. Para Bullrich la palabra ordenadora es precisamente “Orden” y afirma que “esta crisis no se soluciona solo con gestión”, un dardo a su rival en las internas. Larreta responde “Decir que es posible quitar el cepo desde el primer día y dolarizar es mentir” y aclaró que “Viene a apagar el fuego no a estimularlo”.

Sin embargo quién mayores expectativas despertó fue Milei, tanto por el aumento de la intención de voto que muestran las encuestas como por su propuesta de dolarización “para terminar con la inflación”.

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¿Qué es la dolarización?

Dicho rápidamente. Es un proceso por el cual la moneda local de curso legal (en nuestro caso el peso) se sustituye en toda su funcionalidad (medio de pago, unidad de cuenta y reserva de valor) por el dólar estadounidense. Esta sustitución puede lograrse de manera oficial, como decisión política, o de hecho, cuando la mayoría de las operaciones ya se hacen en la moneda estadounidense, y a su vez puede ser una moneda exclusiva caso Ecuador (solo circula el dólar) o bien predominante caso Panamá (el dólar convive con la moneda local, pero solo para pequeñas transacciones)

Sacando EEUU hay tres países que adoptaron la dolarización oficial (Ecuador, Panamá y El Salvador), también otros cuatro que son territorios de ultramar pertenecientes a países de la Unión Europea. ninguno tiene la envergadura y el desenvolvimiento económico de Argentina.

Nada Nuevo

A fines de la década de los ’90 del siglo pasado la dolarización se discutió en numerosos países. En América latina la punta de lanza fue Ecuador, que en enero del 2000 reemplazó oficialmente su moneda. La propuesta llegó a nuestro país de la mano del menemismo (era impulsada preferentemente por las empresas públicas privatizadas y algunos bancos). Aquellos debates fueron muy importantes para que quienes participamos de ellos tomáramos conciencia de las implicaciones que acarreaba.

Fue importante comprender que cuando un país se dolariza pasa a formar parte del sistema monetario de los EEUU. A partir de ahí la oferta de dinero depende de su base monetaria y esta fluctúa según el saldo de su comercio exterior y el ingreso de inversiones. Si el saldo es positivo y los ingresos de capital son mayores que las salidas la base monetaria crece y decrece si los resultados de esas dos variables son negativos. Ergo hay pérdida de soberanía monetaria / cambiaria y se limitan las políticas activas del Estado (con el actual acuerdo con el FMI nuestra soberanía ya está limitada).

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Por otra parte hay pérdida del “Señoreaje”. Según la definición Guglielmo Charchedi es “La apropiación de valor que hace el Estado a partir del público al ejercer su derecho monopólico a imprimir medio de pago legal”. Dicho en criollo, es la diferencia entre el costo de acuñar moneda y el valor con la que se la coloca en el mercado.

Inviabilidad

Según numerosos especialistas y la propia vicepresidenta nuestro país está bajo un régimen bimonetario. Tanto es así que la dolarización resulta muy atractiva porque los ciudadanos necesitan que se frene la inflación y además no pocos tienen la fantasía de ganar en dólares.

Diversos economistas y técnicos han tratado de traducir en números la propuesta de Milei. Para lo que han tenido que definir a qué tipo de cambio se haría la conversión, que pasivo del BCRA se debe computar y qué nivel de reservas es necesario. Definidos estos supuestos las estimaciones van desde un tipo de cambio superior a los 9.000 pesos por dólar hasta necesitar un nivel de reservas del orden de los 12.000 millones de dólares si se toma la base monetaria, y hasta más de 40.000 si se adicionan a la base monetaria los plazos fijos y las Leliqs. Como se comprende la dolarización implica una gran devaluación o bien una reducción del déficit fiscal que reduzca fuertemente la emisión o bien un nuevo endeudamiento para recomponer las reservas. O un poco de todo esto.

Es evidente que la propuesta es inviable porque en este caso se trata de una dolarización sin dólares. Tanto por las dificultades para endeudarse como por el fuerte costo en términos de salarios, pobreza y crecimiento que implican la devaluación y el mayor ajuste fiscal. Por otra parte una medida de esta envergadura debe pasar por el parlamento que cualquiera resulte el resultado de las próximas elecciones difícilmente obtuviera los votos para su aprobación.

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La dolarización no es viable sin embargo si se transformara en un eje de campaña en una situación de gran fragilidad como la actual puede impactar negativamente en la ya tortuosa marcha de la economía. Como lo vemos estos días con la nueva corrida cambiaria, producto combinado de operaciones cruzadas en el oficialismo y la especulación de los sojeros.

Según los trascendidos la propuesta no logró el consenso del establishment empresarial, al contrario los habría preocupado por las graves consecuencias económico-sociales que puede acarrear y la reacción social que podría desbordarse. La imagen del 2001 está presente no solo en las clases subalternas, también en las dominantes.

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