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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

El discurso de CFK: entre el pasado que puede volver y el pasado que no se quiere ir

El escenario de la política argentina está marcado por una crisis económica severa, un alineamiento forzado con EEUU (mediante el FMI), un desplazamiento hacia la derecha de la agenda y el crecimiento electoral de Javier Milei. Esto último obedece a varias causas: desprestigio de la clase política tradicional, el fracaso de los programas económicos del macrismo y del justicialismo y la proliferación de políticos carentes de carisma. La tibieza se ha vuelto tan común como la escarapela un 25 de mayo.

Entonces, el acto de este jueves 27, en La Plata, tenía un valor especial, porque Cristina Fernández de Kirchner es la única figura de los partidos mayoritarios con la capacidad de plantarse frente al torbellino “libertario”. Aclaremos: tiene la capacidad de hablar con énfasis y coherencia durante una hora o más, algo que no pueden hacer ni Mauricio Macri ni Patricia Bullrich ni Horacio Rodríquez Larreta. Alberto Fernández sí puede hacerlo, pero escucharlo con atención más de quince o veinte minutos es una tarea casi heroica. Y, a esta altura, tomar en serio sus palabras es directamente imposible.

Entonces, en términos retóricos, CFK cumplió las expectativas de propios y ajenos. Se subió al ring y eligió a Milei como su adversario. El eje del enfrentamiento fue la disputa en torno a la dolarización, una de las banderas electorales del diputado de ultraderecha. Explicó por qué esa medida sería perjudicial para el país, afirmando que es una receta que ya fracasó, cuando el ministro de Economía era Domingo Cavallo. Caracterizó a Milei y a JxC como ese pasado que quiere volver.

Expresó dolor por la situación del país y propuso acordar un plan de gobierno, algo extraño para quien ejerce la vicepresidencia de la nación y, además, es la principal responsable de que Alberto Fernández esté sentado en el sillón presidencial. Habrá quien encuentre razones para ilusionarse, pensando que la próxima será mejor, que ella no se equivocará (de nuevo) al elegir un candidato que realmente represente el ideario kirchnerista. Claro, los principales nombres en danza son Sergio Massa y Daniel Scioli. La realidad detrás de los discursos puede ser bastante triste.

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Criticó el endeudamiento con el FMI y apoyó las gestiones de Massa ante este organismo.

Pero CFK hizo algo más: ratificó el deseo de mantener el statu quo. Declaró que el capitalismo es el sistema más eficiente, que eso ya no admite discusión y que el desafío pasa por ver quién lo administra, el mercado o el Estado. Es decir, frente al pasado neoliberal, repitió la idea de un capitalismo humanizado, con controles estatales y mejor distribución. Un capitalismo justicialista, diríamos.

Este futuro no es muy alentador, si pensamos en la situación del país. Además, más allá de los matices entre el capitalismo neoliberal y el capitalismo humanizado, ambos sectores comparten la convicción de que el desarrollo del país depende de la profundización del extractivismo, con las pautas fijadas por el gobierno de Carlos Menem. Es decir, saqueo y cortoplacismo. La vicepresidenta no reconoció que, además del aumento de la pobreza y de la precarización laboral, hay también resistencias populares y movimientos sociales que apuntan a otro modelo de país. Tal vez porque estas disidencias no se manifiestan electoralmente y, al final, para la política representativa, eso es lo importante.

La promesa del derrame de riqueza no se ha cumplido y, en los territorios tomados como zonas de sacrificio, han aumentado la pobreza, la contaminación y la corrupción de los gobiernos provinciales. También aumentó la criminalización de la protesta social, cuando el pueblo decide cuidar el ambiente, el trabajo o el salario.

En síntesis, el discurso de CFK presentó un Argentina que tiene solo dos opciones, un pasado que puede volver y un pasado que no se quiere ir. Es cierto que el modelo neoliberal (sobre todo, el encarnado por Milei) es peor que el modelo justicialista, pero el modelo justicialista tampoco es bueno y, por eso, es necesario continuar con los esfuerzos para construir un futuro mejor. Una sociedad más justa, con un Estado que no esté aliado con los grandes capitalistas, sino que exprese los intereses de la clase trabajadora.

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En esas resistencias populares que, con diversa intensidad, iluminan todo el país, está la esperanza.

One thought on “El discurso de CFK: entre el pasado que puede volver y el pasado que no se quiere ir

  1. Al parecer, Sebastián, vamos camino a dejar de discutir sobre si el modelo neoliberal es la única alternativa posible o deseable. Esta aceptación ocurre a nivel global y parece estar asumido y superado en algunos casos. El único margen de acción está dado por una discusiones menores: por ejemplo, con cuántas gotitas de solidaridad regaremos nuestro modelo. O cuánto “socialismo” se puede ejercer sin alarmar a los mercados. O cuántas décimas de presupuesto le quitamos al Ministerio de Defensa para dárselo al de Educación o Sanidad.
    Discusiones menores, demagogias grandes nos toca aguantar ahora, esperando ver si en algún momento volveremos a debatir lo que es realmente importante.
    Un saludo y es un placer volver a leer algo tuyo.

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