Desde Contrahegemoníaweb creemos que un reacercamiento a Ezeiza es una tarea política muy necesaria dado qué:
Ezeiza es un momento de inflexión en la historia Argentina que marca un nuevo intento de clausurar la crisis orgánica abierta con el Cordobazo para aislar primero y aniquilar después a los sectores más radicales del proceso de movilización, en particular las organizaciones armadas y el clasismo.
Implicó un cambio audaz en la estrategia de sectores del bloque dominante que después de 18 años de proscripción del peronismo y 17 del exilio de Perón intentan cerrar la crisis de dominación por medio del propio Perón, generando las condiciones para acelerar el enfrentamiento del líder con las distintas vertientes del peronismo revolucionario.
Esa ofensiva requería la puesta en marcha de una nueva estrategia contrainsurgente –preanunciada en la masacre de Trelew durante la dictadura previa– amasada en los sótanos de tortura de los militares franceses en Argelia y Vietnam primero y poco después por la Doctrina de Seguridad Nacional pergeñada por EEUU en la Escuela de las Américas. Su versión más elaborada partía de asesinatos sistemáticos a la militancia de agrupaciones de base de todo tipo para generar terror social, desmovilizar por esa vía a franjas importantes de la población y confinar a las organizaciones revolucionarias a sus propias fuerzas.
En la fase inicial la primera línea de esa estrategia de exterminio la lideraría la ultraderecha del peronismo, con José López Rega –secretario privado de Perón– orquestando el diseño operativo desde el Ministerio de Bienestar Social. La Triple AAA y luego el Operativo Independencia serían el embrión del terrorismo de Estado, mientras, durante el tercer gobierno `peronista, las Fuerzas Armadas se replegaban temporariamente para recuperarse del desgaste sufrido en la dictadura previa y esperaban su oportunidad.
Pese a la masacre de Ezeiza y los acontecimientos posteriores, la mayoría del peronismo (incluidos sus sectores progresistas) aún hoy niegan el papel directo de Perón en la estrategia de aniquilamiento, atribuyéndoselo en exclusividad a la acción de José López Rega e Isabel Perón. Sin embargo, una compilación de tan sólo algunas de las acciones previas al retorno del líder popular al gobierno, como gran parte de las que tomó una vez que regresó a la presidencia, resultan inequívocas e imposibles de dejar de lado. Ninguno de los hechos represivos con Perón en vida se podrían haber llevado adelante sin el apoyo político explícito del líder.
Es necesario enmarcar Ezeiza en el contexto internacional de ofensiva mundial del capital desde los 70’ en adelante, en los inicios de consolidación de los planteos neoliberales cuyos primeros experimentos se iban a desarrollar precisamente en Latinoamérica. Se trataba de la contraofensiva estadounidense para consolidar una hegemonía amenazada por la derrota en Vietnam –evidente ya en 1973–, el auge del movimiento antibélico y las luchas afroamericanas en su propio país y la ola de protestas radicalizadas que recorrían el mundo desde 1968.
Hay un hilo conductor que articula Ezeiza con el abandono del programa de liberación en el tercer gobierno peronista, con la última dictadura con el terrorismo de estado y con un peronismo que tras el retorno de la democracia abandona cualquier tipo de discurso que cuestione el sistema capitalista. Los 90’ y el neoliberalismo desenfadado menemista tienen como antecedente ineludible los jalones previos. Pero también el impacto de la desarticulación de aquellas experiencias revolucionarias influye en la perspectiva del Kirchnerismo y su lógica de reconstrucción de la gobernabilidad y la captura del Estado como único agente de cambio y no la modificación de relaciones de fuerza en la sociedad civil.
La derrota se evidencia en prácticas rigurosamente subordinadas al culto de las relaciones de fuerza mundiales, regionales y nacionales consideradas casi como inmutables. Emerge con la separación entre una retórica que apela a la memoria de les combatientes y sus luchas que resulta progresivamente cada vez más disfuncional con las tibias prácticas burocráticas cotidianas que sostienen ajustes.
Rescatar aquella jornada también por ser la movilización más masiva de la historia, que culminó con la frustración y amargura de todes les que habían ido a recibir al líder después de 18 años de luchas y sacrificios de todo tipo.
Por todo eso y porque es una memoria que molesta al poder e incomoda a las estrategias de adaptación al capitalismo dependiente en la Argentina es necesario recuperar y volver a debatir Ezeiza.
El presente dossier cuenta con los testimonios y reflexiones imprescindibles de Jorge Falcone, Celina Rodríguez y Guillermo Cieza quienes estuvieron presentes en aquella jornada militando en distintas corrientes del peronismo revolucionario unidas por su búsqueda de la patria socialista.
Un miembro de nuestro colectivo, Sergio Nicanoff, analiza las implicancias de Ezeiza y compila algunos hechos que marcan el papel de Perón en la ofensiva de exterminio.
Recuperamos algunos documentos y discursos que ponen de manifiesto, sin lugar a dudas, ese rol del líder y la decisión de aniquilamiento como su discurso del 21 de Junio, al otro día de la masacre y el Documento Reservado.
Reproducimos los análisis de una parte de las organizaciones revolucionarias de la época, poco después de Ezeiza.
Agradecemos a les compañeres que aportaron al armado del dossier y esperamos que sea una pequeña contribución para la construcción de una memoria de les de abajo y de la reconstrucción de un pensamiento revolucionario.
Esa intención es el mejor homenaje que podemos realizar a todes les asesinados en Ezeiza y en la búsqueda de un mundo sin explotación ni opresiones.