Finalmente se han definido las candidaturas para las PASO lo que termina de concretar que serán unas elecciones presidenciales entre las derechas, ambas coaliciones con posibilidades reales de ganar se disputan cómo llevaran a cabo la ofensiva del capital sobre el trabajo.
Es por ello que desde la izquierda se muestra necesario explicitar que el enemigo en estas elecciones se manifiesta a través de dos facciones de las clases dominantes que acuerdan en realizar el pago de la fraudulenta deuda al FMI, un ajuste descomunal y consecuentemente el cercenamiento de derechos humanos fundamentales, lo que nos coloca en un lugar donde debemos planificar las luchas que vendrán.
Esta prognosis igualmente no debiera alimentar el reduccionismo de augurar que la calle será el programa y la resistencia, si bien sabemos todos que es la práctica la que enciende la teoría, ello también nos muestra cuanto nos falta construir desde la izquierda.
En este sentido desde el amplio campo de las izquierdas se viene reclamando por la construcción de un espacio que pueda contener la diversidad de nuestras presencias militantes, un espacio donde las izquierdas puedan marcar su presencia y dar la necesaria batalla político-ideológica.
Con ello es de notarse que la actual hegemonía desplegada por las clases dominantes nos disputa nuestros planos de inserción social, usando nuestras formas de nombrar y ser nombrados para derrumbar los procesos históricos rupturistas que supimos y los que pudiéramos organizar.
Asimismo el desfasaje entre las luchas y las elecciones nos muestra la lógica dialéctica entre lo instituyente y lo instituido, esta polisemia que se presenta también como hegemonía y contrahegemonía, nos marca a mí entender con claridad parte del programa que debemos abordar desde las izquierdas.
Es por ello que en alguna medida la insuficiente disputa para hacer frente a la apropiación ejecutada desde nuestro antagonista de clase de los procesos de nuestra historia -que hacen y sustancian a la memoria de clase desde la izquierda- tiene consecuencias pedagógicas que se presentan en la praxis real y concreta de la lucha de clases.
Un aspecto simbólico/cultural de las consecuencias pedagógicas se da en la falsa ideación sobre los “hijos de la generación diezmada” que desde una facción de las clases gobernantes hacen funcionar en dos dimensiones conservadoras, una es para cercar el verdadero ideario revolucionario de les 30mil, por otro lado mostrar a esos hijos, con Wado de Pedro en su momento y ahora con Juan Grabois a la cabeza, como fruto generacional de la revuelta popular del 2001 abocados a gestionar el sistema capitalista y no a luchar contra él.
A ello debemos sumar como un aspecto más, manifestación clara de las consecuencias de la memoria instituida, la alocución de CFK sobre cómo definieron las PASO y las candidaturas en un acto donde se traía un avión que participo de los vuelos de la muerte, acto que contó con la presencia de varias organizaciones y referentes de derechos humanos y pocos, muy pocos que levantamos la voz frente a este oprobio.
En el conurbano bonaerense donde transcurre mi militancia, esta insuficiente disputa sobre la memoria significa que derechos humanos es igual al programa peronista nacional y popular para la mayoría tanto de la población como del Estado, y aún peor que el ideario progresista-populista sea visto como defensor de los derechos humanos o un cerco frente a la constante violación de los mismos por parte del Estado capitalista.
Por ello debemos abordar desde la izquierda que la disputa por el significado de la memoria da cuenta de la tensión entre el plano teórico y el desarrollo histórico concreto, la dinámica dialéctica de la lucha de clases no puede ser a-histórica sino que debe atender los procesos de hegemonía de clase en la conformación de esa dinámica histórica-social.
Con ello el dislate de ciertos sectores progresistas o nacionales populares sobre que la candidatura de Sergio Massa es para frenar a la derecha, coloca el problema en su verdadera dimensión epocal, el peronismo cerró lista de unidad con la derecha, antes no hace mucho a estas argucias se les decía pejotismo, pero producto de una realidad de época las mayorías populares actuales no conocen o no toman en cuenta esta noción, votando a la derecha sea liberal o peronista.
De este modo el constante arrastre o política pendular del peronismo hacia la derecha e izquierda, tanto en términos electorales como así institucionales, llevó a un gran sector del que a falta de nombre vamos a nombrar como “nueva, nueva izquierda” a perder el ethos social revolucionario en aras de una identidad que favorece la regulación del sistema. La deriva de muchos compañeres nuestros y de organizaciones sociales y defensoras de derechos humanos requiere de una necesaria autocritica sobre nuestra cultura política de izquierdas.
Se muestra así mismo necesario resaltar (marcar para hacer hincapié) que existe una relación dialéctica entre la historia, la memoria y la éticidad que genera formas del ser dentro del ser, es decir un ethos social que desde las izquierdas alimentábamos profusamente con análisis y perspectiva de clase que fluían hacia una severa y clara critica al sistema civilizatorio capitalista, pero esa forma de ser de izquierdas ha perdido predica social, inserción en el tejido social, con ello el ser de izquierdas, el ethos social de izquierdas quedó reducido, apropiado y encuadrado en pequeños grupos, lo que si queremos transformar radicalmente este mundo, no podemos permitir.
Sabiendo que la tarea que nos queda es organizarnos para resistir a un gobierno de derechas, que cercenara derechos humanos básicos aunque se muestre de una inexistente “centro-derecha”, debemos asumir que estamos obligados a repensarnos como generación (larga y amplia en el sentido etario) fruto de una construcción de izquierdas y producto real de la revuelta popular del 2001, asumiendo además con ello la construcción histórica de ser una izquierda inserta en una sociedad pos-genocidio, con todas las dificultades que ello conlleva.
Debe quedar claro que desde la izquierda no podemos ser una sola y hegemónica izquierda, porque las izquierdas son variadas, diversas y plurales. Esa, nuestra verdadera fortaleza no ha encontrado aún adecuados mecanismos para insertarse en las luchas de masas y fundirse en un ethos social revolucionario y anticapitalista.
Sin embargo, los tiempos de lucha y antagonismo que vendrán nos ilusionan en que podremos estar a la altura de los acontecimientos y finalmente confluir en esa construcción de izquierda desde abajo que muchos queremos y anhelamos.
Nos vemos en la lucha.
Para todos, todo
Damián Ravenna
Presidente
Asamblea Permanente por los Derechos Humanos Zona Norte de la Provincia de Buenos Aires
APDH ZONA NORTE