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El tercer malón de la paz en su paso por Tucumán: conversaciones con Marcos Pastrana

Entrevista realizada entre Contrahegemonía Web y Telesisa

El paso del Tercer malón de la paz desde Salta a Tucumán, atravesando la ciudad de Santa María (Yokavil) en Catamarca, para llegar luego hasta Tafí del Valle en Tucumán, nos lleva al encuentro con Marcos Pastrana, anciano de la Comunidad indígena del Valle del Tafí, del pueblo Nación Diaguita.

-¿Cómo ve la situación en Jujuy y cómo es la situación de la comunidad diaguita hoy, qué perspectivas tienen y cómo se vienen organizando?

M. P: Bueno, en realidad esto ya se veía venir, forma parte del mismo sistema esclavizatorio de todos los tiempos. Desde que entró la colonia y se leyó el primer requerimiento donde decía que venían de un país donde se hablaba un idioma, creían en un dios y obedecían a un rey y que debíamos someternos a ellos para ser sus amigos, está todo dicho. 

Aquí entró la colonia en octubre de 1543 y se transformó en la ocupación del territorio a partir del 16 de julio de 1617, cuando el encomendero  Leguiza Montes Guevara pidió en una merced de tierra todo el valle del Tafí, haciendo mención en lengua kakana de que se trataba de tierras vacías e improductivas, lo cual se desmiente en la misma aseveración.

Esa política de venir por todo, de apropiarse de todo, no ha cambiado en 500 años; lo que le pasa al pueblo jujeño hoy, a los kollas, a los hermanos mapuches, a nosotros diaguitas, a los huarpes, a los guaraníes, nos pasa a nosotros. Somos los que nos damos cuenta de lo que está pasando porque lamentablemente está muy distraída la gente en el Estado Nación, con ser ciudadano del estado nación, con derechos que son diseñados nada más que para satisfacer egos y para el bienestar y confort personal o familiar.

Pero, en realidad la situación es gravísima a nivel mundial.  Esto está sucediendo en todo el mundo. Ya se veía venir el desconocimiento de toda la legislación convencional, constitucional e institucional, de todos los países; ahora ya hasta los spots publicitarios de la política dicen: “este país necesita gerentes”, no necesita gobernantes. Es una estrategia aplicada por el sistema. Nosotros ya lo habíamos denunciado hace unos quince años, desde la Unión de Pueblos Diaguita, declarando la emergencia territorial, política, administrativa, económica e institucional de toda la nación diaguita y de todos los pueblos originarios.

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En el año 2018 hicimos un viaje con catorce caciques de la alta montaña, acá a la vuelta de los cerros, para verificar  cuál  era esa política de minería sustentable que hablaban que se aplicaba en Chile. Desde Atacama hasta Copiapó: 2000 km de cordillera demolida. Con aire viciado, sin producción local, sin animales, sin niños, sin agua, por eso la posición tan firme del pueblo Unión Diaguita, porque lo vimos con nuestros propios ojos.  

Al volver vimos que la huella minera estaba por todos lados, en la Puna, por Jama, por todos lados.  Y había tropas de ejércitos, presumiblemente chileno y estadounidense junto a tropas argentinas, haciendo tareas de exploración y también de asistencia a las comunidades.

Lo advertimos y lo denunciamos, pero como todo se diluye en el manto que ponen los grandes medios hegemónicos de información, llegamos a esto.

Esto es la suspensión de la gobernancia, del gobierno de los estados. Ya lo admiten los mismos cuerpos colegiados. Lamentablemente los cuerpos colegiados están todos caducos, vendidos, entregados totalmente al poder financiero internacional. Porque no nos van a decir que los consejos superiores de la universidad, los cuerpos colegiados de la nación en el orden ejecutivo, legislativo y cámaras de justicia, no saben de esto que está sucediendo. Cada vez tienen menos atribuciones. Se está produciendo el mismo fenómeno que se produjo en Bolivia.

-Cuál es ese fenómeno?

M. P: Simular desde el gobierno, sus instituciones junto con fundaciones, que están ayudando a la comunidad. Y nos damos cuenta que estamos atentando contra nuestra propia integridad, integralidad, transgeneracionalidad, y conectividad. Hoy lamentablemente el estado argentino está viviendo un estado transnacional minero, transnacional sojero, un estado transnacional energético,  un estado transnacional turístico, inmobiliario, con distintos paquetes. Y todas las figuras de áreas protegidas (parques nacionales, patrimonios de la humanidad, etc.) están destinados a eso.

 La agenda 2030 también la estamos cuestionando, porque de solo anunciar que el 30 por ciento va a ser área protegida del planeta, nos está diciendo que el 70 por ciento, incluido plantas, animales, seres humanos y territorios, es sacrificable.

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Así que esto es una situación que tenía que suceder, que ya está sucediendo desde hace rato, lo que pasa es que lo ignoran, lo desconocen; cada pueblo, cada asamblea socioambiental, cada comunidad  se está transformando naturalmente en cuerpo colegiado popular, que están legislando, están tomando sus propias decisiones.

Esto es lo que son los movimientos, aunque parezca minoritario, es la marcha de la idea, del buen vivir comunitario. El verdadero cambio de paradigma, donde todos tenemos que reflexionar; porque muchos hablan de un cambio, un cambio de paradigma; pero ¿desde dónde empezamos el desapego? Porque todos estamos absorbidos por el sistema, vivimos del sistema, todos estamos alimentados por el sistema. Entonces, el cambio tiene que ser profundo, tiene que haber un cambio en la mentalidad de la gobernancia de los territorios. Porque una cosa es la gobernanza de un territorio comunitario indígena y otra cosa es el gobierno del Estado. Son dos cosas  diametralmente opuestas. Y si Argentina quiere ser un estado justo, libre y soberano como declama, tiene que incluir a los pueblos originarios, porque son el sustento de su nacionalidad, de su identidad, de su integralidad como nación y debería serlo como estado. Porque tenemos 14, 15 lenguas vivas, activas, mientras hablamos una lengua prestada.

En el territorio que está en manos de las transnacionales únicamente resistimos los campesinos, la gente de las áreas rurales y las comunidades indígenas. Los cuerpos colegiados están totalmente entregados y hay que ir ya a interpelarlos, que están en nuestros pueblos, que sus dietas están integradas por el esfuerzo de los  “ciudadanos”. Esa palabra “ciudadano” hay que agarrarla con mucho cuidado, porque fuimos transformados en ciudadanos para dejar de ser “pueblo”. Esencialmente somos pueblo, autónomos, libres, soberanos, dueños de nuestra cultura, de nuestra cosmovisión. Y también parar con las interferencias con  nuestra vida comunitaria, porque nuestro derecho es ancestral, preexistente, lo que era antes de la colonia. Y no necesitamos de las universidades, ni de los gobiernos, ni de la intelectualidad académica para ser lo que somos, nos están perturbando.

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-Se habla de transformación, de pachakuti, de recuperación de territorios y de identidad. Los pueblos en la urbanidad, en la ciudad, que han llegado despojados tras las migraciones forzadas, ¿es el momento también para poder recuperar la identidad y despertar…?

M. P: Sí, si es la hora. Es la hora de los pueblos. Porque al pueblo lo salva el pueblo, no los gobiernos. Es  la hora de los pueblos porque hay que devolver los territorios a su pueblo, y los pueblos a su territorio. Esa es la consigna.Y si se ha sacrificado a miles de pueblos para que vivan las empresas, es hora de sacrificar las empresas para que vivan los pueblos.

Esto incluye a todos los pueblos originarios del mundo, porque todos hemos sido originarios en alguna instancia de la humanidad. Hay cuatro elementos sagrados de nuestra ancestralidad, que son el aire, el fuego, el agua y la tierra. Esos son nuestros ancestros más sagrados. Si defendemos esos cuatro elementos, estamos defendiendo la vida, los derechos, los pueblos, la libertad, la autonomía.

Nosotros no somos salvadores de ningún pueblo ni de nadie. Somos hijos de la Pacha y tenemos que elegir. La humanidad está ante la disyuntiva de si va a seguir existiendo o no. Porque la vida no se va a extinguir, no se va a terminar. No existe un poder que pueda contra la vida, sí el ser humano, por su propia contradicción. Porque ha elegido crear una estética artificial para su gusto y confort, se ha olvidado de la estética natural de todo el ecosistema, la cosmovisión es una sola, única para todos los seres vivos, lo que difiere es en la diversidad, según la familia, el clima, cómo hemos sido educados, pero no somos diferentes unos de otros, somos diversos. Hay que ver la responsabilidad que significa decir “soy originario”, no se puede estar en las dos veredas al mismo tiempo. O somos originarios o somos ciudadanos.

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