A la mañana la noticia me conmovió como cada vez. Una combinación de emociones con alegría y curiosidad a la vez, por saber quién era y quienes eran su madre y padre. Al mediodía busco la conferencia de prensa de Abuelas. Insulto en el aire: ningún canal la pasa en vivo. Solo fragmentos que me alcanzan para ver a Estela de Carloto diciendo los nombres con tanta emoción que luego no puede seguir con la lectura que debe continuar otra integrante del equipo. Vuelvo estremecerme con los apellidos y viendo al hombre que está sentado al lado de Estela a quien conocí hace tanto tiempo. El apellido de la madre también me sacude. Es el mismo de una querida compañera de militancia en PRT de La Plata María Victoria Navajas (Vicky).Con ella y su compañero Gustavo Ogando(también desaparecidos) convivimos en Buenos Aires en agosto del 76 cuando los dos habían salido de La Plata porque su departamento había sido allanado en su ausencia por fuerzas policiales. Beatriz recordó ayer que Vicky a solas le contó que tenía una prima que estaba en pareja con “un Santucho”. Conocí a Julio Santucho y a Cristina Navajas en 1975 en circunstancias que ahora quiero recordar en sus detalles.Ese esfuerzo de la memoria se nubla con las lágrimas en mis ojos pensando en lo que significa reencontrar a un hijo,a un hermano 46 años después y lamentando que su abuela que tanto lo buscó ya no esté para abrazarlo. De como conocí a Julio y Cristina Allá por mediados del 75 vivía en La Plata y militaba en el PRT. Parafraseando a Bertolt Brecht podría decir “yo viví en una ciudad en tiempos de desorden,viví en medio de mi gente en tiempos de rebelión”.La Plata era eso y mucho más con una fuerte militancia estudiantil ,sindical y política. Con miles de compañeros y compañeras participando y comprometiendo sus vidas en esos anhelos de cambios profundos que encontraban una síntesis en las palabras revolución y socialismo. Ya estaba Isabel Perón en el gobierno, habían sido intervenidas las universidades nacionales y la triple A operaba en la ciudad y en el país. La orden reservada de Perón al Consejo Superior Peronista del 1 de octubre del 73 que le declaraba la guerra “al marxismo” se materializaba en esa organización paraestatal que ya había producido asesinatos en La Plata y en otras ciudades del país. El problema para los de arriba era que ni con el llamado a elecciones y el regreso de Perón, ni con el Pacto Social y luego el criminal accionar represivo de la triple A habían conseguido apagar el fuego de la rebeldía obrera y popular abierto en las barricadas del Cordobazo del 69. En la Plata, Enseñada y Berisso en particular existía un fuerte movimiento en las universidades y en la clase obrera con avanzadas de organización y conciencia en Propulsora Siderúrgica, Astilleros Río Santiago, Petroquímica Sudamericana y otras fábricas y se había conformado la Coordinadora de delegados, comisiones internas y gremios en lucha desde las bases y fuera del control cegetista. Ante el plan de ajuste económico que va implementar el ministro de Economía Celestino Rodrigo van a sucederse las movilizaciones que iban a tener su punto más alto el 27 de junio con una masiva marcha de Ensenada a hasta el local de la CGT de La Plata para reclamar una huelga general . Participamos activamente de esa jornada que terminaría con una muy fuerte represión policial en el centro. Unos días después mi responsable político me comunica que junto a una compañera estudiante de Bellas Artes he sido nombrado para participar de la escuela de Cuadros del Partido. Me alegró la noticia aunque me apenaba un poco alejarme de la ciudad en esos días tan plenos de las tensiones creadoras que generan los pueblos en lucha. Recibimos una cita al mediodía en una esquina de la localidad de Ingeniero Maschwitz en el norte del gran Buenos Aires una zona desconocida para mí y mi compañera. Llegamos mucho antes para chequear el lugar y luego volvimos a la hora convenida, de donde nos iba a levantar un compañero que manejaba una camioneta con cabina a a la que ya habían subido 3 o 4 compas. De manera que algo apiñados nos acurrucamos en la camioneta con la indicación expresa de no mirar el camino. Tengo un recuerdo notable de ese tiempo de 20 minutos. El compañero conductor tenía la radio encendida desde donde sonaba aquella canción de Roberto Carlos del millón de amigos. Contuvimos la risa que nos produjo aquel fragmento donde el cantante dice “yo quiero un coro de pajaritos”. Sirvió claro para distender la fuerte tensión de ese viaje. Finalmente llegamos a una de esas casas de gente de muy buen pasar con varias habitaciones, salón grande, un quincho y un patio grande al que nunca accedimos. Creo que contando al matrimonio “casero”, a los y las responsables y asistentes a la Escuela éramos cerca de 25 militantes. Había una organización muy estricta en cuánto horarios, pautas de seguridad y participación en las tareas comunitarias domésticas La Escuela funcionaba mañana y tarde con clases que tomaban como eje algunos clásicos del marxismo, historia del movimiento obrero y de las revoluciones en especial la cubana y la vietnamita. Hice buenas migas con un compa obrero de Villa Constitución (donde ya había habido una fortísima represión con decenas de obreros presos) y un uruguayo del MLN (Tupamaros) que también cargaba con la derrota de la huelga general contra el golpe del 73.Les pregunté mucho sobre esas experiencias de lucha. En todos y todas había una gran determinación por continuar la lucha y por vencer en la misma . Un día el compañero de Villa Constitución vino a decirme al oído y con una sonrisa en los labios algo contenía un secreto :”creo que está Santucho en la cocina”. Estuvimos con las pulsaciones bastante arriba hasta que vimos entrar a la clase a un hombre morocho ,algo bajito que era Santucho pero no Robi sino Julio el menor de los diez hermanos. Otra de las responsables de la Escuela era Cristina aunque sería muchos años más tarde que sabría que conformaban una pareja. A mí las clases me interesaban y participaba activamente de las mismas. Por fuera de ellas no puedo decir que hubiera mucho espacio para intercambios más personales pero sí que el último día, luego de una emotiva formación de despedida pude hablar a solas con Julio y con Eduardo Meerbilhaá, un miembro del Comité Central del Partido. Recuerdo que en el intercambio apareció un tema que me preocupaba sobre algunas críticas que había escuchado de militantes de otras organizaciones sobre “un exceso de optimismo revolucionario” en los editoriales de Robi Santucho. Hoy no retengo con precisión las respuestas pero sí en general que lo explicaban como parte necesaria de un liderazgo que prepara y construye una organización que impulsará transformaciones sociales que van a cambiar de raíz la sociedad asentada sobre la explotación del capital. Cuando salimos de la casa nos dimos cuenta que habíamos perdido el día a día del convulsionado acontecer político. Un auto nos dejó en Retiro y nos extrañó el escaso movimiento .Era 7 de julio, el primer día del paro de 48 horas que la dirigencia de la CGT se había visto obligada a decidir ante el desborde de las bases. Se iba a producir la renuncia y fuga del país de López Rega y unos días después de Celestino Rodrigo. Sentíamos que estábamos en las puertas de una situación revolucionaria y que maduraban las condiciones para el desarrollo nuestras fuerzas. Nos costaba mucho percibir, más a la militancia juvenil, las acechanzas que la situación contenía dado que ninguna clase dominante se entrega de brazos cruzados y lo que habíamos estudiado de las revoluciones triunfantes y de las derrotadas lo confirmaba. Después de ordenar estos recuerdos busco otra vez ver a Julio en la tele junto a Estela y con otro de sus hijos el Tano. No puedo dejar de pensar en cuánta lucha, en cuántos pesares y en qué ejemplo para las nuevas generaciones contiene esa tozudez de la buena de tantas madres, abuelas y familiares para no bajar los brazos y decir una y otra vez: memoria ,verdad y justicia. No volví a ver a Julio desde aquella vez aunque luego supe se exilió en Italia, de donde regresó al finalizar la dictadura. Allá por 1985 sí pude leer su buen libro que se titulaba Los últimos guevaristas. Cristina fue secuestrada en julio de1976.Adriana Calvo sobreviviente de aquel campo de exterminio dio testimonio de su heroico comportamiento ante los genocidas. Fuevista en los centros de detención clandestinos Automotores Orletti y en el Pozo de Banfield donde tuvo su bebé en febrero del 77. Aprieto los puños de rabia al saber que sus apropiadores lo inscribieron en Registro Civil un 24 de marzo Comienza ahora para la familia el tiempo íntimo y feliz de reparar tanta ausencia forzada. Acaso también y en este plano como tarea colectiva el de reparar los sueños de aquella generación por cambiar de raíz la sociedad de las desigualdades. Una reparación integral y abarcadora que busque otra vez los caminos par a alcanzar una humanidad socializada que ya no se mueva por el látigo de la explotación sino por la cooperación y la solidaridad como premisas de vida social Cristina Navajas Presente! Bienvenido el nieto 133!

Bienvenido nieto 133
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