Nació como Sinesio Baudillo García Fernández. Abad de Santillán fue el seudónimo que utilizó toda la vida. Vivió entre 1897 y 1983. Nacido en un pueblo de la provincia de León, España, vino con sus padres a Argentina a los ocho años. La suya era una familia obrera, él mismo trabajó en oficios manuales.
Volvió años después a la península para continuar sus estudios. Allí se vinculó ya de modo orgánico al anarquismo. Regresó a nuestro país en 1918, luego de haber estado un año y medio preso por su participación en la huelga general española de 1917 y para eludir el servicio militar.
Fue un fuerte crítico de la entonces reciente revolución de octubre. Y luego de todo el proceso soviético, sin dejar de estar influido por su desarrollo, que siguió con atención durante muchos años.
Argentina, Alemania, la FORA, La Protesta
En Argentina actuó en la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) y en la redacción del periódico La Protesta. Tuvo luego un paso por Alemania, que incluía el propósito de estudiar medicina. Pero allí se convirtió en animador de la fundada hacía poco Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) de tendencia ácrata. Ser médico ya no formaría parte de su polifacético recorrido.
Tiempo después regresó al país, previo tránsito por México. Junto con su compatriota Emilio López Arango dirigió el órgano libertario ya mencionado. En ese momento era acérrimo enemigo de las corrientes que impugnaban al sistema por medio de la violencia. Llegó a tratar de “bandolero” a Severino Di Giovanni. Éste entabló una furiosa controversia contra los “protestistas” que llevó al asesinato de López Arango.
De nuevo en España, los sindicatos, la FAI, la guerra.
A finales de 1933 regresó a su país de origen y se estableció en Barcelona. Se integró a la Federación Anarquista Ibérica (FAI), la agrupación específica de los ácratas, fundada en 1927. La que estaba asociada a la central obrera anarcosindicalista, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que la precedió desde 1910 y con la que también colaboró Santillan.
Su concepción del sindicalismo, desarrollada ya en la década de 1920, asociaba organización sindical y militancia libertaria, en desacuerdo con las corrientes que propugnaban su separación: “…no lloraríamos la muerte de organizaciones obreras que no tuvieran más preocupaciones que la obtención de mejores salarios y de menos horas de trabajo; digámoslo todo: no lloraríamos la muerte de organizaciones en donde no pudiera flamear la bandera del anarquismo…”
En el mismo artículo escribe: “El anarquismo no es una doctrina de cátedra ni un descubrimiento de laboratorio, sino un movimiento social de los oprimidos y los explotados contra la opresión y la explotación. Con filósofos o sin ellos, el anarquismo no desaparecerá como movimiento revolucionario llamado a cimentar la sociedad entera sobre nuevas bases económicas, morales y políticas…” Esto se publicaba en el suplemento semanal de La Protesta, Buenos Aires, 10 de agosto de 1925.
Defendía así el papel de una minoría consciente presente en los sindicatos, capaz de ser los primeros en las luchas, en la defensa de los intereses de la colectividad, a fin de arrastrar a los demás con su ejemplo y darle una orientación anarquista a los obreros.
Siguió dedicándose al periodismo militante, dirigió el vocero de FAI, Tierra y Libertad. Y fue designado responsable peninsular de FAI, en 1935.
Poco antes de la sublevación militar de julio de 1936, Santillán hacía profesión de fe pluralista y tolerante en el interior del terreno de las izquierdas, lo que amerita una cita extensa:
:“…si no rehuimos la violencia para combatir la violencia esclavizadora, en la nueva construcción económica y social no podemos emplear más que la persuasión y el ensayo práctico. Podemos rechazar con la fuerza a quien intente subyugarnos, someternos a sus intereses o a sus concepciones, pero no podemos emplear la fuerza para obligar a los que no comparten nuestros puntos de vista a vivir como nosotros pretendemos vivir (…) Nosotros estamos convencidos de que la razón y la justicia están de nuestra parte. Pero ¿hemos de negarnos a reconocer que las otras tendencias sociales creen lo mismo respecto de sus ideas, de sus métodos, de sus aspiraciones? Creemos que la verdad está más cerca de nosotros que de los otros; pero no nos consideramos infalibles, ni suponemos que falte sinceridad y convicción interna sobre la bondad de la propia causa en los adeptos a otras doctrinas”.
Luego revisará esas ideas contemporizadoras hasta adoptar posiciones implacables frente a algunas tendencias de izquierda, en especial el estalinismo. La “intervención rusa” iba a aparecer en sus escritos de la posguerra española como una de las tres causas principales de la derrota republicana –junto con la incapacidad de las esferas gubernativas madrileñas y la política de no intervención de las potencias occidentales
Producido el golpe militar, participa en la organización del Comité Central de Milicias Antifascistas, un organismo de poder popular en Cataluña, en representación de su organización. Y en diciembre de 1936 es nombrado consejero de economía del Consejo de Gobierno Catalán, cargo en el que permanecerá hasta abril de 1937. La tendencia anárquica era barrida de los organismos gubernamentales.
No todo estaba perdido para él, en abril de 1938 tomaría parte de la fundación de un organismo de coordinación entre CNT y UGT, la central anarcosindicalista y la socialista. Se lo llamó Comité Nacional del Frente Popular Antifascista. Luego se desencantaría de ese peculiar “frentepopulismo” de la confederación libertaria.
Una vez más entre el Río de la Plata y la patria del Quijote.
Retornado a Argentina después de la caída de la república y tras estar prisionero en un campo de concentración francés, permanecerá como indocumentado durante un cuarto de siglo, ya que pesaba sobre él una orden de expulsión del país. Al poco tiempo publica ¿Por qué perdimos la guerra?, en 1940, un balance del conflicto en la que detalla su perspectiva muy crítica sobre la actuación del PC Español y el gobierno de Juan Negrín.
En cuanto a sus interpretaciones de la acción social transformadora, ya a edad avanzada abandona la perspectiva revolucionaria y de lucha de clases y pasa a confiar en perspectivas reformistas y cooperativistas, que permitieran sustraerse al menos en parte del dominio del capital, aunque no hubiera un cambio radical de la sociedad. Hasta hizo alguna experiencia comunitaria en la provincia de Córdoba.
Volvió a España una vez muerto Franco. Allí recibe homenajes pero también protagoniza discusiones. Éstas se daban entre los viejos ácratas llegados del exilio y las jóvenes generaciones, más radicalizadas y mejor informadas acerca de la actualidad hispana. Fue y vino de Argentina a España en sus últimos años, hasta que falleció en Barcelona, cumplidos ya los 86 años.
Quedaba su historia de internacionalista. Y su producción intelectual, vertida en decenas de volúmenes, a la que nos referiremos de forma breve a continuación.
Teórico, político, economista, historiador.
Es imposible encasillar a Santillán en una disciplina o profesión. La única regularidad que puede establecerse es la de que todo su pensamiento y acción estuvo cruzado por la militancia. La escritura fue su medio privilegiado de expresión, a comenzar por el periodismo, que ejerció con una fecundidad envidiable, en miles de notas y artículos.
La economía constituyó una de sus preocupaciones perennes, en la práctica (que ya mencionamos) y en la teoría. En la década de 1930 se abocará a teorizar sobre la organización económica de la revolución, inspirado por el consejismo, de Anton Pannekoek, entre otros.
En parte, sus ideas pudieron ponerse en práctica durante el proceso de colectivización desenvuelto en la Revolución Española y fueron formuladas en su obra El organismo económico de la revolución, de 1936. Antes había publicado La bancarrota del sistema económico y político del capitalismo, en 1932. Además de las consideraciones económicas generales se ocupó de esa faceta de su país de prolongada residencia, Reconstrucción social: bases para una nueva edificación económica argentina, en coautoría con Juan Lazarte, 1933.
Junto a la economía, el trabajo historiográfico, también con nervio militante, ocupa un lugar de mucha gravitación.
Una parte de esa producción la orientó a revisar el trayecto de la sociedad argentina desde una perspectiva libertaria, y en particular al movimiento obrero. Así tenemos El movimiento anarquista en la Argentina. Desde sus comienzos hasta el año 1910, publicado en 1930 y La FORA, ideología y trayectoria del movimiento obrero revolucionario en la Argentina, de 1933, que republicó corregida y ampliada en 1971.
En determinado momento de su exilio, allá por las décadas de 1950 y 1960 pone esfuerzos en la edición de obras monumentales acerca de su país de adopción, como una Historia Argentina en cinco tomosy la Gran Enciclopedia Argentina en nueve volúmenes.
Conocedor directo de la realidad mexicana, fue autor de un trabajo sobre el más eminente entre los libertarios mexicanos, Ricardo Flores Magón: El apóstol de la revolución, cuya publicación original data de 1925. Y cincuenta años después, volverá a esa sociedad en una Historia de la revolución mexicana, de 1975
Asimismo escribió acerca del movimiento obrero hispano, como en Contribuciones a la historia del movimiento obrero español (1962 – 1971). La evocación de la brutalidad represiva contra la insurrección obrera le había inspirado mucho antes La represión de Octubre: Documentos para la historia de nuestra civilización, de 1936. Y produjo algún ensayo general a propósito de la trayectoria española contemporánea: De Alfonso XIII a Franco: apuntes de historia política de la España moderna, 1974.
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Podrían mencionarse otros libros, sería necesaria más información acerca de su trayectoria vital fuera de lo común. Por el momento puede bastarnos con lo aquí escrito.
Fue uno de los hispanoargentinos más relevantes en el itinerario de la izquierda de nuestro país. No puede tampoco narrarse la historia intelectual de la acción sindical e ideológica del anarquismo español y de la guerra en ese país sin mencionarlo.
Supo ser polémico y hasta arbitrario en ciertos aspectos. Sin abandonar la veta anarquista, osciló, según las etapas, desde la identificación plena con la revolución hasta un prudente reformismo. Vivió la época de oro del internacionalismo proletario y lo experimentó desde una mirada diferente, y después antagónica, respecto a la soviética.
Criticado dentro de su movimiento, su largo recorrido nos recuerda la necesidad de conocer mejor la trayectoria del anarquismo, aún desde la pertenencia a otros campos de la izquierda.
Para la elaboración de este artículo hemos utilizado diversas fuentes disponibles en la web. En particular la versión digital del Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas: Movimientos sociales y corrientes políticas, a la cual puede accederse en el sitio web del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CEDINCI). La entrada correspondiente a Abad de Santillán puede verse en https://diccionario.cedinci.org/garcia-fernandez-sinesio-baudillo/
Daniel Campione. Buenos Aires, 12/08/2023.