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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

¿La extrema derecha gobernará el país del Che Guevara con un falso libertario? Es posible evitar la entronización de la extrema derecha en la Argentina, todavía

Exclusivo para ContrahegemoniaWeb, desde México.

Suenan ya las alarmas en todo el país de la plata, una nueva derecha dio en el blanco y de las pantallas de la televisión nacional surge un carismático y melenudo candidato a la presidencia de la república, a votarse en octubre y noviembre próximos. Un diputado porteño de apellido Milei, abanderado por un partido de reciente creación “La Libertad Avanza”. Una agrupación política que coincide con los postulados de Provida y hace de la abolición del conocimiento y la práctica de la misoginia una causa en su incendiada batalla por la presidencia de Argentina.

A pocas horas de celebrarse las elecciones primarias obligatorias en aquél país, que por cierto, presentaron un alto abstencionismo del 32 %, la periodista Stella Calloni advirtió del revuelo inmediato que se provocó después de conocer los resultados, que dieron el triunfo al “mesiánico economista” que se impuso con el 30% de los votos, sobre la peronista Unión por la Patria, con Sergio Massa y sobre Patricia Bullrich de Juntos por el Cambio.

Tampoco es de extrañarse tanto, Brasil con su ex presidente Jair Bolsonaro es un vecino influyente y atractivo desde siempre para los argentinos, por qué no repetir el experimento brasilero. Además, mucha gente ha quedado al margen de la riqueza social y está hambrienta, quizá por ello le resulta atractivo el discurso vengativo y milenarista. Aunque ya no hay dictadura desde hace décadas en Argentina, la democracia sigue representando a la oligarquía local e internacional, igual que sucede en toda América Latina.

Es curioso advertir que con frecuencia se dan los triunfos de la extrema derecha mundial en elecciones “democráticas”, justo tras las grandes oleadas de decepción de las izquierdas en el poder, con los poco contundentes cambios de rumbo, que incluso han abierto el mercado extractivista mundial mucho más que las muy limitadas derechas religiosas del pasado.

¿Vendrá una dictadura 2.0? El domingo 14 de agosto se llevaron a cabo en Argentina unas elecciones primarias para aspirar a la presidencia de la República, sorpresivamente para los acomodados en el gobierno, la mayor cantidad de votos, unos 7 millones, fueron para Javier Milei. Hecho que abre la posibilidad a su partido político de ganar las elecciones generales y con ello inaugurar una presidencia trumpista en el país sudamericano. ¿Es posible que esto suceda? ¿Que la democracia haya servido para llevar al poder por vías electorales a representantes grotescos de la propiedad privada occidental? ¿Asumirá la Argentina un gobierno facho que eche atrás los derechos asegurados por la Constitución, fruto de luchas sociales? ¿Permanecerá Argentina en los BRICS+ a los que apenas va a ingresar o habrá ahí un quiebre?

En un artículo titulado “Apuntes sobre las PASO Argentina 2023”, Alfredo Serrano Mancilla, (director de la SELAG), interpreta el aparentemente inesperado éxito electoral de la extrema derecha mundial, como el triunfo del FMI y del Poder Judicial en Argentina. Para este especialista, el arribo a la Casa Rosada de La Libertad Avanza con Milei no ha sido asegurado todavía y aun está por verse lo que va a pasar en las presidenciales.

Si bien es posible que finalmente el voto de los ciudadanos de Argentina no favorezca al diputado que se auto define “anarcocapitalista”, el “fenómeno Milei” sí puede leerse como una ola que anuncia el tifón. La Era de los gobiernos de extrema derecha ha llegado. Estamos hablando de un fenómeno social epipandémico, que implica una dirección mundial, que ha sido inducido, calculado, con la puesta en escena de personajes

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carismáticos, que rompen paradigmas y juegan a ser el rebelde “libertario”, al tiempo en que se implementa la industria del miedo y la “polarización” de la sociedad en temas como género, racismo, feminismo, derechos, libros, etc. ¿En qué argumento estará sustentado este anarquismo individualista y autodestructivo? Posiblemente en su oposición Capital – Estado. Dicha doctrina egoísta concibe al Estado como un ente que regula y controla la ganancia y que por tanto es preciso anularlo, al tiempo en que también pretende sustituirlo en el ámbito del poder político. De aquí su estrategia para ganar elecciones que ellos mismos nombran “Guerra cultural” (Cultural war) . En el ámbito local la guerra cultural se traduce en moldear con campañas publicitarias, una sociedad polarizada a razón de una distinta interpretación de la libertad y de la ley: “progresismo contra ortodoxia”. Una polarización artificial, ejecutada para atraer votantes. Su meta es privatizar el control de la guerra a través de una nacionalización fascista de países y poderes. Su método, la instrumentalización de la emoción básica del miedo para controlar y convencer. Por cierto que la sociedad argentina aparece como una de las más “polarizadas” en los últimos registros de la catástrofe.

Si bien, la estrategia está dando resultados, una paradoja de las políticas de “guerra cultural” en los E.U. , ha sido la vulneración de la sociedad americana en su condición anímica y su violentación. Lo que a mediano plazo puede derivar en una guerra civil y en la fragmentación del territorio de los EUA. Lo peor, Estados Unidos enfrenta la derrota: no solo está fracturado por dentro, con esta guerra intestina de vaqueros contra banqueros, también le ha tocado salir del rating de las estrellas en el escenario mundial, y presenciar estupefacto y raquítico, la entrada estrepitosa pero maravillante, del nuevo orden multipolar, con una economía emergente representada por los países agrupados en los BRICS y la reconfiguración económica y cultural que supone el orden multipolar que hoy da otro significado a la economía planetaria, con los BRICS+ como una alternativa al capitalismo decadente del pos apocalipsis now.

Por si esto fuera poco, el globalismo está teniendo que sufrir las consecuencias de sus límites bélico-tecnológicos frente al armamento mucho más desarrollado que Rusia ha desplegado en los últimos meses, al repeler los ataques del régimen de Kiev. Muchos analistas lo han dicho, Ucrania va a perder la guerra, por más que la propaganda diga lo contrario.

Occidente y sus reglas en el tablero geopolítico están llegando a su ocaso estratégico en la eventual derrota que puede sufrir en su más reciente guerra internacional contra Rusia; una guerra diseñada en Washington, protagonizada por la OTAN y Zelenski, pero que ocurre en territorio ucraniano y con la población ucraniana como carne de cañón. Occidente ha dejado de ser la economía dominante en el mundo, emerge una economía no bélica con China a la cabeza. Estados Unidos responde con arrogancia, pero se sabe perdido y por eso apoya la guerra en Ucrania, para intentar desestabilizar a Rusia y destruir a Europa.

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Por otro lado África occidental enarbola una rebelión inédita al colonialismo europeo, pone un límite al extractivismo de oro y uranio practicado por la ex metrópoli de Francia. Es ya una tendencia en la región el golpe de Estado en contra de presidentes europeizados desde finales de la década pasada. Sin embargo, el llamado de unidad explícita de los gobiernos africanos contra Francia se detona recientemente, a partir del golpe militar en Níger, ocurrido en julio de 2023. Derrocamiento del presidente pro francés, Mohamad Bazoum, efectuado, ya se sabe, con ayuda del gobierno ruso y posiblemente de la compañía PMC Wagner, pero también con el visto bueno de parte importante de la población local que avaló el derrocamiento con enormes manifestaciones callejeras.

El trumpismo aprovecha y cierra fronteras en México, atiende el negocio de las armas, financia reality shows, propicia el yihadismo en África, al tiempo en que pregona el odio como la emoción que más dinero ingresa por las redes sociales.

Atención, la libertad que proclama la extrema derecha mundial dirigida por el ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, es una libertad capitalista y por tanto clasista (de las élites); es una libertad racista (esclavista) y por supuesto, extractivista (despojo de recursos del sur global); llamemos a esta doctrina Trumpismo, que es sinónimo de nacionalismo nazi y guerra privada. Es una fisura ideológica dentro del capitalismo, en oposición a la hegemonía globalista. Esta es mi tesis. Pareciera que el trumpismo busca una guerra civil al interior del capitalismo. El trumpismo pretende alcanzar una nueva hegemonía y apela al odio, a la propiedad privada y al derecho individual para portar y disparar armas de fuego.

En el trumpusmo no cualquiera es Trump, cierto, Trump es único, como el dios monoteísta, pero tiene sucursales: Bolsonaro en Brasil, Bukele en El Salvador, Meloni en Italia, o eventualmente, Javier Milei en Argentina. Milei, un potente líder rupturista, apoyado por la teoría de lo que define como “Batalla cultural” , el filósofo y pensador, Agustín Laje. De hecho cabe decir que a diferencia de otros países, la nueva derecha argentina, cuenta con un interesante teórico e ideólogo, Laje, que brinda resultados prontos y evidentes. Gracias a la ideología de la “batalla cultural”, el líder político se asume como orgulloso de ser un fascista. La actitud cuenta y es urgente que la derecha implemente acciones creativas, de compañerismo, que sus integrantes se miren así mismos como “guerrilleros culturales”. En pocas palabras, este autor pide a la derecha que haga lo que hizo la izquierda para mantenerse viva durante el siglo XX. La derecha americana asesinó al Che Guevara en Bolivia ¿cómo pedirle que se comporte como de izquierdas? Pero sí. El gran éxito de la derecha es que ya es izquierda partidista. Y cada día la extrema derecha da la cara lavada al electorado, perdiendo vergüenza por su pasado matón.

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A lo largo de la historia humana, la rebeldía se ha caracterizado por ser creativa. Por el contrario, lo establecido (que produce un pensamiento de derecha) no puede crear porque no puede romper con la orden de obedecer. No puede porque no quiere que su estatus se

altere. La derecha está compuesta de intereses económicos, de clase y en competencia. Más que comunidades, son grupos de poder. Su motor es el dinero, no la injusticia ni la opresión que ellos provocan. Podemos describir a la fuerza política de la derecha como la aglutinación de agrupaciones para el lucro y la extracción de riqueza, a base de esclavitud o fuerza de trabajo dócil, mientras que la energía de la rebeldía está en la utopía de una vida plena, vivida aquí y ahora.

Digo rebeldía pero no izquierda. La izquierda ya no existe, es un concepto obsoleto. Quizá murió dignamente, junto con Salvador Allende en la Moneda, esa izquierda de unidad popular trascendió el 11 de septiembre de 1973. Lo de hoy es la pos democracia. Da la impresión que la nueva derecha despojó a la izquierda latinoamericana de su identidad histórica y se la apropió precisamente porque la derecha no tiene memoria. Será complicado desmontar esta irrupción de la nueva derecha en Argentina. La gente está movilizada a todos los niveles, en América Latina reaccionan. De acuerdo con el relato de Melisa Molina en el periódico Página 12, del 30 de agosto, el mismísimo presidente Lula da Silva de Brasil, en reunión ad hoc en Planalto, ha pedido a Sergio Massa, que gane las elecciones por la integridad del Mercosur y el bienestar regional. “Es tu responsabilidad ganar”, ha dicho Lula al candidato argentino por el partido actualmente en el poder. Quizá el peronismo recupere votos de emergencia. Quizá es cierto que se juegan muchos intereses económicos para las oligarquías locales y las buenas alianzas con el mercado eurasiático.

En mi opinión solo una fuerza puede contener el avance del fascismo en ese país, la de las mujeres organizadas, pensantes, creadoras de nuevas maneras de relacionarnos; una energía que no requiera de gurús, mesías y todas esas figuras patriarcales de populismo mesiánico que solo catalizan las pulsaciones sociales para utilizarlas en función de sus intereses. Un poco como sucedió en Chile en 2021, donde sectores de luchas autónomas, indígenas y feministas, acudieron a votar por el candidato Boric, con tal de evitar el arribo de Kast, candidato de la extrema derecha a la presidencia.

Para esto las mujeres tendrán que unirse, claro, al menos durante la coyuntura electoral. Si logran, como parece, articularse con el movimiento indígena de Jujuy, al norte del país, será más fuerte el movimiento y más insurrecto al ritual de plástico de las elecciones presidenciales. Votar o no votar, no será la cuestión, también tendrán que preguntarse en la Argentina si van a dejar atrás el individualismo y se van a organizar para decidir sobre su propia vida política.

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