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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

La calle y el voto

Asistimos a una ofensiva concentrada y furiosa contra las clases subalternas. Para hacerse con un puñado de dólares y pagar la deuda fraudulenta, se hacen más y más concesiones al poder económico cuyas ganancias extraordinarias no tienen techo. La inflación acicatea la transferencia de la renta desde los sectores populares a los privilegiados y la desigualdad escala.  El 27 de setiembre el INDEC ponía en números lo que se ve y se siente: la pobreza alcanza el 40,1% de las personas de 31 aglomerados urbanos. Entre los niños hasta 14 años el número trepa al 56,2%. La inflación de setiembre seguro hizo trepar el número.

La pregunta se impone  ¿por qué no estamos en la calle?  ¿por qué no hay paro ? ¿por qué no  pataleamos si se licúa el ingreso (salarial, changuita, plan, multifuente) , las condiciones de laburo son  agobiantes y el pluriempleo se vuelve norma?

Recibí información soto voce respecto  a la paritaria del colectivo al  que pertenezco: la docencia universitaria. Dice un secretario  “decidimos, dado que no vamos a tener tiempo material para discutirlo, informarlo a los Sindicatos de base para su evaluación“ . El número que ofrece la patronal  es 1,7% menor al de la inflación. Y así venimos: cuesta abajo. Esta vez ni siquiera estará la formalidad de la consulta, donde casi todos opinamos que “es insuficiente” pero igual se firma.  La consigna es no hacer olas. Parecido al “Hay 2019” solo que más timorato y callado.  

Nuestros dirigentes, públicamente progres, tal vez creen que la pasividad  pondrá límites al fenómeno  que encarna Milei.  La historia los desmiente. No escuchan  las demandas y el hartazgo que LLA articula con viveza de outsider  y asesoramiento trumpista. La pedagogía  gestada en las usinas de la progresía acerca del  desastre multidimensional de las propuestas  del “gatito mimoso del poder económico”  circulan entre nosotres, pero  no es audible para el pibe que se cansó del  ninguneo, de la “mímica del estado”; él  se in-forma por vías propias: tik-tok,  gamers. Las nuevas tecnologías habilitan la selectividad. La pedagogía por TIC está bien, pero es insuficiente. Hay que activar, hay que gritar, hay que organizar y sumar  ¿o no es el disciplinamiento lo que se busca para terminar de una vez y para siempre con la recusación social?

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En los días que faltan hasta la compulsa electoral, el poder “fáctico” avanzará varios trancos y después más. Y más.  No hay barrera para ellos. La contención, las migajas, el aguante  son para los-que-viven-del-trabajo.

El Tercer malón de la paz, épica jujeña,  se sostiene en Buenos Aires como puede. La gesta parece inaudible por el ruido de la cháchara electoral.

Hace  pocos días vio la luz un libro valioso “Cartografía de una democracia de la derrota”. Título duro pero incontestable. 40 años, 40% de pobreza. Su prólogo dice “Frente a esto ejercemos la denuncia y el llamado a la lucha sin concesiones contra lo existente” . Acuerdo. Las políticas para enfrentar a la ultraderecha -dice- no son “eslóganes que se repiten como un mantra salvador de una pureza amenazada, sino cuestionar las políticas estructurales que posibilitaron su aparición y consolidación”. Agrego: contener es retroceder.

Alguien comentó con buen tino que si el 2001 la crisis derivó en estallido, en el 2023 deviene la implosión. Pero lo social no se sutura.  Poner el cuerpo de modo colectivo es lo urgente, abre una posibilidad.

El 22 votaré a la Rusa, “mina guapa y de gran corazón”, dice Lucita.  Creo que se trata de  acumular por izquierda.  Vale la pena tener una pata en el Congreso y cuando los votos son exiguos, uno más aporta. Además, donde hay luchas, los votos crecen. Creo también que es un cuadro que desborda su marco partidario. Comprendo otras evaluaciones  y otras decisiones . Lo que no entiendo y no acepto para los que aspiramos a cambiar el mundo por izquierda, es no dar pelea, no tomar la calle aquí y ahora, sostener que “no vamos a tener tiempo material para discutirlo”.         

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