Entrevistas realizadas a las trabajadoras del hogar Constanza Cisneros de España y Gabriela Pineda de Honduras en el marco del 36 Encuentro Plurinacional de Mujeres Lesbianas Travestis Trans Bisexuales Intersexuales No Binaries.
Por María Eugenia García y Florencia Fajardo
Cobertura conjunta de Contrahegemonía Web y Tramas.
Entrevista a Constanza Cisneros de Territorio Doméstico, Madrid.
Contrahegemonía Web y Tramas (CH y T): Nos querés contar desde dónde venís y cómo se organizan en Territorio Doméstico
Constanza Cisneros (CC): Soy Constanza, vengo desde Madrid pero soy ecuatoriana, he viajado a Madrid hace 15 años y estoy como trabajadora de hogar en Territorio Doméstico, que es nuestra organización que pertenece también a la Interterritorial de Trabajadoras del Hogar y los Cuidados. Venimos aquí porque ya este grupo se organizó en la pandemia. Hemos venido trabajando y pensándonos juntas, construyendo herramientas para lograr más derechos, para entender algunas cuestiones que todavía no lográbamos unificar y la idea, es ir construyendo cada día discurso, intentando hacer que las herramientas que tenemos estén en la agenda y también conocernos y pensarnos, que es lo fundamental.

CH y T: ¿Cuáles son las demandas que tienen?
CC: Fundamentalmente en el territorio español, hace poco tiempo ratificaron el Convenio 189 sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos de la OIT [1], pero no lo han implementado. Es importante entender que estamos también en un stand by porque no se ha conformado el gobierno, estamos en proceso de formación del gobierno, y como en todos los países del mundo, atentas a la extrema derecha que se está metiendo en las instituciones.
Nosotras a pesar de que estamos regularizadas, es decir que tenemos documentación, no teníamos derecho a prestación por desempleo. El 1 de octubre se cumplió un año que logramos que se haga esto, pero no se nos han reconocido los años anteriores, es decir, que mujeres que han trabajado 20, 25, 30 años, ahora todas tenemos un año de cotización para la prestación por desempleo, lo cual es una crueldad pero vamos a seguir luchando para que esto se revierta, se valore y se reconozca el trabajo que hemos hecho.
En nuestras acciones promovemos que en la construcción de las políticas públicas y las leyes se nos incluya a nosotras, ¿quién más que nosotras para saber qué es lo que necesitamos y qué es lo que podemos aportar?
Pero no solo eso, sino que además “Territorio doméstico” plantea una reorganización social de los cuidados y unos servicios públicos y comunitarios de cuidados en el que estemos todas, en el que no se mercantilicen los cuidados, que es lo que está pasando y en el que no sólo puedan pagar cuidados las personas que más tienen, porque nosotras pensamos que todo el mundo tiene derecho a los cuidados, a los cuidados dignos. Y nosotras también, las cuidadoras, merecemos que nos cuiden, que es lo fundamental, sino no tiene sentido esta sociedad. También, no ser las que sostenemos todo esto. Estamos asqueadas de girar la rueda del capitalismo, del clasismo, del fascismo en nuestro caso en Europa. Queremos cambiar todo eso y seguiremos saliendo a las calles, tomando las plazas, haciendo lo que nos dé la gana. Por eso tenemos un discurso radical, un discurso fuerte, un discurso contestatario, como feministas que somos y como partes esenciales que sostenemos los cuidados como trabajadoras de hogar.
CH y T: ¿Qué expectativa tienen de la participación en el Encuentro?
CC: Estamos contentísimas. Primero aprender, conocer compañeras. Es que no podemos dimensionar la magnitud de todo esto, pero eso, conocernos, hacer alianzas que creemos que es lo importante. Decimos que organizarse es empezar a vencer y desde ahí partimos para seguir enredándonos en todo el mundo y ser siempre más fuertes.
CH y T: ¿Qué les espera ahora para la vuelta a sus territorios?
CC: Definitivamente nosotras cada vez que vamos a un espacio tenemos que contar. Somos también del 8M de Madrid y de todos los espacios que pertenecemos, pues contar lo que hemos visto y qué es lo que hemos aprendido y qué es lo que queremos replicar allá.
Entrevista a Gabriela Pineda, Red de Trabajadoras Domésticas de Honduras
CH y T: Te pedimos que te presentes y nos cuentes un poco del espacio que íntegras
Gabriela Pineda (GP): Mi nombre es Gabriela Pineda, soy de Honduras, milito en la Red de Trabajadoras Domésticas de Honduras, una organización que surge en el año 2015. Una organización de base social, feminista, horizontal donde nadie tiene el protagonismo, todas tenemos la voz, que eso es algo muy importante en la organización.

Foto: Jimena Frankel
Nuestro trabajo más fuerte es la incidencia política porque yo sigo creyendo que en el mundo de nosotras las mujeres más empobrecidas, podemos crear alternativas, pero no obviar la responsabilidad del Estado y nuestro trabajo arduo es en la incidencia política. En Honduras, mencionarles que hace 60 años hubo una huelga laboral con mucho sentido de pertenencia, pero ocurrió en la era de la industria, que aunque ahí estábamos las mujeres que realizábamos trabajo doméstico, o que estábamos cuidando en la lucha, pues no fuimos visibilizadas, y la única normativa legal que existe es un Código del Trabajo que ha exceptuado al trabajo doméstico remunerado, sobre todo el que hacemos las mujeres, para que sea regulado de manera privatizada por empleadores y no por la institución. Entonces ese ha sido uno de los desafíos para nosotras.
Tenemos y reconocemos la articulación, la fuerza, los conocimientos y la academia también, creo que si no valoramos eso no estamos en nada. Tenemos compañeras y compañeros abogadas, abogados, que tienen también ese sentido de pertenencia en el movimiento social, de defensoría, sobre todo territorial y que ha sido también pues la fuerza para que nosotras conozcamos de marcos jurídicos y ahora recientemente, construyamos uno para presentarlo al Congreso Nacional de Honduras. Todo se enfoca a raíz de lo omitido previo a la pandemia, pero realmente la precarización laboral en Honduras inicia desde el 2015 con una implementación y adaptación extranjera. Vamos a mencionar lo que es el empleo por hora, que es una iniciativa más de Europa, pero específicamente de Alemania, retomada para que los jóvenes pudieran seguir su postgrado y también terminen teniendo una experiencia laboral, pero en nuestros escenarios de empobrecimiento, eso no pudo ser así, sino que las únicas dos modalidades que existían en el trabajo doméstico hasta el 2015 era con dormida afuera, con dormida dentro y esta ley lo que hizo fue tercerizar el trabajo doméstico. Pequeñas contrataciones para lavar, para planchar, por horas, pero que esa legislación tampoco toma en cuenta el trabajo doméstico y tuvimos que adaptarnos y pelear porque entráramos en el servicio de mantenimiento, otra categoría de trabajo que regula más en este caso a los compañeros, y se pagaba 39 lempiras con 65 centavos la hora. Entonces, lavar una docena de ropa en Honduras o dos docenas significaba sólo una hora de trabajo, pero mientras se secaba la ropa, si decidía plancharla, pues estaban esas otras actividades. 39 lempiras equivale a un dólar cincuenta, porque también es eso, nos hemos dolarizado en el mundo. A raíz de eso pues hubo una tercerización del trabajo.
En la pandemia todo eso se vuelve más visible, con mucho pasivo, específicamente la peor parte se lo llevaron unas compañeras que generacionalmente han hecho trabajo doméstico adultas, de 50 años, con una normativa administrativa que sacaba del ámbito laboral a las personas adultas a partir de los 50 años, y sobre todo que tuvieran enfermedades base. ¿Qué nos pasó a las trabajadoras domésticas en Honduras en la pandemia? Luego de unas medidas de excepción que tomó el gobierno, pero que nosotras con los pocos salarios o los precarios salarios que teníamos, pues no teníamos como un ahorro. Entonces pasó que a través de llamadas telefónicas te decían: “Hola, le agradezco mucho doña Sandra por todo el tiempo que estuvo en nuestra casa, pero debido a las medidas que se han adoptado, pues ya no podrá seguir viniendo”. ¿Qué pasó? Ellas mencionaron: “cuando se termina todo esto la vamos a llamar”. 40, 45, 30, 50 años de trabajo, en nuestro colectivo nueve compañeras fueron afectadas de esa manera y solo a una le reconocieron 17.000 lempiras que son alrededor de 360 dólares. Y las que trabajábamos con dormida afuera, pues nos llamaron y nos preguntaron: “si usted quiere venir a trabajar, puede venir”, 350 lempiras por día haciendo todas las actividades que son alrededor de 10 dólares. Pero de esos 300 lempiras o 350 en algunos casos, teníamos que dejar 100 lempiras para la mascarilla para ir a poder trabajar, porque sin mascarilla no se podía. Luego teníamos que movilizarnos, vivimos en barrios populares, en la periferia de la ciudad. Eran alrededor de 2 y 3 horas de camino de ida y de venida ¿qué nos quedaban? 200 lempiras. Pero eran esas lempiras o definitivamente morirte de hambre, no había opción y creo que en el trabajo doméstico también eso hay que ir desmontándolo, que a lo mejor no es lo más inmediato respirar por el hígado, pero a veces toca también. El tiempo de traslado, el cansancio, la carga económica que no puedes sustentar en tu casa, una virtualidad carísima porque tenemos en Honduras servicios públicos que se dolarizan, o sea, se paga una cantidad enorme en lempiras, que equivalen a dólares. Compañeras con enfermedades de base que no sabíamos cómo sostenerlas.
La articulación nos dio fuerza, porque con colectivos, con los compañeros y las compañeras teníamos la confianza para decirles ¿sabes qué?, tenemos una emergencia, la compañera no tiene para sus medicamentos este mes, la compañera no tiene pañales ni leche, la compañera no tiene cómo pagar el alquiler de su lugar. Y ese fue otro desafío, que las compañeras tuvieron que trasladarse a vivir en hacinamiento, porque no pueden pagar dos, tres lugares, sino que empezamos a vivir 12 personas en un solo lugar, porque lo que yo iba a aportar para el alquiler, eso puede ser para comprar comida para algunos días
Me acuerdo de una compañera que dice “siempre fui buena en mi trabajo, fui responsable” como esperando otra cosa de las empleadoras. Porque también nos han enseñado a que romanticemos esas relaciones y que no las miremos de manera objetiva o laboral, que ese es un ámbito y un espacio que hay que rescatar, que nosotras no vamos a hacerle ningún favor a nadie. Las empleadoras tampoco nos hacen un favor, que este es un trabajo que debería ser recíproco, es nuestro sueño, que tanto yo trabajadora doméstica remunerada soy esencial, otra compañera puede estar en otro ámbito laboral y también ser autónoma, porque al final lo que nos han quitado en el trabajo doméstico es la toma de decisiones, es el uso desproporcionado del tiempo de las mujeres y las niñas y las jóvenes.
Venimos pues trayendo todos estos sentires a esta nueva propuesta de ley que vamos a presentar. Todavía no es un escenario favorable, porque lo progresista solo se queda en eso, en nombre, porque las prácticas van a seguir siendo las mismas, sobre todo cuando tocamos los intereses económicos. Creo que ningún escenario político va a reconocer que cada actividad que realizamos en el trabajo doméstico, si fuese contabilizada de manera que dignifique la vida, que cree oportunidades a las mujeres y sobre todo también reconociendo que este trabajo no se termina aquí, ni con pandemias, ni con estados de sitio, ni con problemas que tienen que ver con más cuestiones estructurales, pues va a ser muy difícil. Y hoy también estamos tratando de colocar el cuidado de la vida, porque al final las trabajadoras domésticas eso es lo que hacemos, el cuidado de la vida, el cuidado de las mascotas, el cuidado de la vida en todas sus formas. Suplimos a lo mejor sólo la presencia de alguien, pero seguimos sosteniendo la vida y en todo el ejercicio.
Nosotras como organización no pretendemos decir que esta es una cuestión de rivalidades, entre ustedes compañeros trabajadores domésticos, entre nosotras, entre nosotras y las que no están organizadas y que sabemos que no se van a organizar, porque cada proceso llega en su momento. Yo cuando llegué a la Red de Trabajadoras Domésticas, llegué con una historia de vida totalmente diferente a la de ahora, primero que no me reconocía ni como mujer, ni como sujeta de derecho, era una ciudadana más; pero eso te dan los procesos políticos, a emanciparte, a reconocerte, a sentirte parte de una identidad popular, comunitaria, territorial y sobre todo, pues la lucha va también enlazándose.
El trabajo doméstico es también un trabajo esencial, pero no sería posible si no estamos al lado de nuestras compañeras en los territorios, defendiendo el alimento, la vida, el agua, la cosmovisión, porque entonces no tendría sentido.
CH y T: ¿cómo se organizan y qué estrategias se dan para sumar más compañeras y para visibilizar la lucha?
GP: La Red de Trabajadores Domésticas tiene presencia en departamentos donde hay una gran afluencia de emigración interna para realizar el trabajo doméstico, pero es que también la demanda es así. Hay una emisora corporativa que específicamente su trabajo es hacer anuncios clasificados, entonces dicen: “Hola, doña fulana que vive en tal colonia, necesita una trabajadora doméstica”, preferiblemente de afuera, ni siquiera de la comunidad porque son más honradas, son calladas, son amorosas.
Es importante entender que la modalidad del trabajo doméstico interno lo hacen las jóvenes, porque ¿qué está pasando en las comunidades? los pocos centros educativos se han encarecido, así sean gratuitos, dos, es la opción también de la violencia, del extractivismo, hace que las poblaciones tengan que emigrar, ya sea de manera interna o externa.
En la Red de Trabajadoras Domésticas pues tenemos presencia en Marcarla, La Paz, en Intibucá, Choluteca, barrios populares de Tegucigalpa y recientemente pues también en otros territorios fuera del país, donde tenemos relación con las compañeras a nivel de Centroamérica, pero también esta internacionalidad nos da fuerza.
Surge esta organización de 9 años con una fuerza y con una potencia, no solo de colocar la reflexión, el debate, sino de seguir construyendo entre articulación y algo que ha sido muy importante es tener abogadas y abogados con esa calidad, que no nos dan un servicio, sino que acompañan “mi compañera”, “compañera vamos con todo”, eso es lo que necesitamos. Tenemos relación con la Red Nacional de Defensoras, con escritoras feministas, disidentes, como se nombren, porque también respetamos la identidad de las colectivas, con el Bufete Justicia para los Pueblos y tenemos dos años de tener una relación muy formal con la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos o ACNUR presentes en Honduras, que es con quienes estamos construyendo esta ley. Porque miramos que tenemos los abogados, pero no tenemos el lenguaje técnico que requiere la legislación.
Entonces eso también ha sido importante de que nos va despertando en el camino y nos reconocemos feministas porque somos feministas, de feministas comunitarias, de barrios populares, de fraternidad entre pares. O sea, es una organización que problematiza las condiciones laborales en el trabajo doméstico, por eso decimos que estamos entre pares, porque nos une un mismo objetivo, un mismo problema y esperamos que nos unan la misma solución. Porque pueden llegar también por ahí otros sueños que se cumplen. Nosotras somos una organización que no va a obviar que son jóvenes, que muchas están haciendo hasta lo imposible por graduarse en la academia y eso es válido, que también se cumplan los sueños. A lo mejor yo a esta edad, 40 años, con 8 hijos, ya estoy un poquito cansada, pero sigo profundizando sobre la reflexión, me gusta escribir mucho y sobre todo me gusta hacer lecturas de contexto.
CH y T: ¿Qué expectativa tienen con el encuentro y con todo lo que van a vivir? ¿Es la primera vez que venís?
GP: sí, yo solo he estado recientemente en la Universidad de Costa Rica, me invitaron también para debatir sobre los cuidados y es que antes las trabajadoras domésticas no hacíamos esa conexión, decíamos el trabajo doméstico y los cuidados, pero no lo mirábamos desde adentro. Y bueno, yo cuando me preguntaron ¿quiere venir? nunca había viajado. Pero la emoción también de estar en un espacio internacional y de cuestionarnos y que la compañera feminista no se sienta conflictuada, atacada, sino que cuestionarnos de ambas vías.
En Honduras el feminismo es muy light, hoy es muy institucional, porque también el Estado llega a captar esos liderazgos y no la vamos a juzgar porque al final una decide dónde pararse, dónde identificarse y dónde emanciparse. Entonces para mí, estar y participar en la Asamblea del Abya Yala con mujeres que yo solo he conocido en la virtual, Claudia Korol, Lolita Chávez, o sea, se me pone de gallina la carne.
Yo siempre he pensado en los espacios políticos que hay que recuperar, no los tenemos perdidos, sino que solo nos falta recuperarlos, porque una vez que te paras en la vida, entonces ya sabes el lugar que ocupas. Sé que hay compañeras muy fuertes y muy potentes porque hemos seguido su trayectoria, en la virtualidad, pues estaremos colocando allí nuestras prácticas. Yo digo que como no hay un manual de cómo ser mamá, cómo ser mujer trabajadora, tampoco hay un manual de cómo relacionarnos. Yo no puedo pretender que la otra se sienta obligada y más bien generar su lástima en vez de que me reconozca. Bueno, yo soy sujeta de derechos, ella también. Estamos en un nivel político totalmente igual. Yo siempre les digo cuando me preguntan, ¿pero usted tiene capacidad de hablar con un político? Si, él tendrá la experiencia académica, yo la de vida, a ver quién vale más.
[1] C189 – Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, 2011