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Norita, la Madre de todas las batallas, un libro indispensable

Quizás la frase que elegimos para el título sea un lugar común, pero igual creemos que vale por considerarla absolutamente cierta en esta ocasión.

El libro escrito por Gerardo Szalkowicz y publicado por la Editorial Sudestada es un gran trabajo periodístico que apuesta a sintetizar en pocos menos de 200 páginas y con una hermosa selección de fotografías la vida y las luchas de esa gigante llamada Norita Cortiñas. Y el logro es notable.

Este libro, y en realdad toda la producción de Gerardo, es una apuesta por combinar el trabajo generalmente solitario de la escritura con la apuesta a la calle y a la lucha colectiva por cambiar el mundo

En tiempos de un periodismo de los grandes medios de comunicación tan degradado y tan vacío Gerardo aparece como parte de una generación de jóvenes periodistas que asumen en serio su oficio y lo hacen en el camino que con tanta fuerza -y al punto en que le costara la vida- marcara el gran Rodolfo Walsh.

Como bien se dice al comienzo del libro, Norita se ha convertido en una rockstar

Con una legitimidad única y en tiempos de tanta crisis de valores, Norita es una referente de miles y miles y así la recupera este libro dolorosamente hermoso.

Habla de Norita, de nuestra historia reciente, de nosotros y nosotras, de nuestro presente.

Muchos son las páginas en las que sentimos que se nos humedecen los ojos o un nudo nos aprieta el estómago. Pero es como una montaña rusa porque también hay momentos en donde nos emociona la solidaridad y la fuerza y otros en donde no podemos dejar de reírnos frente a algunas salidas realmente insólitas de Norita en las situaciones más difíciles. Tratándose de Norita el humor no puede faltar y ese es otro rasgo que el libro logra resaltar muy bien.

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El libro se sostiene en una clara toma de posición de su autor, rigor periodístico, una escritura amena y mucho amor por la protagonista.

También hay humildad y generosidad de parte de Gerardo, por eso el libro se abre a otras escrituras como la de Claudia Korol que relata en el último capítulo la conversión de Norita en militante feminista y luego, en un anexo final, una larga lista de militantes, familiares y amigos y amigas construyen su retrato de Norita.

La obra se lee como una biografía de aprendizaje. De un aprendizaje tan doloroso como inmenso.

Gerardo, para destacar la figura de la madre, usa la metáfora de los sucesivos nacimientos de Norita en todo su devenir. El primer “nacimiento” ocurre cuando su hijo Gustavo, un militante peronista de apenas 24 años, es secuestrado una mañana de abril de 1977 mientras iba camino al trabajo para no regresar nunca más

Allí la Madre cumple el mandato de su hijo que le decía que debía salir de esas cuatro paredes de la casa.

Y vaya que sale y enfrenta al mundo

Es el primer aprendizaje, allí todo empieza a cambiar y Norita entiende que no puede quedarse en su casa y arranca su peregrinar para encontrarlo.

Y luego fue aprender que había que juntarse con otras madres que estaban en la misma situación desesperada.

Y después aprender que luchaban no cada una por su hijo o hija sino juntas por los hijos y las hijas de todas

Y luego vino otro aprendizaje, terriblemente doloroso, cuando a plena luz del dia y a partir de la infiltración de la Marina en la figura de Alfredo Astiz, en diciembre de 1977, tres madres son secuestradas y desaparecidas: Esther Ballestrino de Careaga, María Eugenia Ponce de Bianco y Azucena Villaflor. Allí Norita y todas las madres aprenden que lo que estaban haciendo era muy importante, que se habían transformado en un enemigo principal para la dictadura y que también la vida de ellas corría peligro.

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Después fue la caída de la dictadura y la pelea por Memoria, Verdad y Justicia.

Y el aprender que la única manera de hacer presente a sus hijos e hijas era recuperar sus luchas, sus banderas, sus proyectos, sus ideales.

Y Norita aprendió, ¡y como aprendió!, que cada lucha, en cualquier parte del mundo, era su lucha

Y fue la lucha contra la deuda externa (tan actual), la lucha en defensa de la salud pública, la adhesión a la Carpa Blanca de la docencia

La lucha con el movimiento piquetero y con los trabajadores despedidos de cientos de fábricas y las luchas contra un modelo productivo que nos envenena y nos mata

Hay una frase que solemos repetir: donde hay una necesidad hay un derecho. Se podría completar con la expresión: donde hay una lucha contra una injusticia allí está Norita

Y fue Japón, Chiapas, Brasil, Italia, Honduras o el Kurdistán

Pero también es Norita en la cárcel de Chubut junto a Jones Huala o es Norita en la barriada más humilde del gran Buenos Aires acompañado a una madre a la que la policía le mató un hijo.

Dijimos que se trataba de un libro indispensable. Por su calidad periodística y por la inmensidad de su protagonista: la honestidad, coherencia y notable capacidad política de Norita hacen de ella una figura indiscutible. En un país atravesado por “grietas”, divisiones, disputas y contradicciones de todo tipo, Norita tiene la capacidad de no comprometerse nunca con los poderosos y de estar siempre en el lugar que tiene que estar: del lado de la justicia, del lado de las y los pobres y olvidados del sistema, del lado del pueblo y sus organizaciones más consecuentes, del lado de quienes se animan a pensar que otro mundo es posible, “un mundo donde quepan todos los mundos”, un mundo sin dominación colonial ni opresión patriarcal, un mundo apoyado en un sistema que no ponga en el centro las ganancias de algunas empresas sino la vida y los derechos de todos y todas.

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En el prólogo León Gieco propone que el libro llegue a todas las escuelas secundarias.

Ojalá sea así, que lo lean miles y miles de jóvenes y otros y otras no tan jóvenes.

Ojala nos sirva para aprender un poco de Norita

Así, seguro, como decía el Che, como repite Norita, venceremos

 

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